Esto de pasar un ratito con la familia, lejos de ser un momento tranquilo, se está convirtiendo en un deporte de riesgo. No necesito hacer puenting para que mi nivel de adrenalina suba a cotas inimaginables, no te digo más.
Mi tía Julia ha venido a pasar unos días a Mordor, con nosotros. Desde que se quedó viuda suele visitarnos cada cierto tiempo. Fiel a sus costumbres, ha llegado recién teñida y con su corte de pelo algo anticuado; ese que asocio a su imagen desde que yo llevaba trenzas. Ha traído sus gafas de montura de alambre, sus manos de dedos entrelazados, su sonrisa deslavada y ese misticismo que recubre cada uno de sus movimientos.
Y sin embargo, a pesar de que su imagen dista bastante de ser provocadora o incitar al deseo, parece ser que la tía Julia, con su olor a tiempos remotos, su timidez y su sonrisa melancólica ha conseguido —con el inevitable alborozo de mi madre—, despertar el interés de Natalio, el vecino solterón del segundo que anteayer la convidó a un café
—¡Un partidazo, Julia, un partidazo! — repetía mi madre sobre la mesa de la cocina desplegando sus célebres artes de Celestina (que adquirió más o menos cuando Jesús Puente presentaba Lo que necesitas es amor) —. ¿Verdad txiki? — continuó dirigiéndose a mí con su perorata mientras articulaba a espaldas de mi tía una sucesión de gestos que harían las delicias del más avezado de los jugadores de mus—. Anda, venga, díselo tú.
Y allí estaba yo. Como una equilibrista a punto de dar el salto decisivo en el trapecio. Sola ante el peligro. Sin red. Con dos pares de oídos pendientes de mis palabras. ¿Qué argumentos podía esgrimir para no faltar a la verdad y al mismo tiempo satisfacer los deseos de mi madre?
Recordé el piso de Natalio. Limpio, cuidado. Cada habitación amueblada con su correspondiente televisor para batallar contra la soledad. Y las estanterías repletas de libros… ¡Los libros! ¡Mi salvación! Natalio lee. Y un lector es un partidazo. Eso sí que es verdad. Así que rauda y veloz me lancé a enumerar las razones por las que efectivamente, Natalio podía ser un buen compañero para mi tía Julia:
TOP 7: PON UN LECTOR EN TU VIDA.
· Los buenos lectores lidian mejor con el estrés y con la soledad. Para él/ella y para ti, en este mundo que tenemos, eso es crucial.
· Un lector siempre necesita su propio espacio y su tiempo para dedicarlo a leer. Como consecuencia, tú también posees un espacio y tiempo propio en el que tu pareja lectora no te molestará.
· En general, son capaces de empatizar mejor. Los lectores entran en miles de aventuras, de historias, y de personajes. Por eso son más capaces de ponerse en la piel del otro y de crear unos lazos emotivos más profundos.
· Suelen tener buena memoria. Además de recordar las historias leídas, el ejercicio de la lectura es una medicina excelente contra el olvido de fechas especiales, por ejemplo. Y si su súper - poder no es la memoria, es posible que lo compense con alguna otra facultad: por ejemplo la cuadernofilia (lo apuntará con una caligrafía exquisita en algún tipo de libreta preciosísima con un bolígrafo/pluma/roller maravilloso).
· Aunque no sea un lector compulsivo, probablemente tendrá conocimientos generales sobre temas muy variados en relación a sus lecturas. Por eso es un compañero perfecto para eventos sociales puesto que nunca le faltará conversación.
· Ese profundo conocimiento también jugará SIEMPRE a tu favor (recuerda que, además de las novelas, hay libros de múltiples disciplinas: música, fontanería, sexo…)
· Y por supuesto, cuando pienses en un detallito con un lector (cumpleaños, día señalado, agradecimiento…) siempre sabrás qué regalarle ¿verdad?
¡Todo son ventajas! ¿Y tú, ya has puesto un lector en tu vida?
Feliz día.
Jajaja, me encantan tus descripciones. No sé qué haces que no estás ya centrada en escribir una buena novela.
ResponderEliminara) Yo creo que Natalio es gay. Es imposible que un tío tan rotúndamente organizado sea heterosexual, te lo digo yo, que tengo una amplia experiencia en el tema. Y si no lo es, entonces es un tiquimiquis de cuidado...
b) Dile a tu tía Julia que en caso de no ser gay que pille la alternativa del "follamigos", o como presupongo que se escandalizará ante tamaña palabra, dile que las ventajas de tener un maromo soltero a estas alturas de la vida es verse únicamente los fines de semana, así luego, cada mochuelo a su olivo a leer sus libros en sendas casas. Que a esas edades lo más normal del mundo es que ya no se aguanten ni ellos mismos en convivencia, como para aguantar a alguien ajeno.
c) Mi chico no es lector, pero es gamer, friker, y todo tipo de "er" que puedas añadirle, con lo que -además de vivir en su casa y yo en la mía- también necesita su ratito de ocio personal a solas, tal y como lo necesito yo cuando escribo o leo...
Un besote.
Ay, Ana, gracias por tu comentario. Eres un sol. Lo de la novela...Debería, pero soy una artista de la procrastinación. A ver si mejoro algo...
EliminarEn cuanto a lo de Natalio y mi tía Julia...pues voy a confesarte que están bastante ficcionados porque no quiero que nadie se me mosquee, pero puede que Natalio tenga ese puntito jajaj.
¡Pero que bien tener un "er" en tu vida! Eso te da muuucho espacio.¡Es genial!
Mil besotes, reguapa.
Sin duda, todo son ventajas :D
ResponderEliminarMe ha encantado ;)
Un beso.
¿A que sí? Mil besotes, Adella
EliminarMe ha encantado. Ahora mismo me voy a compartirlo para no privar a nadie de unas buenas risas. Eres genial :) Biquiños!
ResponderEliminarMuchas gracias, corazón. Con compañía como la vuestra, me siento casi casi tocando el cielo ;)
EliminarPor cierto, ya estoy esperando una nueva entrega de Sam, eh?
Mil besetes
Qué mona, tu madre de casamentera. Y que suerte que tengas al Señor Natalio cerca. Vamos, que si tú tía no lo quiere... ya se lo presento yo a alguien. Jajajaj.
ResponderEliminarMuy buena perspectiva, gracias por este rato mañanero.
Gracias a tí , Literary por pasarte y comentar. En cuanto vea si mi tía se decide te lo digo jajaja.
EliminarBesetes