Abril ha sido un mes difícil. El día del libro me pone al límite de mi resistencia porque ¿quién es capaz de resistirse ante los ojitos tiernos y el aroma de las páginas de una novela negra? Yo no. Y este mes a tenor de lo que veo, lleva el mismo camino.
Y es que a pesar de que tenga decenas de novelas pendientes de leer, aún a riesgo de que las estanterías cedan y caigan sobre mi cabeza como el cielo de Asterix, aunque la cartera se llene de telarañas durante unas cuantas semanas…Es inevitable.
Si acudo a algún sarao literario de importancia, vuelvo con las manos llenas.
Así que una de dos. O emigro allende los mares para evitar tentaciones o bien sucumbo ante lo evidente. Eso sí, con las justificaciones oportunas ante el desconcierto del personal. Todo por evitar una discordia familiar tipo:
—¿Vas a comprar otro libro más?
—Si…
—¿En serio?
- Es que este no es un libro más. Es EL LIBRO que llevaba esperando toda la vida. ¿No lo ves, qué bonico, por favor?
- Además, si apretujo un poquito los que tengo en la estantería todavía queda un poco de espacio. Que no estoy pensando en comprar el Ulises de Joyce, hombre. Aunque bien mirado, si los apilo así, con gracia, hasta podría entrar justo aquí, ¿no te parece?
- Aparte de que estoy retomando las buenas costumbres. Y a mí siempre me dijeron que hay que hacer caso a nuestros mayores. ¿Sabes? Mi abuela siempre decía que no dejase para mañana lo que pudiera hacer hoy…O sea que no debo dejar para mañana lo que pueda comprar y leer hoy… ¿no?
- Y hoy me he levantado bastante positiva. El sol brilla, los pájaros cantan… ¡Ah! ¿no? Llueve a mares y hace un frío que pela…Pues nada. Un día perfecto para salir a la calle, dirigirme directamente a mi librería favorita y una vez allí…
- Amén de que esta semana llevo tropecientas horas de ejercicio aeróbico (aunque el polvo de la máquina del infierno elíptica parezca indicar lo contrario). Verás. He caminado varios días desde el trabajo hasta el escaparate de mi librería favorita y finalmente me he decidido a entrar. Una vez dentro he recorrido los pasillos, he subido y bajado a los pisos superiores e inferiores ¡por las escaleras!...Eso son horas de ejercicio saludable, ¿no? Yo creo que me merezco un premio. ¡No te lo vas a creer, resulta que he encontrado ESTA JOYA!
- Encima acabo de terminar con la última novela que me ha dejado el cuerpo blandito. Ya ves. En este momento no tengo nada para leer. Bueno, eso si no miro la estantería repleta de libros pero mejor hablamos de otra cosa ¿verdad?¿Qué hizo ayer el (Barça/Madrid/el equipo/deporte que corresponda)?
- ¿Eh? ¿Qué me dices, que tengo repetido un libro? Noooo. Son dos ediciones completamente diferentes de mi novela favorita. Y acaba de salir al mercado la última reedición que, no te digo más, tiene una portada preciosa, un prólogo de infarto y la encuadernación de ensueño…
- Ah, por cierto ¿te he dicho que los libros hacen que la ansiedad y el estrés se reduzcan drásticamente? Pues sí. Ayudan a que mis problemas desaparezcan al menos durante el tiempo en el que me sumerjo en sus páginas. Y esto sale mucho más barato que un terapeuta o ir de vacaciones al Caribe como una docena de veces al año para desestresarme. ¿A que sí?
- Vale, vale, lo reconozco. Estoy afectada por el Tsundoku. Pero, vamos a ver, seamos serios. ¿Realmente hay tanta diferencia entre acumular 100 libros para leer o 101? Yo creo que no. Entonces…
- Y por si no te acuerdas es el cumpleaños de Mr. Plómez, el tipo ese tan pesado de la oficina que siempre tiene un detalle para todos. Si. Ese al que le gusta mascar chicle mostrando los molares, bailar La Macarena en todas las cenas sin excepción y leer comics en voz alta. Creo que he dado con el regalo ideal. Una novela de mi autor favorito puede abrir su mente a otras lecturas. Para que lea algo más que a Mortadelo y Filemón… Incluso para acoger al libro con ternura cuando él decline tu regalo con su elegancia habitual (Ups, no tengo ticket regalo, qué penaaaa) y te diga que ese estilo de novela no es lo suyo.
Y si todo lo anterior no vale para hacerse con el libro soñado, pondremos en marcha las neuronas. Y como este es un rincón negro, negrísimo podemos hacer que todo parezca un accidente ¿verdad?
Si es que somos débiles...
ResponderEliminarBesotes!!!
Ja, ja, ja, y que lo digas, Margari...
EliminarMil besos.