miércoles, 26 de marzo de 2014

Bartleby, el escribiente de Herman Melville



“Bartleby, el escribiente" es una de las narraciones más originales y conmovedoras de la historia de la literatura. Melville escribió este relato a mediados del siglo XIX, pero por él no parece haber pasado el tiempo. Nos cuenta la historia de un peculiar copista que trabaja en una oficina de Wall Street. Un día, de repente, deja de escribir amparándose en su famosa fórmula: "Preferiría no hacerlo". Nadie sabe de dónde viene este escribiente, prefiere no decirlo, y su futuro es incierto pues prefiere no hacer nada que altere su situación. El abogado, que es el narrador, no sabe cómo actuar ante esta rebeldía, pero al mismo tiempo se siente atraído por tan misteriosa actitud. Su compasión hacia el escribiente, un empleado que no cumple ninguna de sus órdenes, hace de este personaje un ser tan extraño como el propio 
Bartleby.





Este es uno de esos libros que llegan a tus manos por casualidad. De esos que por cortitos, les haces un hueco entre novela y novela, pensando que son algo liviano y superficial. Y, aunque no es un tratado denso, la obra supone algo más que una lectura trivial de sus escasas ochenta y seis páginas.
Melville nos saluda desde 1853 con un lenguaje rico y culto, y con una historia que por lo surrealista podría ser el inicio de la corriente que posteriormente desarrollaron Kafka o Vila-Matas en nuestros días.





Herman Melville (1819-1891) escritor y poeta americano, desempeñó oficios tan dispares como copista, oficinista, maestro, granjero o marino antes de dedicarse por entero a la literatura. Publicó Typee en 1846, que acercó la Polinesia al mundo occidental con gran éxito por lo que continuó con el género en Amoo (1847) aunque esta vez lo ambientó en Tahití. Posteriormente publicó Chaqueta Blanca (1850) donde anuncia la temática que desarrollaría en el libro publicado al año siguiente y con el que ha pasado a la historia de la literatura: Moby Dick. A pesar del éxito, él siempre sintió que la obra no se había comprendido, y continuó buceando en la psicología humana, donde su máximo exponente será Bartleby, el escribiente.




En esta novela corta, el autor nos presenta a un abogado de Wall Street (él es realmente el protagonista de esta historia, quien nos hará discurrir posteriormente por su forma de enfrentarse a la realidad que le presenta Bartleby) del que no sabemos apenas nada; ni su nombre ni su edad. Tampoco es que nos desvele demasiado de sus otros personajes, pero al menos sabemos los alias por los que se le conocen. Así, sabremos que trabajan para él Turkey (pavo), Nippers (tenazas) y Ginger Nut (nuez de jengibre) además de Bartleby.

El ambiente que recrea el autor es, cuando menos angustioso ya que el despacho en el que pasan los días todos los personajes no parece muy aireado ni tiene vistas al exterior, y recoge día a día la naturaleza voluble e irascible de Turkey y Nippers que, para alivio del abogado se coordinan cuando dan salida a sus explosivos caracteres (uno por las mañanas y el otro por las tardes). De Ginger conocemos algo menos; es el chico de los recados, el encargado de llevar al despacho los pastelillos de jengibre que le dan el apodo.

Y Bartleby es el punto de inflexión en la vida de todos ellos. Algunos, como el abogado serán conscientes de ello, y otros símplemente se verán influídos por él inevitablemente y de la manera más sutil posible. Mediante el lenguaje. Porque ese “preferiría” del que hace gala Bartleby, se va colando poco a poco en el carácter de todos ellos, horadando como el agua a la piedra la forma de ser en que se han parapetado hasta entonces.

El autor de Moby Dick nos deja aquí una especie de “veneno adictivo”, porque es imposible leer esta obra sin que posteriormente quede en nuestras mentes y nos haga plantearnos multitud de cuestiones: ¿Hasta qué punto podemos oponernos a las normas?¿Y si no nos oponemos sino que “preferimos” no acatarlas?¿Realmente podría ser que nadie supiera cómo actuar en ese caso, que no tuvieran forma de saber enfrentarse a una resistencia pacífica? 

