Método de Poe.

lunes, 16 de febrero de 2015





Para comenzar esta serie, creo que Poe puede ser un buen inicio puesto que, además de ser un autor de reconocido prestigio, es sincero desde el principio. Él mismo reconoce que muchos escritores optan por fomentar la imagen del escritor bohemio, preso de un éxtasis creativo y evitan de esta manera mostrar las bambalinas reales que existen en la creación de un texto y que invariablemente implican una tarea dura, desprovista de ese halo de misterio, magia y anhelo que habitualmente se le ha asociado al proceso de escritura. De igual forma, se aleja de las intrigas y misterios que sus coetáneos esgrimen para no desvelar su metodología de escritura, y en su “Metodo de composición” comparte con todos nosotros su fórmula de trabajo, que yo (a mi libre albedrío) he estructurado en nueve pasos.



1. Establecer el desenlace.

Poe propone comenzar por el final, y creo que en algunos casos no es mala idea, porque a veces, saber cómo ha de terminar un relato nos da la tranquilidad necesaria para hacernos las preguntas esenciales sin ansiedad. Yo lo he puesto en práctica en algunos relatos, y funciona.



2. Analizar los efectos e impresiones del desenlace.


Una vez definido el desenlace, debemos preguntarnos qué efectos queremos causar en el lector (sorpresa, tristeza, intriga…) y enumerarlos. De todos ellos, elegiremos uno que será el principal, el que nos proporcione el contexto necesario.



3. Detallar la extensión del texto


Muy importante, porque no es lo mismo saber que tienes trescientas ochenta páginas para mostrar tus efectos de, pongamos por caso misterio, que si el texto sobre el que trabajas es un pequeño relato. Para poder aplicar correctamente el efecto adecuado es necesario que sepamos (aunque sea aproximadamente), el tamaño del mismo.



4. Definir cómo mostrar el efecto.


Ya sabemos cuál será la longitud del texto que vamos a crear y qué efecto queremos provocar en el lector, por lo tanto ahora debemos valorar cómo lo haremos. Es decir, si hemos decidido que el efecto sea la intriga, podemos mostrarla de diferentes formas: introduciendo incidentes en el texto, por el tono de la narración, por la descripción del ambiente, etc.



5. Búsqueda del tono.

De todo lo anterior, podemos deducir que buscamos implicar al lector directamente creándole una emoción intensa, que debe ser la consecuencia directa de una causa clara y evidente mostrada con el medio más adecuado, con el tono preciso que corresponda. Una mala noticia, en general, no se puede dar con una carcajada o cantando, sino que necesariamente conlleva un ambiente concreto, seriedad y gravedad en los personajes, por ejemplo.



6. Revisar y definir los recursos narrativos para crear un eje sobre el que gire el texto.

A nivel estructural, la narración necesitará un eje sobre el que pueda desarrollarse el resto del texto; el puntal sobre el que podamos volcar los recursos que sean necesarios para el progreso de la historia. Por ejemplo las retrospectivas (como en “La verdad sobre el caso Savolta”), aliteraciones (utilizado más en textos líricos), repeticiones (recuerdo el ejemplo de “Mañana en la batalla piensa en mí”), etc. Conviene en este punto tener un buen conocimiento acerca de los recursos narrativos para poder elegir el que mejor se adapte a nuestras necesidades.



7. Aplicar el recurso narrativo con un pretexto acorde.


Es decir, debe haber una razón válida para aplicar este recurso (y no otro). Además, no sólo tendrás que justificar su presencia, sino que se debe corresponder con el tono y la extensión del texto.

Por ejemplo, no tiene mucho sentido utilizar la aliteración perpetua en una novela de setecientas páginas; creo que no es apropiado. Sin embargo, en un texto pequeño, de corte intimista y poético estaría más que justificado.



8. Graduar la gravedad e importancia de los sucesos.


La carga emotiva de cualquier tipo de texto suele ir “in crescendo”, por lo que si seguimos los pasos de Poe (que ha establecido desde el inicio el punto álgido de la narración: el desenlace), podremos graduar por gravedad e importancia los sucesos que queremos introducir tanto antes como después (en el caso de que queramos añadir un epílogo).



9. Predisponer al lector hacia el desenlace.

Puede que este sea el punto más complicado porque es en el que debemos averiguar cómo dotar de complejidad la trama para mantener el interés y que el texto resulte atractivo y sugestivo. Ahora es, además, cuando debemos guiar al lector a una posición propicia para que acepte la lógica del desenlace. 




¿Qué os ha parecido?¿Lo conocíais? ¿Habéis puesto en práctica aún sin saberlo alguno de sus puntos? Soy toda oídos.






Via: E.A. Poe. Método de composición [en línea].
http://www.ciuddaseva.com/textos/teoria/opin/poe01.htm

2 comentarios :

  1. Hola, guapa.

    No lo conocía, pero parece muy interesante eso de empezar por el final. Me guardo tu post para el futuro, que estas enseñanzas siempre vienen bien.

    Graaaaaacias.
    Un beso enormísimo.

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    1. ¡Preciosa! Gracias a tí por compartir esta ilusión para mejorar y acompañarme en el viaje.
      Miles de besos

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