Te dejé ir de Claire Mackintosh

jueves, 27 de abril de 2017



 ¿Sabes cuál es el truco más efectivo de un buen mago? Desviar la atención. Así consigue atraparte desprevenida y logra que el resultado final sea sorprendente y asombroso. Lo se de buena tinta. De primera mano.


Algo así es lo que alcanza Claire Mackintos con Te dejé ir.


Nada por aquí________________________________________________________________                                                                                                

La novela —impresionante para ser una primera incursión literaria—cumple con los elementos básicos de un buen thriller psicológico, por lo que como lector disfrutarás de: obsesiones, traumas, sueños y pesadillas recurrentes, conflictos entre los protagonistas y su entorno familiar, identidades falsas…

Pero también esta lectura te exigirá algo para que puedas disfrutar de la historia en su totalidad: paciencia.


Sobre todo en la primera parte, que es donde la autora siembra las bases para —de manera posterior— interpretar correctamente tanto la novela en general como las acciones de los personajes. Para ello, la autora se detiene —un poco más de lo deseable— en explicaciones y parece que la tensión y la intriga se vayan apagando poco a poco.


Sin embargo, es un ardid más de la escritora que consigue que lleguemos al final de esta primera parte con las defensas bajas y el despiste adecuado para dejarnos con la boca abierta tras un giro argumental magistral que desemboca en una segunda parte mucho más vertiginosa y adictiva.




Nada por allá_________________________________________________________________



En cuanto a la estructura estilística, la novela cuenta con todos los ingredientes imprescindibles de un buen best seller al uso y no faltan los capítulos breves, el estilo sencillo y una intriga emocional bien dosificada durante toda la lectura.


Los personajes, aunque quizá algo arquetípicos en algunos casos, están bien perfilados y todos tienen su motivo para actuar en la forma en que lo hacen, por lo que es fácil empatizar con ellos (u odiarlos si es el caso). Es especialmente destacable el estudio psicológico de uno de ellos (no diré demasiado para no spoilear nada). En su temperamento están excepcionalmente retratadas las fases por las que pasa una víctima de la violencia de género: Negación, culpabilidad, anulación de su personalidad…Brutal.


También son de interés los temas que toca (algunos de manera más superficial que otros): acoso escolar, problemas de conciliación laboral, la culpabilidad, la soledad, los errores de caer en las típicas ideas preconcebidas…


Y todo ello desde dos narradores diferentes, lo que confiere un ritmo bastante interesante a la trama. Durante la primera parte, la novela transcurre en tercera persona cuando la acción se refiere a la investigación del caso y en primera persona para la protagonista, mientras que en la segunda parte entra en escena otro narrador en primera que parece dirigirse directamente a alguien (que en un primer momento no sabemos quién es), lo que crea mayor suspense y le da chispa a la novela.




Un, dos, tres…¡et voilá!____________________________________________________



Aunque Te dejé ir es una lectura muy entretenida, no será una de esas novelas que pasarán a la posteridad. Y sin embargo tiene ese nosequé que queseyó que resulta tan atractivo y adictivo.


¿Por qué?

Porque está escrito desde la emoción.


Por eso resulta tan auténtica y consigue conectar directamente con el lector de tal manera que los errores e imperfecciones (como las excesivas páginas en algunos pasajes, los diálogos poco creíbles y algún giro argumental demasiado telenovelero) se diluyen dentro de la vorágine de sensaciones intensas que causan su lectura.


La primera parte está bien, sin más. Se lee fácil pero se hace un poco larga. También es, probablemente en la que menos emoción incluye la escritora. Pero después, en la segunda, toda contención se va al traste. La acción apremia, el entorno se vuelve agobiante, hostil, y el sufrimiento tan palpable que es inevitable una emoción por parte del lector. Por eso funciona. Por eso esta historia se hará un hueco en tu memoria.


Y es que si Te dejé ir tiene algún punto fuerte destacable —además del consabido giro argumental del que todo el mundo habla— es que la autora escribe sobre algunos temas con una sensibilidad exquisita ya que se basa en su propia experiencia.


De hecho, Claire Mackintosh fue agente de policía y en el curso de su trabajo se encontró con un caso como el que refiere en la novela. Además, también sufrió la pérdida de un hijo, por lo que los pasajes relativos a los sentimientos de dolor por la muerte del niño son especialmente profundos y acertados.



