“Bartleby, el escribiente" es una de las narraciones más
originales y conmovedoras de la historia de la literatura. Melville escribió
este relato a mediados del siglo XIX, pero por él no parece haber pasado el
tiempo. Nos cuenta la historia de un peculiar copista que trabaja en una
oficina de Wall Street. Un día, de repente, deja de escribir amparándose en su
famosa fórmula: "Preferiría no hacerlo". Nadie sabe de dónde viene
este escribiente, prefiere no decirlo, y su futuro es incierto pues prefiere no
hacer nada que altere su situación. El abogado, que es el narrador, no sabe
cómo actuar ante esta rebeldía, pero al mismo tiempo se siente atraído por tan
misteriosa actitud. Su compasión hacia el escribiente, un empleado que no cumple
ninguna de sus órdenes, hace de este personaje un ser tan extraño como el
propio
Bartleby.
Este es uno de esos
libros que llegan a tus manos por casualidad. De esos que por cortitos, les
haces un hueco entre novela y novela, pensando que son algo liviano y
superficial. Y, aunque no es un tratado denso, la obra supone algo más que una
lectura trivial de sus escasas ochenta y seis páginas.
Melville nos saluda desde
1853 con un lenguaje rico y culto, y con una historia que por lo surrealista
podría ser el inicio de la corriente que posteriormente desarrollaron Kafka o
Vila-Matas en nuestros días.
Herman Melville (1819-1891) escritor y poeta americano, desempeñó oficios tan dispares
como copista, oficinista, maestro, granjero o marino antes de dedicarse por
entero a la literatura. Publicó Typee
en 1846, que acercó la Polinesia al mundo occidental con gran éxito por lo que
continuó con el género en Amoo (1847)
aunque esta vez lo ambientó en Tahití. Posteriormente publicó Chaqueta Blanca (1850) donde anuncia la
temática que desarrollaría en el libro publicado al año siguiente y con el que
ha pasado a la historia de la literatura: Moby
Dick. A pesar del éxito, él siempre sintió que la obra no se había
comprendido, y continuó buceando en la psicología humana, donde su máximo
exponente será Bartleby, el escribiente.
En esta novela corta, el autor
nos presenta a un abogado de Wall Street (él es realmente el protagonista de
esta historia, quien nos hará discurrir posteriormente por su forma de
enfrentarse a la realidad que le presenta Bartleby) del que no sabemos apenas
nada; ni su nombre ni su edad. Tampoco es que nos desvele demasiado de sus
otros personajes, pero al menos sabemos los alias por los que se le conocen.
Así, sabremos que trabajan para él Turkey (pavo), Nippers (tenazas) y Ginger
Nut (nuez de jengibre) además de Bartleby.
El ambiente que recrea el
autor es, cuando menos angustioso ya que el despacho en el que pasan los días
todos los personajes no parece muy aireado ni tiene vistas al exterior, y
recoge día a día la naturaleza voluble e irascible de Turkey y Nippers que,
para alivio del abogado se coordinan cuando dan salida a sus explosivos
caracteres (uno por las mañanas y el otro por las tardes). De Ginger conocemos
algo menos; es el chico de los recados, el encargado de llevar al despacho los
pastelillos de jengibre que le dan el apodo.
Y Bartleby es el punto de
inflexión en la vida de todos ellos. Algunos, como el abogado serán conscientes
de ello, y otros símplemente se verán influídos por él inevitablemente y de la
manera más sutil posible. Mediante el lenguaje. Porque ese “preferiría” del que
hace gala Bartleby, se va colando poco a poco en el carácter de todos ellos,
horadando como el agua a la piedra la forma de ser en que se han parapetado
hasta entonces.
El autor de Moby Dick nos
deja aquí una especie de “veneno adictivo”, porque es imposible leer esta obra
sin que posteriormente quede en nuestras mentes y nos haga plantearnos multitud
de cuestiones: ¿Hasta qué punto podemos oponernos a las normas?¿Y si no nos
oponemos sino que “preferimos” no acatarlas?¿Realmente podría ser que nadie
supiera cómo actuar en ese caso, que no tuvieran forma de saber enfrentarse a
una resistencia pacífica?
