Invisible.
Las palabras que ha aprendido por la noche le insuflan el ánimo suficiente para enfrentarse al nuevo día. Fuera llueve pero él ignora el calzado de lodo que ciñe sus pasos y se acerca a la garita. Repite las palabras con cuidado. Solo recibe una mirada apenada y una negativa. La esperanza se esfuma. Observa sus manos, sus pies embarrados. Se pellizca. Mira alrededor y toca la superficie húmeda de las tiendas de campaña y las cacerolas colmadas de lluvia. Se pregunta cómo nadie acude para sacarlos de una vez por todas de aquella estación del olvido. Cómo pueden ser humanos, corpóreos, y sin embargo, tan invisibles.
Aportación semanal al REC.
Ains... qué dolor... :(
ResponderEliminarExcelente relato, como siempre. 1beso!
Una situación durísima. Tizire. Y está aquí al lado.
EliminarUn besote