Una novela, en definitiva, entretenida y con algunos escollos perfectamente salvables porque sabe llegar, sorprender y asombrar.


Te gustará si:

● Eres fan de los giros argumentales.

● Te gustan los thrillers psicológicos.

● Sueles empatizar con los personajes.

¿Te animas a leerla?

Feliz día.


Blogfesiones bochornosas: Soy un fraude.

martes, 25 de abril de 2017



Hay días en los que la realidad se empotra en mitad de tu vida. Aparece de repente así, sin avisar y ¡zas!, te das cuenta de que eres un fraude. Así, sin medias tintas. Sin paños calientes.


Te cuento.


Ayer tuve un episodio de ilusionismo en mi trabajo. Podrías pensar que , llenar de magia una jornada laboral es algo encantador, pero no. No es esa la clase de prestidigitación a la que me refiero. Más bien es al que se realiza entre bambalinas: a los trucos, tretas y artificios. A las emboscadas y estratagemas del engaño profesional.


No era mi primera vez con los “amigos de lo ajeno” —en veinte años trabajando de cara al público he vivido algún que otro momentico tenso, es normal—, pero siempre tuve los arrestos (o la suerte) necesaria para que aquello no pasase de una simple anécdota.


Pero ayer la celebración del día del libro (si, aquí en Mordor gracias al gigante comercial del triangulico verde, se proclamó el 24 de abril como el día del libroL) me trajo además una situación inesperada y bastante incómoda.


Efectivamente. Me la jugaron. Ayer me hicieron el “truco del almendruco” y me robaron delante de mis propias narices unos cuantos lereles sin que yo fuera capaz de percatarme hasta que fue demasiado tarde. No entraré en detalles que no vienen al caso, pero reconozco la vergüenza y el mal rato que pasé al darme cuenta de que me habían engañado y yo no me había dado cuenta. Lo hicieron muy bien, ¡qué duda cabe, son profesionales! Pero la sensación de idiotez y la rabia que se te queda en el cuerpo dura aún por largas horas.


Después de la consabida llamada a la policía y una vez superado el mal moral de la responsabilidad monetaria, cuando el susto ya se me había pasado un poco hice recuento de frases-tipo. Las más populares fueron: “Al que anda le sucede”, “Que todos los males sean así”, “No podías hacer nada, se dedican a eso”.


Pero qué quieres que te diga. Todo eso no me consoló en absoluto.
Es cierto que jugaron con mi capacidad empática y se camuflaron de extranjeros con problemas.


Pero no deja de ser una curiosa casualidad que esto me suceda a mí, una tía:

  • Que siempre tiene los ojos a media asta porque suele llevar constantemente el modo sospecha on
  • Que en este artículo defendía que la novela negra nos otorga las habilidades necesarias para detectar situaciones extrañas. 
  • Que desde los doce años va encadenando novelas negras y a la que se le presupone cierta sagacidad y perspicacia... 


Pff. Al traste con los que pensaba que eran mis rasgos distintivos como escritora de novela negra. Ni una visión negra de la realidad ni una personalidad relativamente dura. Ni severa, ni escéptica, ni ácida ni ná de ná.



Empática.

Toma. Ahí lo tienes, Izaskun.

Empática.



Lo que viene significando que una es tan tierna y blanda como una rodaja de pan de molde recién horneado. Ingenua, cándida, inocente.

Un fraude, vamos.


Esto me da que pensar. Quizá se imponga un cambio de tercio. Puede que esto sea una señal y deba dedicarme a otro género. El romántico por ejemplo, —que de amores y desamores todos tenemos una larga experiencia y sabemos un rato—, no sé. Es posible que por mis venas corra más azúcar que en tres álbumes juntos de Alex Ubago. Tendré que averiguarlo.


El jueves habrá reseña, pero todavía no he decidido si me abandonaré a las merengadas romanticonas o si continuaré en modo negro. Ay. De momento voy a lamerme el ego herido y a reflexionar un rato.


Y a ti ¿qué tal te ha ido?, ¿Cómo fue tu comienzo de semana? Espero que mejor que el mío.

