Microfilias: La decisión de la señorita Baras

lunes, 31 de marzo de 2014



En enero fueron las heladas, y en febrero una tempestad de nieve. Para marzo ya esperaba la ventisca, y por eso en abril no le sorprendió la intensidad de la borrasca. Iso reconoció que, aunque aún echaba de menos algunos buenos momentos, la mejor decisión fue poner punto y final a aquella relación tan tormentosa.

Mi aportación al ENTC de este mes; la ilustración es de Paloma Hidalgo.

Microfilias: El penúltimo bisonte de la manada.

viernes, 28 de marzo de 2014




Inspiras. Zancada. Zancada. Expiras. Otra vez. La transpiración llega y con ella la sensación de plenitud que precede al absoluto convencimiento de haber llegado al límite y que acude justo en el momento preciso en que dejas de concentrarte en el sufrimiento físico y te animas a fantasear. A enlazar pensamientos sin perder el ritmo que has establecido.

Inspiras. Zancada. Zancada. Expiras. Divagas. Miras el cielo preñado de lluvia, tal vez plomizo. Olfateas la tenacidad y el afán de superación de quienes como tú recorren el camino señalado, el singular entorno de Atapuerca. Y piensas que quizás, forjas una impronta sellada en tus genes, que eres descendiente de aquellos que antes que tú corrieron bajo tus huellas recién impresas.

Inspiras. Imaginas la época en que correr significaba dar caza y no ser cazado. Zancada. Trotas por los caminos desgastados como tus ancestros cuando buscaban alimento o huían de un destino aciago entre dentelladas. Zancada. Corres imaginando ser el penúltimo bisonte de la manada, aquel a quien el depredador no alcanzará tan sólo porque otro más débil o menos rápido será su presa. Expiras. Y vuelves de tu ensoñación al tiempo de cruzar la línea de meta, con la emoción de haber sentido por un instante ser parte de la Historia.

Presentado al IV Certamen de Microrrelatos Cross de Atapuerca

Bartleby, el escribiente de Herman Melville

miércoles, 26 de marzo de 2014



“Bartleby, el escribiente" es una de las narraciones más originales y conmovedoras de la historia de la literatura. Melville escribió este relato a mediados del siglo XIX, pero por él no parece haber pasado el tiempo. Nos cuenta la historia de un peculiar copista que trabaja en una oficina de Wall Street. Un día, de repente, deja de escribir amparándose en su famosa fórmula: "Preferiría no hacerlo". Nadie sabe de dónde viene este escribiente, prefiere no decirlo, y su futuro es incierto pues prefiere no hacer nada que altere su situación. El abogado, que es el narrador, no sabe cómo actuar ante esta rebeldía, pero al mismo tiempo se siente atraído por tan misteriosa actitud. Su compasión hacia el escribiente, un empleado que no cumple ninguna de sus órdenes, hace de este personaje un ser tan extraño como el propio 
Bartleby.





Este es uno de esos libros que llegan a tus manos por casualidad. De esos que por cortitos, les haces un hueco entre novela y novela, pensando que son algo liviano y superficial. Y, aunque no es un tratado denso, la obra supone algo más que una lectura trivial de sus escasas ochenta y seis páginas.
Melville nos saluda desde 1853 con un lenguaje rico y culto, y con una historia que por lo surrealista podría ser el inicio de la corriente que posteriormente desarrollaron Kafka o Vila-Matas en nuestros días.





Herman Melville (1819-1891) escritor y poeta americano, desempeñó oficios tan dispares como copista, oficinista, maestro, granjero o marino antes de dedicarse por entero a la literatura. Publicó Typee en 1846, que acercó la Polinesia al mundo occidental con gran éxito por lo que continuó con el género en Amoo (1847) aunque esta vez lo ambientó en Tahití. Posteriormente publicó Chaqueta Blanca (1850) donde anuncia la temática que desarrollaría en el libro publicado al año siguiente y con el que ha pasado a la historia de la literatura: Moby Dick. A pesar del éxito, él siempre sintió que la obra no se había comprendido, y continuó buceando en la psicología humana, donde su máximo exponente será Bartleby, el escribiente.




En esta novela corta, el autor nos presenta a un abogado de Wall Street (él es realmente el protagonista de esta historia, quien nos hará discurrir posteriormente por su forma de enfrentarse a la realidad que le presenta Bartleby) del que no sabemos apenas nada; ni su nombre ni su edad. Tampoco es que nos desvele demasiado de sus otros personajes, pero al menos sabemos los alias por los que se le conocen. Así, sabremos que trabajan para él Turkey (pavo), Nippers (tenazas) y Ginger Nut (nuez de jengibre) además de Bartleby.

El ambiente que recrea el autor es, cuando menos angustioso ya que el despacho en el que pasan los días todos los personajes no parece muy aireado ni tiene vistas al exterior, y recoge día a día la naturaleza voluble e irascible de Turkey y Nippers que, para alivio del abogado se coordinan cuando dan salida a sus explosivos caracteres (uno por las mañanas y el otro por las tardes). De Ginger conocemos algo menos; es el chico de los recados, el encargado de llevar al despacho los pastelillos de jengibre que le dan el apodo.

