El antiguo oficial C .W. Sughrue, ahora reconvertido en investigador privado, ha recibido el encargo de buscar a un escritor famoso y llevarlo de vuelta a casa antes de que el alcohol le venza la partida. Algo en principio sencillo para alguien preparado como Sughrue. Sin embargo, parece que Mr. Trahearne, además de un alcohólico empedernido, es bastante resbaladizo. Cuando finalmente lo encuentra, trabando amistad en un viejo bar con un bulldog llamado Fireball Roberts, recibe otro encargo. Esta vez se trata de una muchacha desaparecida hace diez años.Sin esperanzas de encontrarla, pero por amistad, compromiso y amor propio, decide realizar unas pesquisas que le llevarán a darse cuenta de que ha sido manipulado. Una marioneta en manos de una extraña pareja.
James Crumley nació en Three Rivers, Texas. Sus padres fueron un supervisor de yacimientos petrolíferos y una camarera. Sirvió en el ejército desde 1958 a 1961, y posteriormente alcanzó el grado máximo en escritura creativa en la Universidad de Iowa. Fue un lector tardío de novela negra, pero le impresionó tanto la obra de Raymond Chandler que comenzó a escribir en este género. Guionista, y novelista de Hollywood, nunca una de sus obras llegó a ser utilizada para realizar una película ni tampoco su obra engrosó las estanterías de los best-sellers. Su libro más importante, del que se dice que es la cumbre de su carrera es "El último buen beso". Crumley murió en Montana, el 17 de septiembre de 2008.Ambientada a finales de los 70, lleva impresa a fuego la resaca de Vietnam. El entorno en el que se mueve el detective es decadente, triste e incluso sórdido. Existe un desencanto general, un desánimo común que identifica a todos los personajes violentos y autodestructivos. Es también una especie de road movie, ya que hace miles de kilómetros de carreteras polvorientas, de visitas a oscuros moteles.
Los personajes están bien retratados, sobre todo Sughrue, pero en el fondo todos tienen alma de perdedores, y ni siquiera son empáticos (aunque quizás el autor ni lo pretendiera).
La acción tiene dos partes, comienza a ritmo suave, para acabar la primera mitad "a todo trapo", dejándote en la duda ya que parece todo resuelto. La segunda parte es más redonda, aunque también más tranquila hasta casi el final, donde el autor desata su pasión por el género.
Me decidí a leer esta novela por las críticas que había leído del autor, pero creo que es demasiado "de culto" o demasiado "negro" para mí. Mucha sordidez, alcohol, drogas, porno...Es una pena, porque el género me gusta, pero siento llevar la contraria a tantos seguidores de Crumley. No diré que no he disfrutado con alguno de sus pasajes, pero me ha parecido un libro excesivo y oscuro. Sinceramente, no me ha gustado.




La ilusión por el despunte del primer diente del chiquillo ha llegado. Pero ha sido directamente proporcional a la preocupación (lo sé, lo sé, soy primeriza) por el “efecto relojito”. ¿Qué es? Os cuento. Hace unos días estuve de charla con una feliz y orgullosa mamá de dos niños. Me preguntó por el nene e invariablemente le conté con alegría que ya comenzaban a salirle los primeros dientes. -Uy!, - dijo – Ahora empieza “lo mejor”. Comenzará a ser cada vez más autónomo, y como tenga carácter
Ni chispa ni ná. Qué poca gracia me ha hecho. Sobre todo cuando en esa semana fui a recogerle un día a la guardería y una mamá estaba quejándose amargamente a la cuidadora porque era la tercera vez que su peque lucía todos los incisivos y caninos de una niña que muerde con bastante furia y sin ningún miramiento a sus compañeros. La susodicha mami llevaba a su hijo en brazos, y el pobre, en su rojo e hinchado carrillo exhibía cada uno de los dientes de la “delincuente” en cuestión. Y van a la misma clase que A. Ay, Señor, Señor. A ver si tarda mucho en traerme a casa semejante souvenir!! 
Pero no contento con la tabarra de la sobremesa, que ya me hacía difícil el asunto de la digestión, el buen hombre insiste en que nos llevemos el infernal artefacto. Más vale que Mr. Filias y yo estuvimos de acuerdo en que el divertidísimo organillo se quedaba en casa de los abuelos. Hoy he tenido noticias de nuevo. El abuelo Filias además de enseñar el video con las habilidades musicales del pequeñín a todo el que se le pone por delante, ya está pensando en comprarle un tambor. Señor, dame paciencia.