Reto 5 lineas: Abril: Timba

jueves, 20 de abril de 2017






Este mes lo he tenido claro. Fue leer las palabras que propuso Adella (Ganar, compromiso y camisa) y venirme a la mente (vaya usted a saber por qué) una timba. El escenario estaba claro. Cinco jugadores en una reunión clandestina. Cinco personas adictas a la descarga de adrenalina que imprime una buena partida de cartas en la que hay mucho en juego. Largas horas de encierro voluntario en un lugar fétido en busca de la gloria de los vencedores. Pero, las cosas no siempre dependen de la suerte. Hay veces en las que el azar no lleva la voz cantante. Mucho menos cuando uno de los personajes…


Y hasta aquí puedo contar. ¿Te animas a leerlo? ¿Y a participar en el reto? Los requisitos son muy sencillos:



  • · Escribir un microrelato en  cinco líneas con la letra Times New Roman  12.
  • · Utilizar las palabras propuestas (tienen que ser exactas aunque puedes utilizar el significado que más te convenga).



Sencillo, ¿verdad? Anímate. Te aseguro que lo pasarás bien.


Timba.


Bajo la diminuta bombilla, diez manos sudorosas competían por ganar mientras que sobre el tapete, una camisa de marca, algunos billetes, y un anillo de compromiso aguardaban un nuevo dueño. La partida definitiva estaba sentenciada. Lanzó una última mirada a los naipes marcados y se preguntó cuánto tardarían aún en jugarse los veintiún gramos de inmortalidad que él anhelaba.



Feliz día.

10 Inquietantes riesgos de una actividad temeraria: leer

martes, 18 de abril de 2017



Si. Soy escritora. Pero todavía no soy una autora publicada (tanto da si lo eres en autoedición como si llevas a las espaldas una editorial como bien dice Mallorquí en este artículo). Por eso, presentarme de esta forma en general me resulta un poco incómodo ya que la gente suele tomarse a la ligera esta afirmación.

Sin prueba física palpable, el respetable te mira como cuando de niños decimos que de mayores seremos de la NASA.

O sea: sin novela publicada, no te toman en serio.

Con mi faceta de lectora es más fácil sentirse cómoda. Pero que nadie crea que leer es algo fácil. Nein, nein. Es una actividad claramente peligrosa y delicada. Que también tiene su problemática, oiga:



1. Salir de tu cuarto después de un ratito matutino de lectura y darte cuenta de que ya ha anochecido.

2. Quedarte sin marcapáginas en el peor momento y buscar cualquier cosa a tu alrededor (y digo cualquiera: quitar un hilo a la camiseta, acercarme a un jardín para coger una brizna de hierba, pedirle a la señora que se sienta al lado en el autobús un trocito del folleto que está leyendo con la consiguiente miradita de miedo/odio/incredulidad...) para evitar doblar la esquina superior de la página de la novela.

3. Hacer un croquis de los nombres de los personajes para reconocerlos y evitar mezclarlos. (Ya. Ya sé que esto sería algo perdonable en una novela tipo La Colmena, pero reconozco que es abrir la primera página de un libro de autores suecos y ya puedo buscar papel y lápiz para no perderme. Para mi, inevitable.)

4. Leer un párrafo varias veces. Cerrar el libro. Volver a abrirlo y leer el párrafo de nuevo sin entender nada. Cerrar el libro y preguntarte si sabes leer o si lo has olvidado por completo.

5. Leer por equivocación un spoiler en la red de una novela que justo vas a comenzar.

6. No tener espacio físico en casa para más estanterías o libros.

7. Lidiar con la violencia mental descontrolada cuando alguien te molesta y debes hacer una interrupción estúpida que te distrae de la lectura en el momento álgido del capítulo.
8. No ser partidaria del "movimiento zombie" y aparecer día sí, día también como un personaje de The Walking Dead por leer "solo un capítulo más" cada noche.

9. Intentar mantener la compostura en público (sin éxito) mientras lees una escena especialmente emotiva para tí.

10. Consumirse de impaciencia esperando la siguiente entrega de una saga mientras imaginas al autor escribir al "estilo buitre" (con solo dos dedos planeando en círculos sobre el teclado).



Lo dicho. Leer es una actividad temeraria con una problemática...terrible ¿no crees? 😄 Y ahora, cuéntame, ¿en cuántos puntos te ves reflejada? ¿Se te ocurre alguno más?


