La caja de marfil de José Carlos Somoza

jueves, 30 de marzo de 2017




Esta ha sido mi primera aproximación a Somoza; un autor con importante bagaje literario, premiado por crítica y público y que ostenta un componente camaleónico— ha escrito novelas de género variado también algunos relatos, guiones de cine e incluso obras de teatro—. Un currículo envidiable, vamos. Por eso esperaba mucho de esta lectura.



Pero.



Aunque en líneas generales me ha gustado la lectura (agradezco de vez en cuando una novela negra que no esté protagonizada por el consabido guardián del orden), reconozco que en más de una ocasión me he sentido totalmente desorientada en mitad de este desigual universo somociano en el que las virtudes y flaquezas de la narración se van superponiendo durante todo el desarrollo de la historia.



Lo mejor de la lectura ha sido sin duda el estilo del autor —sorprendente en este género— que hace gala de una prosa muy cuidada que en algunos pasajes me ha recordado a Tomeo. Los recursos de los que hace uso son interesantes aunque insisto, extraños para un género en el que cualquier ornamentación queda fuera de lugar. Además, curiosamente, el estilo narrativo de Somoza es uno de los elementos que, en mi opinión, sostiene el interés cuando el argumento se relaja.



Me han gustado sus reiteraciones, ese no saber a qué se refiere con ese “así era Quirós” que repite cada cierto tiempo, si a un pasado perfecto o a una suposición del destino fatal del personaje, las muestras de meta - literatura que introduce con los relatos de Soledad y esa atmósfera en ocasiones irreal, casi onírica que conjuga bien con una obra en la que el recurso de la elipsis está presente —no tengo claro si intencionadamente o no— a lo largo de todo su desarrollo.


También he disfrutado de los recuerdos, las ensoñaciones y reflexiones del investigador/matón como recurso para conocer al personaje… Pero a pesar de estos elementos interesantes, La caja de marfil me parece ante todo una novela irregular.

Comienza con ritmo de locomotora: lento y cadencioso, pero termina de modo acelerado. Quizá incluso demasiado. Los personajes, a excepción de Quirós —un detective – matón entrado en años, lo que le provee de una inusual ternura —, fluctúan entre los clichés y la superficialidad en su retrato.

Tiene algunos giros argumentales interesantes aunque otros resultan poco convincentes y resaltan como recortes mal pegados en la historia. Y los temas, a pesar de ser atractivos y variados —corrupción, violencia gratuita, bandas juveniles, el sentido de pertenencia…— pedían un desarrollo algo más profundo, pero a excepción del mundo de las películas snuff, se quedan simplemente pincelados.


Tampoco el desenlace me ha convencido, pero en este caso creo que es un tema personal. Hay algunas reglas dentro del género negro que no me importa que se rompan. Incluso en algunos casos me divierte y da lugar a nuevas líneas en este estilo de narración. Pero hay otras que me parecen fundamentales, como la concerniente al antagonista.

Para mí es necesario haberlo conocido de algún modo, que haya estado presente en la narración, sobre todo en los whodonit. Me gusta que el autor me desconcierte, que me “engañe” para dar un golpe maestro cuando se descubra al asesino. Y en esta novela, eso queda algo deslavado. Conocemos al antagonista de manera singular, por sus pensamientos y acciones, pero su figura queda muy difusa entre el elenco de personajes con los que no mantiene ninguna relación.


Según he leído posteriormente por la red creo que esta no ha sido una buena elección para iniciarme con el autor, pero la etiqueta de “novela negra” me incitó a su lectura. Por eso el autor se queda aún en la estantería de pendientes. Quizá con otro estilo termine de convencerme.



Te gustará si:



* Buscas una lectura sin pretensiones.

* Lo tuyo son los recursos literarios.

* Eres fan de Somoza.


¿Conocías a Somoza? ¿Qué novela suya me recomiendas? Te espero en los comentarios.

Feliz día.

Realidad vs. ficción: los peores criminales de la historia.

martes, 28 de marzo de 2017




Lo confieso. Me fascina analizar las lecturas en busca de patrones recurrentes: cómo se organizan las historias, motivaciones de los personajes, etc.

Lo sé, soy una friki. Y además no pienso cambiar porque me encanta y aprendo muchísimo. Te lo demostraré.

Una de las cosas que he analizado durante largo tiempo son los antagonistas. Y revisando casi un centenar de novelas negras, he encontrado que, en general, los criminales son capturados en base a cuatro motivos básicos: obviar el principio de Locard, descuidar al Gran Hermano, ser un bocazas o llevarse algún recuerdo.

