Mucho me temo que vienen
a rescatarme aunque discrepe de sus dudosos planes para salvarme de la quiebra,
la insolvencia, o algo peor. Insensibles a todo, ellos hacen oidos sordos a mis
protestas, y remedando a los avicultores del foie, explotan, como si yo fuera
una oca, y según su dudoso criterio, mi capacidad para acumular embustes
mediante el método del embuchado. Así que, cautiva de sus patrañas, espero con
resignación el tiempo que resta hasta que decidan el destino forzoso de mi
futuro: parfait, mousse o galantina.
Mi aportación al REC semanal.
Mucha indignación, más que resignación, transpira este despojo Filias. Hagamos filetes a los sabiondos antes de que nos revienten los hígados.
ResponderEliminarMuchos besos.
Si es que ya no sabemos cómo decirlo...¡Qué estamos hartos! Pero ellos nada, como quien oye llover, oiga. Qué cruz.
EliminarUn montón de besos indignados.
Qué declaración, además de indignante me ha transmitido cierta pena la situación del ave. Me gusta cómo has combinado la terminología gastronómica con la denuncia, oye.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, Marilú, siempre tan amable.
EliminarUn beso gigante
Si es que los rescates no pedidos nunca pueden ser nada buenos. Que la dejen poner huevos ¡hombre ya!
ResponderEliminarBesos
¿Qué te voy a decir? ¡Pues claaaaro!
EliminarBesos mil
Es que te cocinen el futuro sin contar con uno y para el interés ajeno... muy buena crítica. Un beso
ResponderEliminarGracias Concha. Es de lo poquito que podemos hacer. Protestar...
EliminarUn besote