Feliz día.

Solo cinco días

jueves, 13 de abril de 2017


Cinco días tampoco son para tanto. Lo justo para:

  • ·         Hacer una pequeña escapada.

  • ·         Compartir unas horas con la familia.

  • ·         Permitirse algún lujo gastronómico.

  • ·         Saborear un momento romántico.

  • ·         Encontrar un lugar silencioso donde disfrutar de algunas lecturas.

  • ·         Aprovechar un pequeño espacio de tiempo, descansar y retomar las fuerzas y el aliento necesario para enfrentar los meses previos al verano con ánimo y energía.



Playa, montaña, a cientos de kilómetros o en la misma ciudad, no importa. Lo importante es desconectar, disfrutar de la compañía, cambiar de aires y renovarse.

Yo intentaré, en la medida de lo posible, darle un buen empujón al proyecto que tengo entre manos y del que espero poder hablaros muy, muy pronto. Mientras tanto, a descansar en compañía de una buena lectura.


¡Que disfrutes de estos días!

Nos vemos a la vuelta.

No pierdas el tiempo: GTD aplicado. ¿Es este tu género literario?

martes, 11 de abril de 2017



El tiempo es un bien escaso en mi día a día, por eso lo valoro tanto. Si. Soy una adicta a la planificación, organización (algún día os mostraré mi BUJO) y toda esa morralla conocida como GTD (get things done). Y en la lectura, tres cuartos de lo mismo.

Enfrentarme a un género literario desconocido me da una pereza infinita. No porque salga de mi zona de confort, —cosa que agradezco cada equis lecturas— sino porque me da mucha rabia perder el tiempo.


Es decir, si se de antemano que el género no me va a gustar (la romántica por ejemplo se me atasca en mitad de la garganta como un bocadillo de polvorones), no dedico ni un par de segundos a leer los títulos. Paso directamente a otra cosa. Pero cuando voy sin guía en un tipo de lectura genérica (fantástica, ciencia ficción, histórica…) en la que he encontrado una novela que me ha interesado y he disfrutado, agradezco alguna señal que me insinúe en qué caminos voy a adentrarme.


Por eso, para evitar que pierdas tu tiempo, y para facilitarte la tarea de elección de próximas lecturas (algo que a mí me cuesta un mundo), te dejo una serie de pistas para ver si te reconoces en ellas.
 Si es así, ¡enhorabuena! Eres —aunque no lo supieras hasta el momento presente— una lectora o lector de novela negra.

Allá vamos.

  • La gente cree que tienes algún antepasado oriental.
Pero no, no es que tu bisabuela fuera nipona, sino que cuando algo te chirría o no te termina de convencer, se te pone carita de sospecha. Giras de lado la cabeza, frunces los labios y entrecierras los ojos hasta que la apertura de los párpados es poco más que una fina línea de lápiz. Ya está. Acabas de entrar en “modo Holmes”. Es inevitable.


  • En el trabajo, tu escritorio es el único que mantiene todo el material de oficina sin marcar y en tu edificio tus vecinos envidian la honestidad de tu hogar y el respeto que te tienen tus descendientes.
Ilusos. No saben que en tu casa nadie miente porque básicamente nadie se atreve — eres capaz de realizar unos interrogatorios que ríete tú de los del FBI — ya que estás secretamente capacitado para detectar una mentira a distancia. Y en la oficina todos recuerdan cuando desapareció tu grapadora e incriminaste a Martínez con dedo acusador. También recuerdan cómo éste, tembloroso, sacó tu querida grapadora de su cajón.

  • Tus nuevos amigos creen que no vas al cine porque eres claustrofóbico.
Craso error. Lo cierto es que nadie quiere ir contigo porque eres capaz de descubrir (de manera natural) al asesino en los diez primeros minutos de la película. Te resulta tan evidente que no puedes evitar comentarlo y claro, cuando tu hipótesis se cumple según lo esperado, tú no entiendes ese halo de hostilidad que recubre el resto de la velada.


  • Todos quieren ser tu pareja de mus.
Elemental, querido Watson. Aunque tú no le das importancia, tienes una capacidad extraordinaria para interpretar el lenguaje no verbal. Todavía no ha nacido contrincante que consiga colarte un farol.