Como odio los spoilers, y ya que una de las fuentes de escritura básicas para los autores de novela negra es la propia realidad, los ejemplos no serán de las novelas que he leído sino de situaciones cotidianas que han sucedido en realidad.

El primer motivo por el que en las novelas negras “cazan” al malo es que éste no tiene en cuenta el principio de intercambio de Locard. Esta ley básica de la criminalística viene a decir, que en cada contacto con una persona o lugar, siempre hay un intercambio de materiales físicos (Adn, fibras, piel, fluídos..) en ambos sentidos: el criminal deja un rastro y a su vez, se lleva otro de la escena del crimen. Estos indicios —imprescindibles en cualquier investigación—son auténticas revelaciones para dar con el culpable del delito.

Eso sí, hay algunos amigos de lo ajeno cuyas habilidades no son, digamos, muy aptas para el desempeño de su delictiva actividad y el nombre de Locard (y aquello de no dejar rastros) no les resulta muy familiar. A continuación un ejemplo donde el atracador, al robar el banco, se dejó la cartera.


















La segunda de las razones por las que generalmente se atrapa a un delincuente es porque éste no tiene en cuenta que vivimos en una sociedad en permanente vigilancia. Que a cada paso existe un dispositivo que graba a todo aquel que pasa por delante. Cajeros, cámaras de tráfico, cámaras de vigilancia de fincas, etc. Y todas ellas sin excepción son, posteriormente, los testigos para inculpar a los criminales.

Por supuesto, hay algunos que pese a conocer dónde están las cámaras y ataviarse convenientemente para cometer el delito en un lugar vigilado, demuestran … poca pericia.





El tercer lugar en el ranking es la fama. Y es que hay algunos delincuentes a los que les pierde la vanidad. Hoy día las redes sociales son lo que en épocas pasadas eran los bailes y eventos de sociedad. Vamos, que si no sales en Instagram, Facebook o Twitter no eres nadie. Y si quieres hacerte un hueco entre tanto postureo y famoseo, tienes que hacerte notar.

Pero claro, darte a conocer por haber cometido un delito, no se si es la mejor manera… Aunque algunos lo creen a pies juntillas.



Y para finalizar, el último motivo por el que los criminales suelen ser apresados es por apropiarse de algún elemento de la escena del crimen y presumir de ello como si hubiera conseguido un trofeo.


En el caso de asesinos seriales suele ser habitual que se lleven incluso partes del cuerpo de la víctima, pero no te preocupes, para no herir tu sensibilidad, el caso que te muestro, es algo mucho más intrascendente.



¿Qué te ha parecido este ranking de los peores criminales del mundo? ¿Tú también buscas patrones en tus lecturas?Cuéntamelo todo en los comentarios. Te espero.



Información e imágenes via: 20 minutos y abc.es



Feliz día

Reto 5 lineas: Marzo: Tomarla por su mano

jueves, 23 de marzo de 2017



Últimamente máximas del tipo “la justicia es igual para todos”, me hacen burbujear la sangre (y creo que no es por la llegada de la primavera). Quizá este mes —a cuenta de ser el del Día de la Mujer—, me ha pillado un poco rebeldona. Qué le voy a hacer.


Pero es que no puede ser. Cada vez hay más injusticias sociales, laborales, políticas, casos de errores judiciales, de corrupción, etc. Y por si esto fuera poco indignante además, los "inocentes" se escudan tras sentencias arbitrarias y parciales.

Por eso una, aunque aguanta en la medida de lo posible, a veces pierde la paciencia. Por muy zen que quiera ser, es inevitable que en algún momento, en vista de las diferencias en las sentencias judiciales (delitos muy graves con penas ridículas y delitos menores que se sancionan con años de cárcel) aflore ese pequeño Robin Hood que todos llevamos dentro.

Surge entonces una necesidad forzosa de hacer justicia. Aunque sea poética, aunque en el fondo no sirva de mucho porque vamos perdiendo voz y derechos casi a partes iguales y quienes ostentan de alguna manera el poder o flirtean con él, siempre salen impunes.

Pero hay algo que sí puedo hacer. Nadie puede sisarme el “derecho al pataleo”. Y Adella, este mes me ha dado tres palabras para desquitarme: estudio, edición y planeada.


Os dejo con ellas y el microrrelato de este mes. Y por si a alguien le interesa el asunto, una lectura sobre el tema (apta incluso para secundaria).



