Cómo la literatura negra me ayudó a transformar un televidente convencido en un lector apasionado.

martes, 29 de noviembre de 2016



Tengo al Sociólogo encadenando lecturas desde las vacaciones de agosto, y a la caja tonta con menos horas de vuelo que un avión del aeropuerto de Castellón. Siete novelas lleva el tipo. Bueno— dirás—, no es para tanto. Quizá no para ti o para mí que estamos acostumbradas a ir hilando novela tras novela, pero ver esta transformación de un adicto apasionado de la “caja tonta” me emociona hasta casi llegar al borde de la lagrimilla. Qué quieres que te diga. Soy así de sentimental.

Pero conste que este cambio no ha sucedido de la noche a la mañana, no. Tampoco ha sido algo que haya surgido de manera espontánea. Qué va. ¿Te cuento un secreto? En gran parte este cambio ha sido inducido. Mi esfuerzo me ha costado despegarlo de la televisión. ¿Quieres saber cómo lo he conseguido? No creas que son fórmulas mágicas, sino bastante lógicas y lo único que requieren es constancia, paciencia y un poco de esa “mano izquierda” que todos tenemos. Además de una buena dosis de novela de intriga. Porque, ¿qué es la vida sin una buena conspiración?

Lo confieso. He conspirado. Y lo he conseguido (al menos de momento). Aquí va la quintaesencia del método que he utilizado.
Y no puedo evitar sentirme así ;)



1. Gila y el efecto Zergainik

¿Recuerdas ese “alguien ha matado a alguien” de Gila que pretendía que el asesino se declarase culpable mediante indirectas? Pues algo así. Se trata de llegar a la meta pero dando un pequeño rodeo, sin utilizar el camino recto. Valiéndonos de métodos indirectos. ¿Cómo? Hay que despertar el interés en tu “víctima” con un poco de picardía. Busca un dato, una escena, algo en tus lecturas (incluso un libro en concreto) que sepas que le puede gustar y menciónalo como por casualidad. Cuando veas que has captado su interés, utiliza el efecto Zeigarnik (ese del que ya nos habló Gabriella ) y déjalo con la miel en los labios. Interrumpe tu explicación de repente y vete. Lárgate a otra habitación, o date una vueltita a la manzana. ¿Cruel? Si. ¿Efectivo? No sabes cuánto.*

2. No lo cuentes, ¡muéstralo! (que te vean disfrutar de la lectura).

Desde hace ya un par de años he renunciado a ver la televisión. No me aporta nada a excepción de algunas películas y series interesantes que puedo ver fácilmente online y en el momento que a mí me apetezca. Luego… ¿tele?¡Fuera! Reconozco que de esta forma he ganado algo de tiempo para otras cosas (generalmente para leer y documentarme para los relatos y la novela). Así que es más que habitual verme leyendo y tomando apuntes en casa. Y cuando ves a alguien disfrutando con alguna actividad durante un largo tiempo, llegas a valorar que es posible que te estés perdiendo algo interesante, ¿verdad?😉

3. Momento “sacrificio” (I)


No hay meta que valga la pena y se consiga sin esfuerzo. En esto tampoco. Hay un par de momentos “duros” en el proceso. El primero de ellos consiste en leer novelas, libros, artículos, etc de la temática que apasione a tu “víctima”. ¿Y el sacrificio? Pues depende de lo interesante que resulte para ti ese tema. En mi caso concreto, al Sociólogo le vuelve loco la Historia, así con mayúsculas, y a mí por el contrario, cuando el tema se vuelve un poco denso, se me hace bola. Pero todo sea por la lectura, así que le he recomendado mencionado de pasada (Zeigarnik a tope) libros como este, este y este otro en el que la Historia está presente de diversas formas. ( Y debo decir que a día de hoy se ha leído ya dos de ellos ;)).

4. Pronoia: Que el universo conspire a tu su favor (con un poquito de ayuda).

¿Sabes cuando llevas un tiempo pensando en alguien, suena el móvil y es esa persona? Pues viene a ser algo parecido. Tienes que dejar macerar un poquito el asunto, no hay que ser demasiado pesada intensa. Pero después de unos días, si dispones de los libros físicos de los que le has hablado, prueba a dejarlos más o menos a la vista.

Si hay alguna noticia en el periódico o similar (también puedes buscarlas tú a propósito —carraspeo intencionado—ejemmmm) , sácale una foto con tu móvil y coméntaselo con desparpajo (tipo “¿sabes aquello de lo que te hablé el otro día? Pues mira lo que he encontrado /dice hoy ….”). El caso es que encuentre motivación para leer esos libros de manera “externa” (guiño, guiño); que parezca que el Universo está conspirando para que se los lea.

5. Momento “sacrificio” (II) vs. recoge lo que has sembrado.

Este es el momento esperado. La cosecha. Cuando recogerás los frutos de las semillas que sembraste (probablemente hace muchas semanas o si la víctima es tozuda, pueden ser meses incluso). Pero incluso en este instante, tienes que estar dispuesta al sacrificio. Has triunfado, sí. Pero también debes estar preparada para las consecuencias. ¿Cuáles son? En mi caso pasó por compartir el ebook. Al principio dosificar mis lecturas para que él leyera con gusto fue divertido pero cuando su interés continuó en el tiempo, me resultó tan incómodo (la mayor parte de mis lecturas están en el Kindle) que tuve que buscar una alternativa (pedirle el ebook a mi madre, que lo tiene muerto de risa). Así, todos contentos. Y lo que es más importante: ¡leyendo y dando ejemplo: tengo al artista con sus casi cinco añazos súper interesado en los libros!. (Ay, que suelto la lagrimilla otra vez).








Y tú, ¿conoces algún método infalible para convertir a televidentes convencidos en lectores apasionados? Te espero en los comentarios.





* Y lo útil que me está resultando este efecto en otras áreas de la vida(escritura, aprendizaje, implementación de hábitos…).

2 comentarios :

  1. Ala, pues sí que lo has conseguido, y esta es una tarea difícil. Me ha parecido muy interesante este estudio de campo :D Biquiños!

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    1. Jajaaja, pues el Sociólogo ni se ha enterado de que ha sido objeto de un estudio el pobre...
      Besotes

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