Un tuareg es algo más que un hombre del desierto. Es el reducto final de la ley antigua, de la palabra el honor y la honra. Hasta las últimas consecuencias. Puede ser visto como un ingenuo por vivir al margen de la sociedad moderna, entre las arenas del más inhóspito desierto, pero posee una inteligencia afilada y una lucidez increíble.
Con el honor por aval, ¿qué puede suceder si se quebranta violentamente la regla sagrada de hospitalidad y amparo de un tuareg? Gacel Sayah defenderá su antigua ley hasta llegar incluso a poner en peligro su vida. Sin embargo, todo tiene un precio. Aunque vivas en el inmenso desierto.
Buenísima. Me ha parecido una novela estupenda. Tanto las descripciones de los lugares y personajes, como el acercamiento al mundo de los tuaregs y del desierto. Y sobre todo, el final. Redondo. Un mal chiste del destino. Hace años leí algo de Alberto Vázquez-Figueroa, pero no recuerdo qué (probablemente Yaiza, que está en la biblioteca de A.). Sé que me gustó, y que repetí autor, pero ninguno de los dos libros me dejó la sensación de esta novela. A cada paso me iba preguntando qué iba a ser de Gacel, cómo iba a salir de todos las extrañas y difíciles situaciones en las que se ve envuelto por llevar hasta el final la ley antigua.
He sentido simpatía por este pueblo nómada, que a pesar de ser musulmán, entiende a la mujer de una forma más humana, menos sometida. Más persona y más dueña de sí (dentro de su forma de pensar, claro está). Y también he sentido ternura por la cabezonería de Gacel por llevar a término su convencimiento (a pesar de que en ocasiones rayaba la locura y el fascismo). He añorado por unos momentos el tiempo en el que cuando alguien daba su palabra, tenía valor.
Después de preguntarme tantas veces hasta dónde iba a llegar este intrépido targuí mientras la fatalidad (su temido “gri – gri” ) le pisaba los talones, y de pensar (al menos otras tantas) que iba a morir justo en ese momento, antes de pasar a la siguiente hoja, me ha apenado acabar el libro. Aunque el final es el mejor que podía ocurrírsele al autor. Pero la novela no es sólo acerca del pueblo tuareg, también reseña de manera muy clara la parte más oscura del colonialismo. La invasión y opresión impuesta por otros pueblos, la codicia de quienes en un principio auguraban un mañana mejor, más justo y honesto para todos…Para mí, imprescindible.
Entre sus páginas:
“Con el desierto no se luchaba, porque al desierto jamás se le vencía. Al desierto había que resistírsele, mintiendo y engañando, para concluir por escamotearle la propia vida cuando ya creía tenerla en las manos.”
“Los tuareg pinchan son sus lanzas las estrellas, para alumbrar con ellas los caminos…”