Tomarla por su mano

Arrojo la última edición del periódico en la papelera más cercana mientras recuerdo las noches en vela y los recursos inútiles. Ella entretanto, avanza risueña y despreocupada entre los frunces de su túnica blanca. Inocente, ¡Soy inocente! Una visita planeada, breve y certera antes de que llegue al estudio. Antes de que flaquee mi determinación. Venda, balanza y espada. Destino, suerte y venganza. Cierro los ojos y amartillo el arma.


Que pases un buen día. Si puedes. Si te dejan. Sí o sí.

De perdidos...¡Al libro! La lectura como terapia

martes, 21 de marzo de 2017


¿Nerviosismo, trastornos del sueño, olvidos recurrentes, bajo estado de ánimo, horarios sobrecargados? Tú lo que tienes es estrés. Bienvenido al siglo XXI.


Vivimos a una velocidad de vértigo, donde todo tiene que estar preparado para ayer y desde que nos levantamos de la cama sentimos la presión de las manecillas el reloj acechando a nuestra espalda. Este ritmo frenético a diario ha acarreado como consecuencia el concepto “multitarea” en todos los ámbitos de nuestra vida.


Pero el día solo tiene veinticuatro horas. Ni una más.

Y hay que rendirse a la evidencia.


Resulta que en realidad los seres humanos no somos omnipresentes ni tenemos el don de la ubicuidad por lo que el término multitarea a la hora de la verdad, significa un cambio vertiginoso de una tarea a otra (sin finalizar ninguna de ellas) con el consiguiente trastorno de estrés, ansiedad y falta de eficiencia tan palpable en nuestra sociedad.


Ante esta situación, allá por los noventa se comenzaron a impartir talleres de punto de cruz para ejecutivos, que no tenían otro objetivo que descontextualizar la situación estresante y rebajar el nivel de ansiedad.

Desde entonces se han explorado diferentes fórmulas para evitar que la ansiedad y el estrés saboteen nuestro bienestar. Entre ellos, hoy te propongo una. ¿Adivinas cúal?


Ajá.

La lectura.


¿Has oído hablar de los libros como medicina? Más allá de la temática que trate, una buena novela cumple con un cometido terapéutico. ¿Quieres saber por qué la lectura es curativa? Te lo explico a continuación.



Apacigua la sensación de urgencia y mejora nuestra capacidad de análisis y concentración. Cuando estamos leyendo, necesitamos enfocarnos en una sola misión: concentrarnos en la lectura para sumergirnos de lleno en la historia. Ya lo dijo Andreu Martín:

"Tenemos que tener muy claro que, en el momento en que un lector se siente en el sofá para leer tu libro, no estará en la cama con su mujer, no estará jugando con sus hijos, no estará observando una puesta de sol espectacular ni descubriendo un nuevo mundo, solo estará centrado en tu novela"


Supone un impulso positivo para la imaginación y la creatividad. Está demostrado que las historias no solo suponen un acicate para nuestro cerebro sino que además se crean simulaciones mentales que nos sirven como nuevas estructuras conductuales en nuestra vida. Es decir, aprendemos cómo enfrentarnos a diferentes situaciones en función de lo que hemos leído. Además, cuando intentas comprender una historia o a un personaje desarrollas una nueva relación con tu entorno y amplificas tu intuición.



La lectura en papel y en los e-readers (cuyas pantallas están preparadas de forma adecuada para una lectura saludable) calma los efectos de la sobrestimulación visual de los dispositivos tecnológicos. y detienen la presión que ejerce en nosotros los exigentes procesos resolutivos diarios.


Un análisis profundo y crítico de una obra, ayuda a relativizar conceptos y si además somos capaces de aplicar esos razonamientos a nuestra vida diaria conseguiremos distanciarnos saludablemente de los problemas. Por ejemplo, ¿has pensado que un libro o su autor, por buenos que sean, nunca son perfectos? ¿Y te parece que eso los hace menos trascendentes o que su obra gusta menos por ello? Al contrario. Los errores desmitifican, humanizan y hacen que surja la empatía.


Disfrutar de la lectura de una buena historia es una fuente de placer y esto repercute de manera positiva en nuestra salud. Leer como actividad placentera aumenta los niveles de tres elementos indispensables para nuestra salud mental: la dopamina (responsable de la sensación de motivación), la serotonina (asociada a la serenidad y el optimismo y directamente en relación con la concentración y la autoestima) y las endorfinas (opiáceos naturales del organismo que potencian el sistema inmunitario, mejoran el humor y promueven la calma) creando un estado de bienestar generalizado.


Pero para que todo lo anterior sea eficaz, debemos tener en cuenta unos pequeños detalles:


● Para evitar que el efecto sea a corto plazo, debemos convertirlo en una rutina o un hábito. ¿Cómo? El método más efectivo que conozco es incluirlo entre tus tareas cotidianas. Si leer es un quehacer diario más, no te costará realizarlo.