  • ¿Y qué me dices de tu extraordinario don para imaginar posibles escenarios de crímenes o delitos en cualquier rincón de tu ciudad?
Un colchón olvidado en un contenedor y emborronado con una sustancia rojiza puede ser el testigo mudo de un crimen, un paraje solitario te sugiere el intercambio de sustancias ilegales, el sonido apresurado de unos tacones en una calle poco iluminada te pone en guardia…



Ahora cuéntame, por favor. ¿Te reconoces en alguna de estas hazañas? ¿Tienes otras (confesables) que te definan como potencial lector o lectora de novela negra?

Espero que estos indicios te hayan servido para conocer si el género negro es el tuyo, y para que puedas aprovechar mucho mejor el ritmo de las manecillas del reloj.😉😉


Feliz día.

Las niñas perdidas de Cristina Fallarás

jueves, 6 de abril de 2017



La segunda recomendación de #autorasnovelanegra es Las niñas perdidas de Cristina Fallarás. Un puñetazo certero justo en la boca del estómago.

Una novela brutal, dura, quizá hasta excesiva en algunos pasajes. No tanto por la violencia explícita (que en algún momento está presente) sino por la rabia que destila.

Es una de esas novelas que remueven, que pellizcan por dentro. De esas que son incómodas y que hacen reflexionar. De las que me gustan, en definitiva.

Victoria González, una periodista reconvertida en detective y embarazada de cinco meses, recibe un encargo anónimo junto con un suculento importe para investigar la desaparición de dos niñas. La investigación, sin embargo, no parte de cero sino que surge del hecho desencadenante de la aparición del cadáver cruelmente mutilado de una de las dos hermanas.

De la mano de la detective y de Jesús, su ayudante, recorrerás la Barcelona más sórdida en busca de la hermana perdida. Bucearás en el alcantarillado de las historias más repulsivas y conocerás a los personajes más descarnados y miserables. E irremediablemente, como en un espejo, te verás reflejado en la parte más “amable” (y reprobable) de nuestra sociedad. Esa que está aborregada por lo superficial y políticamente correcto.


Los malos presagios, la irresponsabilidad, la atmósfera asfixiante, la denuncia de la hipocresía social, la difícil renuncia a un pasado tóxico, la crueldad, y la violencia en todos sus registros son semillas que germinan con fuerza en esta novela perturbadora que exuda indignación y rabia en cada frase.

La lectura, sin embargo, es fácil. Su estilo, directo (no podía ser de otro modo) y en algunos casos incluso bastante literario. La prosa, certera. El lenguaje — acorde con las situaciones y el tono de la novela— es bastante crudo en ocasiones y los capítulos cortos, por lo que el ritmo crece y se ramifica hasta más o menos la mitad del libro. Entonces, cuando la trama ya está bien madura, cae del árbol y la inercia de la caída la vuelve imparable.

Las descripciones de los ambientes y lugares, son de lo mejorcito de la novela. Pero no esperes encontrar aquí giros inverosímiles ni elaboradas argucias argumentales. No son necesarios. La realidad ya es bastante despiadada y sorprendente por sí misma.


¿Algún pero? Quizá algunos personajes respondan a arquetipos creados, pero funcionan. Vaya si lo hacen.

Y cómo pone la primera mujer ganadora del Hammet en evidencia la capacidad infinita del ser humano para ser miserable. Un estudio delicioso y terrorífico al tiempo.

Preguntas, cientos de preguntas que surgen y golpean. ¿Por qué nos escandaliza hasta la médula el maltrato animal y somos capaces de movilizarnos por nuestras mascotas con más ceño que en casos de homicidios, pederastia, maltrato de género…? ¿Qué mecanismo institucional está fallando cuando se permite la entrega de niños a hogares de acogida con responsables que anteponen cualquier superficialidad al bienestar físico y psicológico de los pequeños? ¿Qué está pasando? ¿Por qué lo permitimos?


No te llames a engaño. Las niñas perdidas es una novela de lectura fácil, pero de difícil deglución. Se hace bolo y cae a plomo en el estómago. Es, sobre todo, una novela de perdedores. Esa es la clave. Por eso es tan verosímil. Tan reveladora e intensa. Por eso duele.

