Le gustaba imaginar. Pasaba horas muertas haciéndolo. Fantaseaba con
un mundo lleno de color y de luz donde el pentagrama de sus canciones se
elevara en espiral hacia el cielo; soñaba una casa colmada de alegría,
diáfana y alegre, con su colada en el jardín. Imaginaba también un
futuro lleno de emociones, repleto de viajes en un velero blanco de
papel que se mecería suave al compás de la brisa surcando el lecho de
hojas amarillas sobre el que navegaba…Tan ensimismada estaba que pasó la
tarde ignorante de que la escena soñada se había convertido en realidad
por unas horas justo a su espalda. No percibió el aroma a ropa limpia
que inundaba el aire ni el sonido del agua del río sobre el que flotaba
un precioso barco blanco de papel; pasó los minutos con los ojos
cerrados, acariciando la dulce melodía de su flauta travesera.
Mi aportación semanal a El Viernes Creativo. La fotografía es de Jee Young Lee
Cuando la imaginación nos impide ver los sueños (y los logros).
ResponderEliminarBesos
A veces no somos conscientes de que cuanto deseamos está justo ahí, al alcance de nuestra mano.
EliminarBesos
Hola, Filias.
ResponderEliminarMe parece una historia hermosísima... Creo que era la mejor formar de pasar las horas: imaginando.
Olé, hijademicorazón, olé y olé.
Unos besos.
Muchas gracias Towi, eres muy generosa... me vas a poner "colorá".
EliminarUn fortisimo besote
Magnífico y es que, a veces, no valoramos o no nos damos cuenta ni cuando los mismos sueños se hacen realidad.
ResponderEliminarEs la condena del hombre moderno. Ni sabemos disfrutar ni estamos nunca satisfechos...Aunque tengamos en nuestras manos lo que deseábamos hace tan solo unos días.
EliminarBesos