● Como señalaba anteriormente, los impulsos lumínicos de algunos dispositivos tecnológicos, perturban nuestra salud. Sobre todo antes de ir a dormir. Así que prohibido leer en la Tablet o en el ordenador antes de ir a la cama. Es más, aunque el e-book ya viene preparado para estos menesteres — tinta electrónica y nivel lumínico adecuado— te recomiendo que si puedes, leas un buen ejemplar en papel.


● Y finalmente, con el fin de centrarse en realizar una sola tarea, cuando leas no pongas música de fondo o la televisión (al menos al principio). Únicamente está permitido el ruido blanco porque está demostrado que ayuda a la concentración.

¿Y tú, sufres de estrés o ansiedad?¿Has puesto en marcha alguna fórmula para lidiar con ello? Te espero en los comentarios. Soy toda oídos.

Feliz día

La caricia de Tánatos de Maria José Moreno

jueves, 16 de marzo de 2017




Hay heridas cuyas cicatrices son profundas y se alargan en el tiempo. Son huellas invisibles, inmateriales, cuyo relieve no queda expuesto a la intemperie sino que solo son perceptibles por quienes están acostumbrados a lidiar con ellas o quienes lo han vivido en su propia piel.


La violencia muda, el maltrato psicológico, se refleja en esta novela negra —que yo calificaría de thriller —y pone de manifiesto nuestra incapacidad para romper con las cadenas emocionales que nos unen a los maltratadores y los ámbitos —por desgracia tan comunes — en los que surgen estas insalubres relaciones.


La historia gira en torno a la figura de una psiquiatra, Mercedes y cuanto le sucede a nivel personal y profesional. En el momento en que la conocemos cada una de las parcelas de su vida está en un instante decisivo.


Por una parte, a nivel familiar, tiene una relación poco afectiva con su madre —quien se empeña en comportarse de manera crítica y minusvalora cada intento de acercamiento que ella emprende—, que a ella le gustaría reparar.

Tampoco las cosas en el amor le van demasiado bien. Después de una experiencia dramática en el pasado con su novio de toda la vida, ahora se escuda en el trabajo y evita de esa manera enfrentarse con la realidad. Tiene miedo. Miedo de que le hagan daño de nuevo, pero quiere salir de ese bucle y cuando conoce a Miguel, cree que es el momento de enfrentarse a sus temores y darse una oportunidad.

Sin embargo también Miguel tiene sus propios demonios, y esta relación no va a resultar un camino de rosas.


En su vida profesional, en cambio, Mercedes es brillante. Inteligente, empática e intuitiva, conoce bien la psique humana y la forma de ayudar y rehabilitar psicológicamente a los pacientes que acuden a su consulta. Entre ellos está Marina, una mujer joven y atractiva con la que mantiene una estrecha relación ya que le ha ayudado a salir de una espiral de malos tratos físicos y psíquicos. Parece que ya está preparada para rehacer su vida y de hecho, ha conocido a alguien especial. Marcos. Un hombre, en opinión de Mercedes, demasiado perfecto que despierta un recelo intenso en la psiquiatra.


Mª José Moreno hace gala en La caricia de Tánatos de toda su destreza profesional y nos deja unos personajes con un calado psicológico exquisito. Me parece especialmente reseñable la figura de Marcos donde podemos acceder a los pensamientos más profundos y característicos de un abusador psicológico.

Este personaje es un tipo posesivo y dominante. Atractivo y con cierto grado de autoridad en su vida profesional, no duda en tiranizar y ridiculizar públicamente a quien pueda demostrar que ha cometido algún error.

Revestido de una inocente piel de cordero, Marcos es un depredador emocional que socava la autoestima de Marina y la hace dudar de si misma y permanecer totalmente dependiente de los gustos y las necesidades de él. Escalofriante.


Aunque no solo me ha gustado el arco dramático de los personajes (al final de la novela todos han cambiado y crecido de forma positiva o negativa), también me ha convencido el estilo narrativo y personal de la autora que se diferencia bastante de mis lecturas anteriores donde el punto de vista no era en primera persona y la historia estaba más centrada en la acción que en los personajes.


Me ha parecido especialmente interesante el buen manejo de la anticipación —el lector siempre va medio paso por delante del protagonista y está a la expectativa de las reacciones de éste— como recurso central para crear intriga y tensión. Aunque es también un arma de doble filo porque el lector anticipa también el desenlace (aunque la resistencia interior a que ocurra lo que estás temiendo hace que continúes leyendo pese a todo).