¿Conocías a la autora?¿Te gusta este tipo de novela negra? Dímelo en los comentarios, por favor.

Feliz día.

Top 7: Pon un lector en tu vida. ¡Todo son ventajas!

martes, 4 de abril de 2017





Esto de pasar un ratito con la familia, lejos de ser un momento tranquilo, se está convirtiendo en un deporte de riesgo. No necesito hacer puenting para que mi nivel de adrenalina suba a cotas inimaginables, no te digo más.


Mi tía Julia ha venido a pasar unos días a Mordor, con nosotros. Desde que se quedó viuda suele visitarnos cada cierto tiempo. Fiel a sus costumbres, ha llegado recién teñida y con su corte de pelo algo anticuado; ese que asocio a su imagen desde que yo llevaba trenzas. Ha traído sus gafas de montura de alambre, sus manos de dedos entrelazados, su sonrisa deslavada y ese misticismo que recubre cada uno de sus movimientos.


Y sin embargo, a pesar de que su imagen dista bastante de ser provocadora o incitar al deseo, parece ser que la tía Julia, con su olor a tiempos remotos, su timidez y su sonrisa melancólica ha conseguido —con el inevitable alborozo de mi madre—, despertar el interés de Natalio, el vecino solterón del segundo que anteayer la convidó a un café


—¡Un partidazo, Julia, un partidazo! — repetía mi madre sobre la mesa de la cocina desplegando sus célebres artes de Celestina (que adquirió más o menos cuando Jesús Puente presentaba Lo que necesitas es amor) —. ¿Verdad txiki? — continuó dirigiéndose a mí con su perorata mientras articulaba a espaldas de mi tía una sucesión de gestos que harían las delicias del más avezado de los jugadores de mus—. Anda, venga, díselo tú.

Y allí estaba yo. Como una equilibrista a punto de dar el salto decisivo en el trapecio. Sola ante el peligro. Sin red. Con dos pares de oídos pendientes de mis palabras. ¿Qué argumentos podía esgrimir para no faltar a la verdad y al mismo tiempo satisfacer los deseos de mi madre?


Recordé el piso de Natalio. Limpio, cuidado. Cada habitación amueblada con su correspondiente televisor  para batallar contra la soledad. Y las estanterías repletas de libros… ¡Los libros! ¡Mi salvación! Natalio lee. Y un lector es un partidazo. Eso sí que es verdad. Así que rauda y veloz me lancé a enumerar las razones por las que efectivamente, Natalio podía ser un buen compañero para mi tía Julia:



TOP 7: PON UN LECTOR EN TU VIDA.


· Los buenos lectores lidian mejor con el estrés y con la soledad. Para él/ella y para ti, en este mundo que tenemos, eso es crucial.


· Un lector siempre necesita su propio espacio y su tiempo para dedicarlo a leer. Como consecuencia, tú también posees un espacio y tiempo propio en el que tu pareja lectora no te molestará.


· En general, son capaces de empatizar mejor. Los lectores entran en miles de aventuras, de historias, y de personajes. Por eso son más capaces de ponerse en la piel del otro y de crear unos lazos emotivos más profundos.


· Suelen tener buena memoria. Además de recordar las historias leídas, el ejercicio de la lectura es una medicina excelente contra el olvido de fechas especiales, por ejemplo. Y si su súper - poder no es la memoria, es posible que lo compense con alguna otra facultad: por ejemplo la cuadernofilia (lo apuntará con una caligrafía exquisita en algún tipo de libreta preciosísima con un bolígrafo/pluma/roller maravilloso).


· Aunque no sea un lector compulsivo, probablemente tendrá conocimientos generales sobre temas muy variados en relación a sus lecturas. Por eso es un compañero perfecto para eventos sociales puesto que nunca le faltará conversación.


· Ese profundo conocimiento también jugará SIEMPRE a tu favor (recuerda que, además de las novelas, hay libros de múltiples disciplinas: música, fontanería, sexo…)


· Y por supuesto, cuando pienses en un detallito con un lector (cumpleaños, día señalado, agradecimiento…) siempre sabrás qué regalarle ¿verdad?



¡Todo son ventajas! ¿Y tú, ya has puesto un lector en tu vida?

Feliz día.