Y Bartleby es el punto de inflexión en la vida de todos ellos. Algunos, como el abogado serán conscientes de ello, y otros símplemente se verán influídos por él inevitablemente y de la manera más sutil posible. Mediante el lenguaje. Porque ese “preferiría” del que hace gala Bartleby, se va colando poco a poco en el carácter de todos ellos, horadando como el agua a la piedra la forma de ser en que se han parapetado hasta entonces.

El autor de Moby Dick nos deja aquí una especie de “veneno adictivo”, porque es imposible leer esta obra sin que posteriormente quede en nuestras mentes y nos haga plantearnos multitud de cuestiones: ¿Hasta qué punto podemos oponernos a las normas?¿Y si no nos oponemos sino que “preferimos” no acatarlas?¿Realmente podría ser que nadie supiera cómo actuar en ese caso, que no tuvieran forma de saber enfrentarse a una resistencia pacífica? 

Y esto inevitablemente nos da que pensar que las reflexiones de Melville en 1853 podrían ser extrapolables a nuestra época, en la que los casos de resistencia pasiva se dan (quizás menos de lo esperado en las circunstancias sociales que nos rodean), y que la respuesta a ellas no difiere tanto de lo que nos cuenta el autor. Hay quien responde con violencia, y hay quien se muestra indolente disfrazándolo de buena voluntad.

Lo que está claro es que es un librito tan interesante como breve, y que os recomiendo si os apetece pensar un poquito. Por cierto, también existe una adaptación al cine del año 2001, aunque no sé qué tal será porque no la he visto.

¿Y vosotr@s? ¿Lo conocíais? ¿Os animáis a su lectura?
Feliz dia.

¿Qué personaje eres?

lunes, 24 de marzo de 2014




Hace un tiempo, Mónica nos mostraba un juego que me pareció muy gracioso. Se trata de responder a unas cuantas preguntas para saber qué personaje literario eres. Está en inglés pero creo que es bastante fácil de seguir.
Os dejo el enlace:


¿Qué personaje eres?

A mí, pese a darme sarpullido todo tipo de merengadas parece ser que el perfil que más me caracteriza es el de Julieta, aunque reconozco que tras leer con atención la explicación por la que me identifican con Julieta, me parece menos malo. Incluso diría que ha acertado en algunas cosas.


Divagaciones fuera, que me pierdo. El juego es divertido y cortito, así que ¿Os animais? Contadme por favor ¿Qué personaje sois?

Radio Filias: Piel de Pantera - Javier Alvarez

viernes, 21 de marzo de 2014


Allá por 1995 un desconocido Javier Alvarez saltó a la fama con su primer disco y la canción "La edad del porvenir". Caí rendida a su estilo intimista, sencillo, e inconformista. También tenía la colaboración de Ana Belén y Pedro Guerra, así que casi era un acierto seguro.  Pero a diferencia de todo mi entorno, el corte que me traía de cabeza era el ocho, "Piel de Pantera".
No se si la conoceís pero aquí os la traigo con la esperanza de que os guste. A mi, además de a nostalgia (allá quedan los noventa), me sabe a denuncia y a realidad.
¿Qué os parece?



 Recomendación literaria:



Nana es la obra maestra de Émile Zola. Cortesana de una gran belleza provocadora, Nana destruye a todos los que la desean. Encarna las debilidades de una sociedad corrompida, sedienta de goces, que va a caer en el drama de la guerra. Esta pintura audaz y ácida del desenfreno le valió a Zola ser acusado de obscenidad, pero confirmó su talento de novelista. 

En la recomendación de hoy, he dudado entre muchos títulos, pero finalmente me he decidido por este Nana de Zola que espero leer a lo largo de este año. ¿La habéis leído?
 

Microfilias: ...Ni come ni almuerza

jueves, 20 de marzo de 2014






La vergüenza que nos ganamos aquella noche, en cambio, nos acompañaría para siempre. Cada uno actuó después según lo esperado, intentando sobrellevarla como mejor pudo o supo hacerlo: María se la cargó al hombro, desde donde ella se balanceaba y observaba todo como el loro de un pirata; Joaquín intentó ignorarla matriculándose en una escuela de idiomas para poder entonar en un perfecto finés un “perdone señora, pero no entiendo su idioma” cada vez que ella le hablaba. Y yo, a causa del hambre que me invadía, la oculté sin miramientos bajo la alfombra, desde donde sé que, felina y ávida, me espera agazapada.

Mi aportación al REC semanal.