También es un acierto el vocabulario sencillo (excepto algunos términos clínicos) y la profusión de diálogos, que hace la lectura ágil y liviana pese a sus más de quinientas páginas.


Y si he de poner algún pero, sería quizá la excesiva amabilidad en algunas situaciones y diálogos. Imagino que la autora ha querido restar dureza a una situación dramática de por si, pero esta acción ha ido en su contra y hay pasajes en los que esta benevolencia le resta verosimilitud a la historia.


En definitiva, una primera entrega de una trilogía que bucea en el mal no como una enfermedad sino como algo perverso e inherente a algunos seres "humanos" que no aceptan al otro como persona sino como objeto para la consecución de sus propios objetivos tal y como explica aquí la autora.



Te gustará si:

· Buscas empatizar con los personajes de las novelas.

· Te interesan los personajes con profundidad psicológica.

· Lo tuyo son las novelas con alma de thriller psicológico negro, negrísimo.

Con esta reseña inauguro la lista de las #autorasnovelanegra. ¿Y tú, te animas?¿Conocías a la autora o la Trilogía del Mal? Cualquier cosita, ya sabes...En los comentarios.

Feliz día.


Una de momenticos incómodos: La preguntita.

martes, 14 de marzo de 2017



Yo es que soy muy de "momentos", como ya dije con los cuarenta momenticos. Hoy traigo otro más: El de la preguntita incómoda tipo "¿De dónde vienen los niños?¿Por qué se dice “luna llena”?¿Llena de qué? ¿Porqué a Clark Kent le basta con unas gafas para ocultar su identidad?"



Y es que hay cosas que haces con gusto y aunque parecen fáciles (porque las consigues realizar con cierta soltura) no lo son, ¿verdad? Y si no, que levante la mano a quien no le hayan preparado en algún momento una envolvente del tipo… tú que manejas bien (insertar aquí cualquier habilidad cuasi básica tipo programar los canales de televisión, etc), ¿qué tal si… (¿bajas al segundo piso, donde Natalio, pobrete el hombre que vive solo —cara de congoja de tu madre que apela a toda tu sensibilidad— y no se apaña con los canales? Anda, ve y le echas un vistazo a su televisión. Total, a ti te va a llevar un suspiro…. )?



Y tú, alma cándida, bajas al segundo pensando que por muy antigua que sea la tele y aunque te cueste un rato programar todos los canales, dejarás a tu madre y al pobrete Natalio más contentos que unas pascuas, y a tu amigo Pepito Grillo bailando la Macarena ¿verdad? ¡Que no es para tanto!

Peeero resulta que al final nuestro amigo Natalio, el soltero solitario entradito en años tiene telefilia. Tachán. Y resulta que en su piso, cada habitación tiene una caja tonta, y lo que te iba a llevar diez minutitos de nada, se convierte en tres horas largas, pero larrrgas…



En fin, a lo que iba, que me pierdo por los andurriales., seguro que en más de una ocasión os han hecho una preguntita envenenada de estas, ¿verdad?



En mi caso una de las top ten es: Y tú que lees tanto, ¿qué me recomiendas?



¡Ay!



Entonces me entran, como a la Nothomb, Estupor y temblores porque si bien es relativamente sencillo hacer alguna sugerencia literaria, lo difícil es que esas recomendaciones sean acertadas. Así que si quieres triunfar con una buena propuesta literaria, te dejo (según mi experiencia) tres sencillos pasos para conseguirlo.



1.  Pregunta acerca del estilo, tema o género que le gusta.

  o Problema básico: Puede que no conozcas el autor del que te habla o que tus conocimientos acerca del género que te habla sean escasos.
            ▪ Solución rápida: Se honesta siempre. Si no tienes ni idea del género o no conoces al autor, dilo. No importa. Pide un poquito de tiempo para dar con una sugerencia adecuada. Tómatelo con calma. Con paciencia y una búsqueda rápida en San Google puedes encontrar información adecuada y en muchas ocasiones algún autor al que has leído y que ha flirteado con el género en cuestión. De esa forma puedes hacerte una idea de sus gustos y proponerle algo afín o cercano.

o Otros conflictos: Cuando la respuesta es muy tibia y no te da muchas pistas, prueba a indagar de otra forma. Por ejemplo, pídele que te cuente la última película que le entusiasmó (muchas de ellas están basadas en libros) o la última lectura que le emocionó. Estas dos pequeñas notas pueden darte la pista adecuada.