Y esto inevitablemente nos da que pensar que las reflexiones de Melville en 1853 podrían ser extrapolables a nuestra época, en
la que los casos de resistencia pasiva se dan (quizás menos de lo esperado en
las circunstancias sociales que nos rodean), y que la respuesta a ellas no
difiere tanto de lo que nos cuenta el autor. Hay quien responde con violencia,
y hay quien se muestra indolente disfrazándolo de buena voluntad.
Lo que está claro es que
es un librito tan interesante como breve, y que os recomiendo si os apetece
pensar un poquito. Por cierto, también existe una adaptación al cine del año 2001, aunque no sé qué tal será porque no la he visto.
¿Y
vosotr@s? ¿Lo conocíais? ¿Os animáis a su lectura?
Feliz dia.
Hace un par de años leí una reseña de ella, pero la verdad no le hice ningún caso. Ahora si que me ha parecido interesante y la voy a leer cuanto antes.
ResponderEliminarUn saludo.
Es cortito, Mariuca. Anímate y nos cuentas.
EliminarBesotes
Ay claro que lo conozco, pero aún no lo he leído. Eso sí, no sabía que era tan cortito; un aliciente más para hacerle un hueco.
ResponderEliminarYa verás como te gusta, y se lee en un suspiro. Ahora que tienes tantos libros por delante ( ¡36 nada menos hija mía!), no sé cómo te apañarás, pero te lo recomiendo sin dudas.
EliminarBesos
Es uno de esos clásicos libros comodín, que espero leer algún día sin pensarlo y que seguro que me hace arrepentirme de no haberle hecho caso antes. 1beso!
ResponderEliminarSorprende por su brevedad y su corte actual pese a estar escrito allá en 1853. Seguro que cuando le des la oportunidad lo vas a disfrutar muchísimo.
EliminarBesotes
Hola, Filias.
ResponderEliminarCreo que es un libro imprescindible. A mí me llegó también por casualidad y quedé prendada de ese escribiente y de su modo de ser.
Un besazo.
Hola guapetona!
EliminarA mí el personaje me dejó patidifusa al principio. No sabía muy bien a qué atenerme, pero luego me encantó. Es de esos protagonistas que me gustan, de los que te acompañan cuando has cerrado la última página del libro.
Mil besos
Lo tengo por casa, es un autor que tengo pendiente desde hace mil =)
ResponderEliminarBesotes
Pues te animo a que lo leas, ¡seguro que te gustará!
EliminarBesotes
Bartebly es de los pendientes. Y lo cierto es que siempre que veo una reseña e intuyo por dónde van los tiros de esta narración me hago la misma pregunta ¿y por qué no¿ ¿por qué no puede ser la resistencia pasiva la palanca del cambio? (y la que eche de este país a maleantes de altos vuelos y corruptos).
ResponderEliminarBesos
¡Esa es la sensación que me ha quedado, exactamente! Si este hombre lo tenía tan claro en 1853, ¿qué demonios hacemos?¿Por qué no nos movemos? Ay! Como dice un amigo...¿Para qué madrugarán los panaderos?En fin. Lectura recomendada, Ana. Seguro que tú le sacas chispas.
EliminarMil besos
Ah! Sí, lo conozco pero está sin leer y me has puesto el piloto rojo para que lo deje bien subrayado. Creo que me gustaría y mucho.
ResponderEliminarBesos
Ya verás como merece la pena. Estaré atenta para conocer tus impresiones.
EliminarUn besote
Lo leí el año pasado. Fue una de las lecturas más intensas e interesantes del 2103.
ResponderEliminarBesos,
Lo sé, Carmen. de hecho, tu maravillosa reseña me impulsó a leerlo.
EliminarUn beso enorme, guapa