Ya sabes que
me interesan —y me fascinan— los recursos de los que se valen los autores para conseguir crear ese
lazo emocional robusto entre las historias y los lectores (o espectadores en este caso) porque una novela no solo pasa de generación en generación gracias a su gramática exquisita, ni por la estructura innovadora para la época sino por el poso sentimental que —de una u otra forma— deja en el lector.
Eso es lo realmente importante.
A pesar de las notas discordantes que pueda haber (y en esta película las hay: por ejemplo las actitudes poco verosímiles de los personajes), l
o trascendental para el espectador es el lazo afectivo. Y en el caso de
La última oferta, esto se traduce en mantener la atención del espectador siempre en un punto álgido y en ese no sé qué que qué se yo que me ha mantenido suspendida en el recuerdo de la película días después.
Virgil Oldman un hombre solitario y excéntrico, es un experto en arte y un agente de subastas muy apreciado. Su vida transcurre al margen de cualquier sentimiento o emoción hasta que conoce a una hermosa y misteriosa joven que le encarga tasar y vender las obras de arte heredadas de sus padres. Esta joven, que sufre una extraña enfermedad psicológica que la mantiene aislada del mundo, transformará para siempre la vida de Virgil. Pero, ¿qué tipo de película es?¿Podría decirse que
es un thriller? Bueeeeno, podría ser. Pero
no es el típico producto. Aquí no existe esa urgencia que suele envolver a las historias más características del género, (ni hay un crimen para resolver y además, se intuye con bastante seguridad qué va a suceder)
aunque sí existe una
tensión y un suspense que me tuvo pendiente de la historia a pesar de que esta no llevase un ritmo trepidante. Entonces…
¿Cómo ha conseguido captar la atención del espectador durante más de dos horas? Imagino que algo tendrá que ver que el escritor y director de la cinta sea Giuseppe Tornatore, el mismo que dirigió y escribió la oscarizada Cinema Paradiso. Así que
quien presenta la historia algo sabe de atractivos trucos literarios y cinematográficos. La gran pantalla es en esta ocasión la aliada principal para descubrir los entresijos y la “fontanería” de la historia que, además tiene su origen en una pequeña novela del mismo nombre. En mi experiencia, las películas (supongo que por el elemento visual) hacen más sencillo el trabajo de
identificar los recursos más efectivos que también se pueden trasladar a las técnicas literaria.
En este caso son:
· Punto de vista original:En vez de contar la historia desde el punto de vista más habitual para esta temática y estilo de narración,
Tornatore se decanta porque el espectador descubra detalles y pistas más o menos al tiempo que lo hace el protagonista (
en una novela probablemente se trataría de una narración en primera persona o tercera centrada en un solo protagonista).
· Personaje principal peculiar:Virgil Oldman (atención también a los nombres de los protagonistas), tiene unas
características muy definidas. Es un personaje con
multitud de defectos: huraño, obsesivo, soberbio, manipulador, privado de habilidades sociales
y sin embargo resulta empático para el espectador. ¿Por qué?
Porque además de estos defectos, también posee todas las columnas básicas de un personaje inolvidable. Tiene
miedos (trata de mantener una distancia emocional con todas las personas con las que trata. Especialmente si estas son mujeres. Ni siquiera consigue mirarlas de frente a los ojos y lleva continuamente guantes como una especie de escudo protector frente al mundo). También guarda algunos
secretos inconfesables (adquiere pinturas valiosas mediante métodos poco convencionales) junto con sus
deseos y necesidades (alberga un íntimo deseo de enamorarse junto con una inmensa ambición)
y ni siquiera su gran virtud (tiene un olfato privilegiado para detectar falsificaciones)
puede evitar que caiga en el trágico error que cambiará su vida.
· Personajes discordantes y extraños que suscitan interrogantes:Tanto la protagonista femenina como los secundarios son elementos inquietantes ¿qué les sucede? ¿por qué actúan de esa manera? ¿Por qué hay cambios de actitud bruscos, obsesiones con los números, caracterizaciones llamativas?
Cada pregunta produce una expectación en el espectador que le mantiene en vilo hasta que cada cuestión sea resuelta (
un acertadísimo uso del efecto Zergainik)
· Escenario inquietante: Muy
al estilo de las narraciones góticas, la
finca y la casa suponen un escenario acorde con la sensación de inquietud general. Es un lugar semi-ruinoso con múltiples habitaciones y trampantojos que esconden estancias ideales para dar cabida a todas las hipótesis y sospechas posibles.
· Sembrar de dudas la trama:A pesar de que poco a poco
descubres qué va a suceder (existe una frase lapidaria al estilo del regalo de jubilación del policía de turno que indica sin ningún género de dudas que el personaje está sentenciado),
no se sabe cómo va a pasar
ni el motivo que se esconde tras el hecho,
ni tampoco queda claro hasta el final quien está tras los incidentes, con lo que la intriga te mantiene pegado a la pantalla.
No faltan tampoco las pequeñas dudas que salpican el devenir de la historia
y la sensación de que algo chirría, que algo no cuadra.Con estos cinco elementos, T
ornatore construye una película de suspense muy interesante que además, como te he comentado antes, tiene su origen en una pequeña novela de apenas cien páginas que estoy loca por leer para sacar en claro cómo ha aplicado el autor todos estos recursos en una obra escrita.
¿Conocías la película o la novela? ¿Te resulta más fácil identificar los recursos narrativos en el cine que en los libros? Tienes los comentarios abiertos para ti.