“Lo que daría porque fuese ya de día y su dulce voz me susurrase “lavavajillas”, “espumadera” o “colesterol”…Esas u otras palabras cuyo significado aún desconozco, pero que brotan de sus labios frescos solo para mí, con la misma ternura que imprime a sus caricias cuando se detiene y me halaga al terminar de cruzar la Avenida. Pero, ahora, la luna aún brilla en el cielo y restan ocho horas de oscuridad compartida. Cuatrocientos ochenta minutos llenos de dudas por si al amanecer, la luz del sol arrastra el cielo encapotado que cubre sus pupilas y ella despierta, abre los ojos y ya no me necesita.
La aportación semanal al REC.
Feliz día.
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