Toda la belleza del mundo de Jaroslav Seifert

jueves, 19 de septiembre de 2013



Cuando alguien se decide a escribir sus memorias, una de dos: o es un archifamoso al que le han ido ocurriendo tal cantidad de sucesos que debe plasmarlos sobre papel para que todo el mundo sea partícipe de ellos independientemente de su edad, o bien al contrario, se trata de alguna persona que rememora su pasado en un momento crucial de su vida, la senectud.



Este último es el caso de Toda la belleza del mundo, de J. Seifert. Por eso es una lectura teñida de melancolía y nostalgia a partes iguales, y lleva presente página a página la imagen de la certera guadaña. Sin embargo, y pese a lo que pudiera parecer, no es una lectura desasosegante, porque el autor sabe llevarnos de la mano por la Praga inocente de su infancia y juventud, pasando por la ciudad en los momentos más difíciles de la Guerra cuando se volvió injusta, cruel y violenta y llegar finalmente a la urbe que podemos conocer en nuestros tiempos, pero que Seifert descubre tan diferente a la de su niñez.



El autor:

· Jaroslav Seifert (1901-1986). Poeta y periodista checo, fue uno de los fundadores del grupo Devétsil, y siguió las corrientes del Dadaísmo, Clasicismo, e incluso el Cubismo en poesía. Entre sus obras más importantes destacan: Los brazos de Venus (1936), Vestida de luz (1940), Cantos sobre Praga (1968) y Paraguas en Picadilly (1979) . En 1984 recibió el Premio Nobel de Literatura gracias a su aportación a la poesía. Falleció en enero de 1986.




El poeta nos presenta una ciudad que muda a través de sus ojos, que muestra sus cambios físicos, psicológicos, sociales, pero ante todo culturales, porque estas memorias son en gran medida un recorrido por la poesía, pintura, escultura y literatura checa del siglo pasado.

Por eso, en algunas ocasiones he estado a punto de abandonar la lectura, ya que me ha resultado difícil seguir las divagaciones del autor acerca de personajes (y son muchos) a quienes no conocía. Sin embargo, Seifert finalmente me ha ganado la partida gracias a la sensibilidad que se filtra entre las anécdotas y con algunas ricas imágenes. Así, nos deja frases como estas:



“Un poeta debe proponerse que el lector no pueda liberarse de sus versos. Que no pueda olvidarlos, que le acompañen por lo menos una parte de su vida”.
 ***
“La calle, en la que toda una hilera de casas estaba destinada a la demolición, estaba cerrada y sólo la pudimos ver de lejos. Las casas tenían los ojos sacados y la vida le había sido extirpada por la fuerza, como las agallas rosadas de las carpas navideñas”.



Es curioso, pero la sensación que me ha acompañado en el último tercio del libro ha sido muy diferente a la impaciencia del comienzo (cuando se sucedían nombres y nombres de artistas desconocidos). Me ha recordado las tardes que pasaba de niña con mi abuela, cuando me contaba todas aquellas historias que no por lejanas en el tiempo me parecían menos fascinantes. De manera sorprendente, al final he disfrutado de un género que prometía ser bastante árido.

¿Y a  vosotr@s? ¿Os gustan las memorias?
¡Feliz día y gracias por vuestros comentarios!

4 comentarios :

  1. No conocía el libro pero no me llama tanto la atención como para animarme con él, yo la verdad es que no suelo leer memorias
    besos

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    1. En mi opinión es un género para leer de vez en cuando, y sobre todo si conoces al autor. Reconozco que de no ser por Meri y su Reto, no lo hubiera leído.
      Besos

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  2. Me gustan los libros autobiográficos (e incluso biográficos) aunque nunca leo todo lo que quisiera. No conocia ni el libro ni el autor, pero tu reseña me ha cautivado, como ha hecho el libro ontigo.

    Gracias y un saludo!

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    1. Creo que en pequeñas dosis, las memorias pueden ser una lectura a tener en cuenta, sobre todo si se hacen con la delicadeza y plasticidad que Seifert nos deja en algunos pasajes. Ya me contarás si te animas.
      Un beso

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