2. Para poder dar una buena recomendación es importante que tu abanico de lecturas sea bastante amplio. Como lectora te enriquecerá salir de tu zona de confort y probar lecturas de otros géneros. Y como escritora, sobra decir que es algo imprescindible.

o Problema básico: Memoria tipo “pez naranja”. Bueno, no se me alarme el personal. Cuando el número de lecturas es elevado lo habitual es no acordarse al dedillo de cada una de ellas. Pero como en todo, para este problemilla también hay una buena solución.
  •  Solución rápida: Mantener un buen registro literario de lecturas. Ya sabemos que la memoria es caprichosa y bastante puñetera. Puede que un lugar como Goodreads (o si eres más de bolígrafo y papel con un Diario de lecturas) en el que puedas apuntar lo más característico de las novelas que vas leyendo te ayude a recuperar en un momento dado el título de esa novela que quieres recomendar.


3. Feedback. Tan importante es hacer una buena recomendación como recibir las impresiones tras la misma. Yo creo que este es un punto fundamental. Saber si he acertado o si por el contrario no lo he hecho me sirve para afinar más en las futuras recomendaciones. Además, es un punto de partida para hablar sobre libros y conocer otro tipo de lecturas. Quien lee y pide una recomendación, probablemente tenga ganas de recomendar también sus aciertos lectores. Y eso es muy enriquecedor. De hecho, gracias a este último paso he descubierto autores y libros realmente interesantes que de otra forma no hubiera conocido.

¿Te ha parecido útil? ¿Y tú, qué método utilizas? Te escucho atentamente en los comentarios.
Feliz día.

Como una extraña de Rachel Abbot

jueves, 9 de marzo de 2017



El cuerpo me pedía marcha. Una lectura vertiginosa y entretenida con mucha intriga. Y encontré Como una extraña de Rachel Abbot, una novela que prometía concederme cuanto deseaba.


La historia comienza con un accidente en el que pierde la vida la esposa de David Joseph y en el que, por si esta fuera poca desgracia, también su hija de seis años desaparece en misteriosas circunstancias. Afortunadamente, años después consigue rehacer su vida con Emma y ambos tienen un bebé: Ollie. Pero el pasado vuelve a tocar a la puerta cuando un día aparece por sorpresa una chica en mitad de la cocina. Su presencia infantil suscita en Emma a partes iguales inquietud y compasión.

Además, su sorprendente aparición coincide con el descubrimiento del cadáver de una chica de unos doce años. Mientras se investiga la identidad de ambas muchachas, el inspector Tom Douglas intenta desentrañar quién está detrás del asesinato y bregar con algunos aspectos sin resolver de su pasado.


Aunque algo previsible en su argumento, la historia es muy adictiva y se lee casi del tirón. Mantiene la expectación del lector con bastante soltura hasta la mitad de la novela, cuando la intriga decae un poquito y la tensión disminuye. Pero es un asunto que resuelve la autora con bastantes tablas (no en vano este es, si no me equivoco, el cuarto volumen de la saga) entrelazando los hilos argumentales con mayor profundidad según se desarrolla la historia.


Como buen thriller psicológico, Como una extraña profundiza en las emociones y sentimientos de los personajes creando gran empatía entre el lector y los protagonistas de la novela en la que Rachel Abbot refleja el Mal —encarnado en la violencia, los chantajes, la trata de niños y el sentimiento de culpabilidad — en una amenazadora realidad que pone los pelos de punta.


Todos los personajes principales están tratados de manera correcta y verosímil (a pesar de algún rasgo arquetípico en la figura del inspector) ya que muestran en su carácter las luces y sombras propias de cualquier perfil psicológico real.


Si algo he de destacar es la sensación de congoja e inquietud que me ha acompañado a lo largo de la lectura. No se si es porque soy especialmente sensible al tema de los niños y aquí en el cariz que toma la trama la infancia se ve comprometida por circunstancias aterradoras o si sencillamente la autora ha sabido reflejar de manera magistral un ambiente cargado y con abundantes pasajes realmente espeluznantes. Quizá sea una mezcla de ambas.


Lo cierto es que en esta novela autoconclusiva ha cumplido con mis expectativas de entretenimiento a pesar de algunos momentos excesivos.


Te gustará si:


  • Quieres una lectura trepidante y entretenida.
  • Eres fan de los thrillers psicológicos
  • Lo tuyo son las intrigas y giros inesperados.



¿Conocías a la autora o la novela? ¿Qué opinión te merecen? Te espero un poquito más abajo, en los comentarios.



Feliz día.

