No,
no vengo a hablar de fútbol. Ni siquiera soy hincha de ningún equipo aunque se
perfectamente qué es un “fuera de juego”, conste. La cosa va por otro camino.
Por
el de la lectura, of course.
La
semana pasada os pedía que me dijeseis cómo leíais (en silencio o con ruido de
fondo; en soledad o en compañía…) porque he encontrado una iniciativa
originaria de Estados Unidos que me ha dejado patidifusa. Es una actividad que
tuvo su origen en 2010 con Christopher Frizelle como artífice y la llaman
(traducción propia) el club de lectura silenciosa.
Vale.
Dicho así, pues casi que no tiene gracia. Pero ¿y si te digo que son reuniones
para leer en soledad acompañada? Lectura en silencio, si. ¿Y si te
cuento que suelen tener lugar en bares (el original sigue convocándose en el
Hotel Sorrento)?
Ajá.
Ojoplática
me quedé. Y entonces comencé a pensar…¿Eso sería factible aquí?¿Llegará esa
moda? Porque otra cosa no, pero silenciosos y comedidos…no lo somos ni por
asomo. Culturalmente nos gustan las reuniones sociales. Somos bulliciosos,
vocingleros y ruidosos (aún recuerdo un viaje a Praga en el que pude detectar
sin ningún género de dudas a un grupo de españoles en el hasta entonces
silencioso lugar).
Se
ve, se siente, el guirigay en el ambiente. Somos así.
Pero
a lo que iba, que me despisto. Los clubs de lectura silenciosa. ¿Qué son?¿Con
qué objetivo se crearon? ¿Quién acude y por qué? ¿Por qué se celebran en bares
y no en bibliotecas?¿Tú también te lo preguntas?
Te
cuento.
Son
reuniones mensuales gratuitas que se desarrollan generalmente en un horario de
tarde – noche en un lugar (parece ser que tienen preferencia por bares)
convenientemente ambientado con luces e incluso puede que con música de fondo
en directo. La convocatoria suele congregar a unas veinte personas que acuden
al lugar con una lectura propia (libro, periódico, revista, etc) y con el único
objetivo de leer y tomar una copa (en solitario) mientras se disfruta de la
lectura si se presta la ocasión.
A
diferencia de los clubs de lectura tradicionales, aquí nadie busca comentar sus
apreciaciones, conjeturas o impresiones. Sencillamente se acuerda una regla de
silencio (que suele durar de una a tres horas según los casos) para leer sin
distracciones.
Por
lo que he podido apreciar, lo que más valoran los asistentes de estas reuniones
es que salen de casa y se “socializan” en un entorno menos institucional que
las bibliotecas y menos impredecible (por aquello de las condiciones
atmosféricas) que los lugares al aire libre. Hay quien lo toma también como un
empuje para cumplir el reto personal de leer cierta cantidad de páginas
mensuales integrándolo en su agenda. No está nada mal como motivación extra,
¿verdad?
Dicen
que hay algo mágico en compartir el silencio y afición con extraños; que da
sosiego y recogimiento, como si estuvieras en una catedral. En cierto modo
puede que la cosa tenga su gracia porque el entorno se busca con mucho mimo. No
vale cualquier lugar sino que debe ser uno con cierto encanto, que invite a
relajarse, a leer. Un sitio con asientos cómodos y buena iluminación (se me
ocurre que una cafetería tipo Starbucks podría ser un lugar idílico para quien
sea amante de la lectura y del café).
Y
el espacio de dos horas no es demasiado para apoltronarse un poco, además. Creo
que como en las recomendaciones para los tiempos de descanso en la conducción
de vehículos, es el tiempo justo para desear moverse un poco, desentumecerse y
volver a decir algunas palabras en voz alta.
Creo
que, de poder implantarse aquí, el requisito de más difícil cumplimiento sería
mantener un clima de silencio absoluto. No vale ni murmurar, ni leer en voz
baja. Solo se permite el ruido de las páginas al pasar y los carraspeos propios de los
lugares concurridos. Nada más.
(En
nuestro descargo, te diré que los españoles no somos los únicos a los que les
cuesta guardar silencio cuando compartimos el mismo espacio porque he leído que
para mantener este ambiente en algunos lugares tienen que repartir unas
tarjetitas con el lema “Shhhh” que se entregan a quienes no pueden/quieren/
saben mantener sus labios sellados.)
En
cualquier caso me parece una iniciativa muy interesante a la que veo infinitas
posibilidades (podrían ser reuniones temáticas aderazadas con una música acorde
a las lecturas por ejemplo) aunque no sé si tendría cabida por aquí.
¿Tú
qué opinas? ¿Conocías la iniciativa?¿Crees que podría funcionar? ¿Dónde las
celebrarías? Es más, ¿te animarías a montar una? ¡Te espero en los comentarios!
Feliz día.
Ni idea de esta iniciativa. Pero creo que sería difícil copiarla aquí. Dos horas con gente a tu alrededor y no hablar en ningún momento? Me parece difícil.
ResponderEliminarBesotes!!!
¿Verdad que sí?Con lo que nos gusta el "bureo"...
EliminarMil besos
Juas! O sea, que sería extender el clima de "mi" biblioteca a un bar! Sinceramente, lo que me faltaba, porque creo que me sería completamente imposible entrar en un sitio, ponerme a leer y a poco que alguien diga algo dejar de ser la chistadora oficial. Jajaja. Claro que aquí yo no chisto, yo grito: "os voy a echar a la calle!!" ¿Te imaginas?
ResponderEliminarAna, hija, me muero de risa contigo. Lo tuyo sería para hacer una serie - tipo en la tv. Bibliocámera. Ya te veo de protagonista. Con una recortada bajo el mostrador y toda una serie de personajes (a cada cual más peculiar) en la biblioteca. Me juego un euro ganador a que tienes miles de anécdotas para nutrir la serie. ¿A que sí?
EliminarBesotes mil.