Este
libro narra una historia que comienza en verano de 1978 en un pueblo imaginario
del sur de Italia. Su protagonista, Michele, rememora su vida en aquella época
y nos habla de su padre, de su madre y de su hermana. Un día emprende una
excursión en bicicleta en busca de nuevas emociones, cuando se encuentra con
una casa a bandonada a las afueras del pueblo, de aspecto siniestro. En
este territorio, el protagonista conocería a un personaje que cambiaría su vida
y que desencadenará un final sorprendente e impactante.
He leido poco de
literatura italiana, así que cuando le eché un vistazo a “la infinita”, quise
dar una oportunidad a este autor y a su pequeña obra que inevitablemente me ha
recordado por diferentes motivos a otros libros como El niño del pijama de
rayas e Intemperie. Con estas referencias, podréis imaginar que el
protagonista es un niño, ¿verdad?

La acción transcurre en
un entorno rural; en un pueblo italiano durante un tórrido verano de 1978. A
través de los ojos de Michele, de nueve años, veremos cuanto acontece a su
alrededor mientras él va descubriendo y encajando como puede (con ingenuidad y
fantasía) el secreto que decide esconder y las novedades de su día a día en un
mundo de adultos del que entiende poca cosa.
No tengo miedo se trata de una novela corta pero intensa en la
que el autor ha sabido precisar muy bien el tempo de la obra y que cuenta con
personajes definidos y muy visuales. Esa es una de las cosas que más me ha
gustado de este libro, que su narración es bastante sensitiva. Ammaniti nos
acerca la historia desde el olfato, el gusto, la vista y el oído. No se limita
a describir, sino que como lectores, somos capaces de recrear la atmósfera que
él nos detalla, y eso repercute en una introducción mucho más profunda en la
historia.
Otro asunto que me ha
encantado de la novela es el punto de vista de Michele, que el autor ha sabido
construir a la perfección a base de un vocabulario acertado y asequible, tan
sencillo y adecuadoa la inmadurez del niño como su visión ingenua y sorprendida
de la vida. Somos nosotros, los lectores los que tendremos que “rellenar”
algunos huecos de la historia y de las acciones de los adultos, que a él, por
su edad, se le escapan.
Si os gusta el formato de
un cuento contemporáneo, con su carga ética incluída os recomiendo esta lectura sencilla pero
grande; si recordais con agrado Verano Azul, o si leisteis y os gustó la
historia de Intemperie o El Niño del Pijama de Rayas os calarán
profundas las memorias de Michele.
Adentráos en sus páginas
y descubriréis un secreto duro y cruel, unos adultos de “moral distraída”, la
dificultad para aceptar las primeras traiciones y la madurez que supone la
pérdida de la inocencia. Porque ¿quién dijo que el verano es una época feliz y
serena?
Feliz día.