Sin fajas y a lo loco: celebremos el 8 de marzo.

martes, 7 de marzo de 2017




No se me espante el personal, que no me ha dado el siroco ni este blog se ha convertido en un antro de desmelene, vicio y descoque total. No. El asunto de la faja va por otros derroteros.


Hace meses, a raíz de la polémica que desató el desafortunado texto de una faja, mi librera de cabecera decidió deshacerse de tamaña estrechez literaria y desde entonces sus ejemplares tienen la libertad necesaria para brillar por si mismos sin falta de bandas compresivas sexistas. Una buena solución, ¿no crees?






Pero aunque me escueza — algo ha llovido desde que C. K Chesterton afirmaba que la novela negra solo podía ser escrita por hombres —, hoy por hoy debo reconocer que el mundo de los libros es uno en los que más se refleja la desigualdad entre hombres y mujeres. También en cuanto a las autoras de novela negra. Sobre todo en relación a la visibilidad.



¿Por qué?



No es porque haya un minúsculo nicho específico enfocado a una literatura femenina. O al menos yo me niego a creer y a fomentar esta patraña aunque acepto de buen grado que hombres y mujeres reflejan el mundo desde sus propias experiencias (y, evidentemente, estas sensaciones matizan sus escritos).


Pero en este tema también aparecen más interrogantes. ¿Las mujeres escribimos menos? Creo que no. Pienso que el acto de escribir no es una cuestión de género. Entonces, ¿se nos lee menos? Tampoco me parece que este sea el motivo. Pienso que hay otras razones por las que elegimos una u otra lectura más allá de si quien empuña la pluma o aporrea las teclas es un hombre o una mujer.


Entonces, me pregunto…¿Existen los estereotipos de género literario? Sí. Y así lo demuestran a través de los años las iniciativas de Charlotte Brontë o J.K Rowling, quienes enmascararon su identidad para evitar una etiqueta de género que les dificultara su inclusión en el mundo de las letras.


Así las cosas, y aunque huyo de los extremos ideológicos, de la ridiculez de los esperpentos en el lenguaje (lo de miembras me enerva) y de la mal llamada discriminación positiva (ehmm ¿nadie se ha dado cuenta de la definición de la primera palabra por muy “positiva” que sea la segunda?), creo que hay algo que sí puedo aportar para conseguir un paso más hacia la igualdad y que va directamente relacionada con una última duda.


¿Se publican menos obras de mujeres? Pues sí. En vista de la cantidad de ejemplares de los estantes de cualquier biblioteca o librería puedo afirmar que el porcentaje de féminas entre los volúmenes es sensiblemente menor. Lo que no sé es si esta situación obedece a decisiones editoriales (me temo que sí) o a alguna otra razón que se me escapa.


En todo caso, soy una tía positiva y creo que todo esto puede cambiar. Porque en términos de visibilidad, cada una de nosotras puede hacer una pequeña aportación (leer, comprar, recomendar, elaborar desideratas para las bibliotecas…) para mejorar la situación de las escritoras.


Por mi parte, y en relación con la temática del blog, durante todo este año me propongo leer, reseñar y recomendar al menos una novela negra al mes escrita por mujeres. Y ya puestos, ¿por qué no? barreré para casa: escritoras españolas.


Dejo a continuación un esquema que iré rellenando con los nombres y títulos de las novelas negras que vaya leyendo y reseñando a lo largo de los próximos doce meses.



1. La caricia de Tánatos de Maria José Moreno.

2. Las niñas perdidas de Cristina Fallarás.

3.

4.

5.

6.

7.

8.

9.

10.

11.

12.



Y para darle la relevancia necesaria, ¿se te ocurre un hastag con el que podamos compartir la iniciativa en redes sociales? ¿ #autorasnovelanegra ?¡Dímelo en los comentarios, por favor!


Ah! Para ponerlo aún más fácil, por si te apetece secundar la idea, dejo a continuación un listado —no se me enfade el personal, por favor, soy consciente de que hay muchas más— con algunas autoras de novela negra.

  1. Maribel Medina.
  2. Susana Hernández.
  3. Maria Oruña.
  4. Ana Bolox.
  5. Dolores Redondo.
  6. Reyes Calderón.
  7. Eva García.
  8. Rosa Ribas
  9. Alicia Gimenez Barlett
  10. Mª José Moreno
  11. Cristina Fallarás
  12. Susana Rodríguez.
  13. Empar Fernández
  14. Estela Chocarro.
  15. Nieves Abarca
  16. Berna González Harbour.
  17. Mercedes Castro.
  18. Yanet Acosta
  19. Teresa Solana
  20. Vanessa Monfort
  21. María Zaragoza
  22. Lourdes Ortiz

( He omitido conscientemente los títulos de sus novelas para que cada cual elija aquella que más le atraiga, pero he pensado que aquellas autoras que ya he leído y sobre las que tengo alguna reseña, pueden guiar un poquito tu elección, así que pinchando sobre algunas de ellas puedes acceder a la reseña de una de sus novelas.)


