Suspiró profundamente y
recogió dos cubiertos más mientras se debatía entre su orgullo y el prestigio
profesional sin poder decidirse. No era fácil aguantar la traición; hacer como
si nunca se quitara la venda que ahora mismo cubría sus ojos... ¡Qué paradoja!
Su mujer lo azotaba con el látigo de su indiferencia, y Ruiz, el domador,
restallaba el suyo en ella. Recompuso su postura y lanzó con furia los
cuchillos que penetraron limpiamente dentro del panel de madera al que Anna
estaba atada. Un día más, decidió, la carpa no se teñiría de sangre.
Mi segunda aportación a REC
Sorpresivo, pese a la foto, no pensé en los cuchillos esos hasta casi el final. Siendo Anna, ni loca me coloco ahí y más con traiciones de por medio... qué susto!
ResponderEliminarBesos
Jajajaj! Es que Anna no sabe que le han pillado... Ni tampoco de las intenciones del marido, claro.
EliminarUn besote
Jurl!... Yo que Anna no me pondría ni loca ahí delante!! y yo que él también me lo pensaria, porque la tentación cuando confluye con la posibilidad real de... ufff, qué mezcla ;)
ResponderEliminarBesos
Desde luego, que no pase hoy no quiere decir que mañana... Es casi la crónica de un crimen anunciado. Y ella, como no sabe que él está al tanto, pues nada, tan rícamente.
EliminarBesos
Wow! Me has dejado picueta! Cómo me gustan los microrrelatos, éste te ha quedado genial. 1beso!
ResponderEliminar¡Qué gracia, nunca había oído/leído lo de "picueta"! Un gran beso.
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