Microrec: No quería pensar demasiado
Pero ya nada sería igual, de eso estaba seguro. Sabía que, enterradas bajo la imagen irreal que le devolvía el espejo, se ocultaban arteras un millar de arrugas y la sombra perpetua que teñía de gris la mirada de su ojo izquierdo. Se levantó con un quejido y guió sus pasos por última vez hacia la pista esperando que, al menos, al cesar los aplausos, las risas de los niños resonaran por siempre en la comisura de sus labios vestidos de carmín.
Despojito para el REC semanal.
Me ha dado una pena... ese andar me ha parecido cansado y las risas de otros.
ResponderEliminarBesos
Me alegra haber podido transmitir la tristeza del pobre payaso. Muchas gracias Marilú por hacermelo saber.
EliminarUn beso enoooorme.
un despojito muy tierno
ResponderEliminarese payaso no creo que pueda olvidarse de las risas que ha oido toda su vida, no, no puede
Gracias Luisa. Bienvenida. Yo también lo espero.
EliminarMil besos
Un payaso que se retira, su soledad, su tristeza... ¿por qué parece que siempre tiene que ser así?
ResponderEliminarBesos!
Es un clásico. El payaso triste....
EliminarUn besico.
Qué nostágico, me gusta el contraste entre las risas que tiene que provocar y la tristeza que siente. Es un oficio muy difícil el de payaso. Un besote.
ResponderEliminarGracias Concha. Yo también creo que tiene que ser duro exhibir una sonrisa siempre aunque por dentro llueva...
EliminarBesicos.