¿Qué te parece? ¿Te unes? ¡Espero que sí!

Feliz día.

El asesinato de Pitágoras de Marcos Chicot

jueves, 2 de marzo de 2017



Polémicas aparte y a raíz de los resultados del último Premio Planeta, he recordado un libro que llevaba bastante tiempo haciéndome ojitos desde la estantería: El Asesinato de Pitágoras, de Marcos Chicot.


Nos encontramos en el año 510 A.C, en la comunidad pitagórica ubicada en Crotona, donde el anciano Pitágoras comienza a valorar la necesidad de nombrar a un discípulo que continúe con su labor y extienda sus conocimientos a otros lugares.

Para ello se reúne con su círculo de confianza (formado por seis maestros superiores) entre los que elegirá a su sucesor. Pero en esa reunión uno de ellos, el que parecía más idóneo para el puesto, muere asesinado. Poco tiempo después, otro de los maestros también es ajusticiado, por lo que Pitágoras reacciona y hace llamar a Akenón, un investigador egipcio que pese a sus maravillosas habilidades, necesitará de la ayuda de Ariadna para poder descubrir quién ha asesinado a los maestros y desenmascararlo antes de que consiga destruir cuanto ha logrado Pitágoras.



Desde el inicio de este thriller histórico con matices negros hay algo que llama la atención: la exquisita documentación de la novela. No en vano esta labor le llevó al autor dos largos años en los que se centró en investigar y reunir hechos relevantes de la época y detalles biográficos de algunos personajes históricos que posteriormente ha trasladado con gran acierto a la novela.



Como bien explica el autor en la Carta a los Lectores, muchas de las anécdotas que relata el libro (y que él ha adaptado con gran maestría creando una realidad ficcionada totalmente verosímil) son reales, al igual que gran parte del elenco de personajes que desfilan por las más de seiscientas páginas de la novela.



Pero no hay que dejarse engañar por la extensión del libro. Su lectura (excepto en algún pasaje bélico al que creo que le sobran páginas) es ágil debido a la brevedad de sus capítulos y al vocabulario sencillo. También la profusión de diálogos hacen de esta una lectura ligera en la que los cliffhanger que cierran la mayor parte de sus capítulos toman un gran protagonismo.


El autor trenza con gracia tres hilos argumentales (las intrigas políticas, el hilo romántico y la propia investigación) y los utiliza con talento para presentar un racimo de temas muy interesantes. No faltarán entre las páginas de El Asesinato de Pitágoras los dilemas morales, la amistad, el amor, el tratamiento de la igualdad / desigualdad de género, la violencia sexual y por supuesto las matemáticas.



He de reconocer que la explicación de las nociones pitagóricas en la novela —como los números enteros, el pentáculo, el número Pi o el teorema de Pitágoras —me imponían respeto porque pensaba que podían ralentizar la lectura (e incluso ser una razón para dejarla), pero una vez más, Marcos Chicot ha demostrado su faceta más didáctica y nos ha brindado de manera cercana y entendible (al menos en su mayor parte) los conceptos pitagóricos necesarios para comprender la trama.


Pero el autor no solo demuestra su destreza didáctica entre las páginas de la novela, sino que también lo hace en la caracterización de los personajes en los que ha volcado sus conocimientos de Psicología Clínica con gran acierto.


Entre todos ellos, llama la atención la figura de Pitágoras, que Marcos presenta de manera indirecta en muchas ocasiones dando lugar a que conozcamos su personalidad desde la opinión que suscita en otros personajes.

El enfoque es curioso y efectivo, pero también es notable que gracias a este recurso podamos establecer ciertos paralelismos entre la figura del filósofo y la de Jesucristo.


Una lectura entretenida y amena, en definitiva, en la que se siente el arduo trabajo entre bambalinas y cuyo resultado se degusta con agrado.


Te gustará si:

  •  Eres fan de las novelas bien documentadas.
  •  Sientes especial interés por la figura de Pitágoras o por las matemáticas.
  •  Te atraen los misterios del tipo Whodunit.

¿Y tú? ¿Conocías al autor? ¿Te interesan los thrillers históricos con tintes negros? ¡Te espero en los comentarios!

Feliz día.