Y esto inevitablemente nos da que pensar que las reflexiones de Melville en 1853 podrían ser extrapolables a nuestra época, en la que los casos de resistencia pasiva se dan (quizás menos de lo esperado en las circunstancias sociales que nos rodean), y que la respuesta a ellas no difiere tanto de lo que nos cuenta el autor. Hay quien responde con violencia, y hay quien se muestra indolente disfrazándolo de buena voluntad.

Lo que está claro es que es un librito tan interesante como breve, y que os recomiendo si os apetece pensar un poquito. Por cierto, también existe una adaptación al cine del año 2001, aunque no sé qué tal será porque no la he visto.

¿Y vosotr@s? ¿Lo conocíais? ¿Os animáis a su lectura?
Feliz dia.

16 comentarios:

  1. Hace un par de años leí una reseña de ella, pero la verdad no le hice ningún caso. Ahora si que me ha parecido interesante y la voy a leer cuanto antes.
    Un saludo.

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    1. Es cortito, Mariuca. Anímate y nos cuentas.
      Besotes

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  2. Ay claro que lo conozco, pero aún no lo he leído. Eso sí, no sabía que era tan cortito; un aliciente más para hacerle un hueco.

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    1. Ya verás como te gusta, y se lee en un suspiro. Ahora que tienes tantos libros por delante ( ¡36 nada menos hija mía!), no sé cómo te apañarás, pero te lo recomiendo sin dudas.
      Besos

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  3. Es uno de esos clásicos libros comodín, que espero leer algún día sin pensarlo y que seguro que me hace arrepentirme de no haberle hecho caso antes. 1beso!

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    1. Sorprende por su brevedad y su corte actual pese a estar escrito allá en 1853. Seguro que cuando le des la oportunidad lo vas a disfrutar muchísimo.
      Besotes

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  4. Hola, Filias.
    Creo que es un libro imprescindible. A mí me llegó también por casualidad y quedé prendada de ese escribiente y de su modo de ser.

    Un besazo.

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    1. Hola guapetona!
      A mí el personaje me dejó patidifusa al principio. No sabía muy bien a qué atenerme, pero luego me encantó. Es de esos protagonistas que me gustan, de los que te acompañan cuando has cerrado la última página del libro.
      Mil besos

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  5. Lo tengo por casa, es un autor que tengo pendiente desde hace mil =)

    Besotes

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    1. Pues te animo a que lo leas, ¡seguro que te gustará!
      Besotes

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  6. Bartebly es de los pendientes. Y lo cierto es que siempre que veo una reseña e intuyo por dónde van los tiros de esta narración me hago la misma pregunta ¿y por qué no¿ ¿por qué no puede ser la resistencia pasiva la palanca del cambio? (y la que eche de este país a maleantes de altos vuelos y corruptos).

    Besos

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    1. ¡Esa es la sensación que me ha quedado, exactamente! Si este hombre lo tenía tan claro en 1853, ¿qué demonios hacemos?¿Por qué no nos movemos? Ay! Como dice un amigo...¿Para qué madrugarán los panaderos?En fin. Lectura recomendada, Ana. Seguro que tú le sacas chispas.
      Mil besos

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  7. Ah! Sí, lo conozco pero está sin leer y me has puesto el piloto rojo para que lo deje bien subrayado. Creo que me gustaría y mucho.
    Besos

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    1. Ya verás como merece la pena. Estaré atenta para conocer tus impresiones.
      Un besote

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  8. Lo leí el año pasado. Fue una de las lecturas más intensas e interesantes del 2103.
    Besos,

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    1. Lo sé, Carmen. de hecho, tu maravillosa reseña me impulsó a leerlo.
      Un beso enorme, guapa

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