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Fue el fin de semana de:
- Mayores niveles de contaminación (la ciudad parecía "de provincias" porque tenía boina y todo, jeje), y días después todavía teníamos la sensación de haber estado fumando paquetes y paquetes de Ducados sin parar.
- Los premios Goya. No sé si fue por eso o no, pero nos encontramos con algún famosillo y todo.
- Los Enamorados. Eso, eso, besiños por aquí, chuics por allí, vamos, ánimo primaveral a todo trapo.
- Los Museos. Aunque todavía nos queda el Thyssen para la siguiente.
- Las suelas desgastadas. Agujetas, pues no, pero un cansancio infinito que arrastré toda la semana ( apunte: empezar a pensar en hacer algo con mis carnes morenas).
- El Chocolate con Porras. Esto es incompatible con lo de las carnes, pero es que está taaaaan rico!! (gracias Lahier: a tu salud. Delicioso)
- Las Multi-Compras. Y yo que me había propuesto (seré inocente) no comprar más libros, que me había hecho fan "number one" de todas las bibliotecas del mundo mundial...(Nota: siguiente escapada a Ikea, que me faltan estanterias, sigh!)
- Las sorpresas. Tiene miga ir a encontrarnos en pleno Madrid con una pareja del barrio y con una compañera de instituto (así que el Sr. Filias decía que la "capi" era "de bolsillo", jejeje)
-¡MUCHACHAAA! A mí me gustaria que me lo dijeran, llevas la camiseta al revés.
Pues muchas gracias mireusté, y ya, puestos, casi hago una reverencia al respetable que miraba con mucho disimulo, pero miraba, oiga.
¿Las fotos? Pues no sé si quedó algo por retratar. Me quedo con estas:
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| Mercado de San Miguel |
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| La moda de los candados, en Plaza Mayor |
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| Farolas del Palacio Real |
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| Metrópoli dramatizado |
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| Lo mismo by night |












Escultor, pensador, poeta, Jorge Oteiza (Orio, 1908- San Sebastian, 2003) es esto y mucho más. Es uno de los artistas más importantes, cultos y menos políticamente correctos del siglo XX. Por eso es difícil que deje indiferente.
La protagonista de la novela, concertista, se pierde cuando vuelve de camino para su casa, y con desconcierto se da cuenta de que el depósito del coche está en las últimas. Afortunadamente, encuentra un lugar en el que parar y hacer noche, Raspajo de la Sierra. Sin embargo, no será el nombre del pueblo lo único que la sorprenda, y que le de pie a retomar un mundo interior casi olvidado, un lugar sin limitaciones, rico, mágico. Esto, a su vez, será el desencadenante para darle un giro de ciento ochenta grados a su vida.