Esta ha sido mi primera aproximación a Somoza; un autor con importante bagaje literario, premiado por crítica y público y que ostenta un componente camaleónico— ha escrito novelas de género variado también algunos relatos, guiones de cine e incluso obras de teatro—. Un currículo envidiable, vamos. Por eso esperaba mucho de esta lectura.
Pero.
Aunque en líneas generales me ha gustado la lectura (agradezco de vez en cuando una novela negra que no esté protagonizada por el consabido guardián del orden), reconozco que en más de una ocasión me he sentido totalmente desorientada en mitad de este desigual universo somociano en el que las virtudes y flaquezas de la narración se van superponiendo durante todo el desarrollo de la historia.
Lo mejor de la lectura ha sido sin duda el estilo del autor —sorprendente en este género— que hace gala de una prosa muy cuidada que en algunos pasajes me ha recordado a Tomeo. Los recursos de los que hace uso son interesantes aunque insisto, extraños para un género en el que cualquier ornamentación queda fuera de lugar. Además, curiosamente, el estilo narrativo de Somoza es uno de los elementos que, en mi opinión, sostiene el interés cuando el argumento se relaja.
Me han gustado sus reiteraciones, ese no saber a qué se refiere con ese “así era Quirós” que repite cada cierto tiempo, si a un pasado perfecto o a una suposición del destino fatal del personaje, las muestras de meta - literatura que introduce con los relatos de Soledad y esa atmósfera en ocasiones irreal, casi onírica que conjuga bien con una obra en la que el recurso de la elipsis está presente —no tengo claro si intencionadamente o no— a lo largo de todo su desarrollo.
También he disfrutado de los recuerdos, las ensoñaciones y reflexiones del investigador/matón como recurso para conocer al personaje… Pero a pesar de estos elementos interesantes, La caja de marfil me parece ante todo una novela irregular.
Comienza con ritmo de locomotora: lento y cadencioso, pero termina de modo acelerado. Quizá incluso demasiado. Los personajes, a excepción de Quirós —un detective – matón entrado en años, lo que le provee de una inusual ternura —, fluctúan entre los clichés y la superficialidad en su retrato.
Tiene algunos giros argumentales interesantes aunque otros resultan poco convincentes y resaltan como recortes mal pegados en la historia. Y los temas, a pesar de ser atractivos y variados —corrupción, violencia gratuita, bandas juveniles, el sentido de pertenencia…— pedían un desarrollo algo más profundo, pero a excepción del mundo de las películas snuff, se quedan simplemente pincelados.
Tampoco el desenlace me ha convencido, pero en este caso creo que es un tema personal. Hay algunas reglas dentro del género negro que no me importa que se rompan. Incluso en algunos casos me divierte y da lugar a nuevas líneas en este estilo de narración. Pero hay otras que me parecen fundamentales, como la concerniente al antagonista.
Para mí es necesario haberlo conocido de algún modo, que haya estado presente en la narración, sobre todo en los whodonit. Me gusta que el autor me desconcierte, que me “engañe” para dar un golpe maestro cuando se descubra al asesino. Y en esta novela, eso queda algo deslavado. Conocemos al antagonista de manera singular, por sus pensamientos y acciones, pero su figura queda muy difusa entre el elenco de personajes con los que no mantiene ninguna relación.
Según he leído posteriormente por la red creo que esta no ha sido una buena elección para iniciarme con el autor, pero la etiqueta de “novela negra” me incitó a su lectura. Por eso el autor se queda aún en la estantería de pendientes. Quizá con otro estilo termine de convencerme.
Te gustará si:
* Buscas una lectura sin pretensiones.
* Lo tuyo son los recursos literarios.
* Eres fan de Somoza.
¿Conocías a Somoza? ¿Qué novela suya me recomiendas? Te espero en los comentarios.
Feliz día.