La Mujer Justa de Sándor Márai

miércoles, 19 de marzo de 2014






Una tarde, en una elegante cafetería de Budapest, una mujer relata a su amiga cómo un día, a raíz de un banal incidente, descubrió que su marido estaba entregado en cuerpo y alma a un amor secreto que lo consumía, y luego su vano intento por reconquistarlo. En la misma ciudad, una noche, el hombre que fue su marido confiesa a un amigo cómo dejó a su esposa por la mujer que deseaba desde años atrás, para después de casarse con ella perderla para siempre. Al alba, en una pequeña pensión romana, una mujer cuenta a su amante cómo ella, de origen humilde, se había casado con un hombre rico, pero el matrimonio había sucumbido al resentimiento y la venganza. Cual marionetas sin derecho a ejercer su voluntad, Marika, Péter y Judit narran su fallida relación con el crudo realismo de quien considera la felicidad un estado elusivo e inalcanzable.
Márai inició su carrera literaria como poeta y ese aliento pervive en La mujer justa. En esta novela están sus páginas más íntimas y desgarradas, las más sabias. Su descripción del amor, la amistad, el sexo, los celos, la soledad, el deseo y la muerte apuntan directamente al centro del alma humana.






Hay libros que te dejan un maremagnum de sensaciones tan dispares que, colocadas en la balanza no sabes valorar qué lado pesa más. Algo así me ha pasado con este libro. En vista de las reseñas tan positivas que había visto de este escritor, y al ser totalmente desconocido para mí, decidí leer este libro. Os cuento las sensaciones que he tenido al leerlo.


Sandor Márai (Eslovaquia 1900 – San Diego 1989), escritor, y periodista húngaro vivió varios años en Leipzig, Weimar, Múnich y Berlín, donde aprendió de escritores y artistas y comenzó a ganarse la vida con poemas, relatos breves y artículos periodísticos. En los años treinta comenzó a escribir novela y teatro con bastante fama, por lo que en los cuarenta ya era un autor de reconocido prestigio. Conocedor de la obra de Kafka y Zweig, también escribió poesía, teatro y ensayo dejando títulos como Divorcio en Buda, El último encuentro o La herencia de Eszter. Con la llegada de Hitler, su postura antifascista le obligó a abandonar Hungría en 1948 para terminar estableciéndose en Nueva York en 1952. Recogió sus vivencias del conflicto en libros de memorias como Confesiones de un burgés o ¡Tierra, tierra!. Cuando cambió el régimen nuevamente, volvió a ser reconocido, pero nunca volvería a instalarse en su país. Se suicidó en 1989, unos meses antes de caer el muro de Berlín.

El libro se estructura en tres partes, que corresponden a las narraciones de los tres personajes de un triángulo amoroso, en los años cuarenta, en la convulsa ciudad de Budapest. Como imagináis, el triángulo está compuesto por un matrimonio fallido (el de Marika y Péter) y una tercera persona (Judit). Sin embargo, lejos de ser una historia manida, el autor nos presenta una visión de conjunto compuesta por las voces de los tres personajes, dando de esta forma un estilo narrativo muy interesante.

Tenemos así, la oportunidad de conocerles muy profundamente, ya que van desarrollando sus pensamientos y su forma de ser sin necesidad de ocultar nada. Para ello Márai se vale del recurso de la  “confesión”, puesto que los tres protagonistas se confiesan frente a un interlocutor, papel que en muchas ocasiones acepta el propio lector, acercándonos de esta forma mucho más a la narración.
Así, conocemos que la naturaleza de la primera esposa está ligada al concepto del amor, que el marido es un hombre algo neurótico, obsesionado con las obligaciones y el significado de su papel burgués en la sociedad, y finalmente, la segunda mujer, quien desde un punto de vista más cercano a la primera, hace hincapié en la vida posterior al asedio de la ciudad.

Aunque el autor prescinde de los diálogos, sabe llevar el ritmo bastante bien pese a que en algunos pasajes (sobre todo en la segunda parte de la novela, debido a las divagaciones del marido), la lectura se ralentiza bastante.
Esto, junto con el “efecto montaña rusa” que ahora os comento, son las dos piezas de este libro que menos me han convencido. Y es que el interés que proporciona la primera parte del libro decae totalmente en la segunda, para remontar a un nivel medio en el tercer capítulo de la novela dejándonos —al menos a mí— en una especie de desconcierto porque esperaba que en esta última parte del libro el autor nos diera “algo más”; un punto de giro, una explicación quizás, que diera más color a la historia.

No obstante, las palabras que usa el autor en esta novela tienen mucha sustancia, y nos permiten disfrutar de un estilo personal admirable, de una prosa bien escogida y de frases tan interesantes como estas:



Porque cuando las personas se preparan para algo con empeño y seriedad durante mucho tiempo, ese algo, al final sucede.


Los pobres no sólo quieren una vida mejor. No, los pobres también pretenden dignidad, porque saben que están soportando una gran injusticia y por eso el mundo los respeta como a héroes.



Cuando nos damos cuenta de los sucesos decisivos, la mayoria de las veces ya han pasado y no nos queda más remedio que acptarlo y salir corriendo a avisar a un abogado, a un médico o a un cura.



Un libro que nos deja un regusto a época pasada, a elegancia y decadencia. Una lectura para degustar pausadamente. ¿Os animáis?

Feliz día.