La muñeca de Kokoschka de Afonso Cruz

jueves, 21 de enero de 2016



Inauguro las reseñas de este 2016 con un libro que al menos hasta ahora, ha pasado bastante desapercibido y creo que de manera injusta. Bien es cierto que no se trata de un libro corriente (en el sentido de que es una obra que no se deja encorsetar), pero es una auténtica delicia.

A los cuarenta y dos años Bonifaz Vogel empezó a oír una voz. La voz que venía de la tierra. Isaac Dresner corría, desviándose del destino que silbaba a su lado. Dobló varias esquinas, dejando atrás al soldado, y entró en la tienda de pájaros de Bonifaz Vogel. Su padre, unos años antes, había construido un sótano en la tienda. Isaac lo había acompañado y había visto crecer aquel espacio oscuro debajo de la tierra. Jadeante, entró —sin que se percatara Bonifaz Vogel— como el agua en un colador.Bonifaz Vogel, sentado en su silla de rejilla, afinó el oído. Oía voces. Fue en ese momento cuando empezó a oír voces. Y aquí empieza la historia de Isaac Dresner y Bonifaz Vogel, y de las personas que encontraron, de las vidas que tuvieron y de las que dejaron atrás.

Entre sus páginas hay metaliteratura, guiños a novelas de género y referencias varias al mundo del arte. Y por sus capítulos encontrarás a Filip Marlov (en alusión al detective de Chandler), Mann, Rilke, Platón, Sócrates y un largo etcétera de referencias que, por ignorancia no he sabido descifrar. A pesar de todo, es una lectura ágil, con un léxico muy cuidado que ayuda a la construcción de una historia de las que me gustan. De esas que es un placer saborear. De esas que no solo se quedan en las páginas de la novela, sino que trascienden y te hacen investigar, te dan que pensar y además, te entretienen.



 Esta deliciosa narración plagada de deliciosas metáforas contiene otras tantas historias en su interior, a la manera de las Matrioskas. Y en cuanto a los temas que trata, discurren parejos a la historia de la familia y se componen de una amalgama de argumentos que que van desde el arte hasta la religión.

La novela, llena de una sensibilidad elegante, está intimamente ligada al expresionismo alemán. De ahí el título de la novela (en referencia a Oskar Kokoschka y su obsesión con por Alma Mahler), que el escenario principal sea Dresde (lugar en el que nació el movimiento Die Brücke), o que sus páginas estén cargadas de audacias literarias creativas (tanto en los juegos del lenguaje como en la construcción de sus capítulos que pueden extenderse a la manera tradicional o ser poco más que un microrrelato).

También el misticismo que envuelve la novela es una característica de este movimiento artístico cuyo marcado carácter político y social en este caso está convenientemente suavizado con algunos toques de realismo mágico para dotar al tema bélico (está ambientada en 1945 en plena Segunda Guerra Mundial, tras el bombardeo de Dresde) de cierta amabilidad.

Asimismo, el mapa de la novela tiene un alma expresionista. Al menos en lo que respecta al planteamiento y nudo de la obra puesto que podrían ser leídos en un orden totalmente aleatorio sin que eso menguase el interés que despierta el texto ya que la narración toma sentido en el desenlace, donde cada puerta abierta queda oportunamente cerrada y cada pregunta obtiene su porqué.

Y de la misma forma, esta corriente artística influye en la construcción de sus cautivadores protagonistas, quienes fluctuan entre el mundo ficticio y la realidad, a la manera en que los expresionistas retrataban sus obras.

Una historia intensa y deliciosa con mútiples matices y facetas para el disfrute de su lectura. Y el autor, un descubrimiento Una suerte de Hammelin este Alfonso Cruz, quien te va enredando en la historia sin que te des cuenta hasta que eres incapaz de dejar de leer.

— Los pájaros comen semillas —dijo Bonifaz Vogel cuando entró en la cocina —. No entiendo por qué no les crecen árboles dentro.
— Creo que los vegetales necesitan luz para crecer y dentro de los pájaros está muy oscuro. Dentro de los hombres está más oscuro todavía.
— Cuando cierro los ojos, veo luces. Si está oscuro, ¿de dónde vienen las luces? Cuando sueño todo está iluminado, si no no se vería nada. ¿De dónde viene esa luz, Isaac, de dónde viene esa luz?

Te gustará si:


  • · Te gustó La niña del faro.
  • · Lo tuyo son las lecturas que te hacen investigar.
  • · Eres un admirador del expresionismo y sus peculiaridades adaptadas a la literatura.


Cuéntame, ¿Conocías la obra?¿Y al autor? 
Feliz día.


4 comentarios :

  1. No lo conocía y no tengo claro si me gustaría, sí disfruto con los libros que me hacen investigar pero hay otras cosas que no me atraen
    Besos

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    1. Creo que es un libro que merece una oportunidad, Tatty. Es tan especial que la reseña se me queda corta.
      Un besote

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  2. Tomo nota, amiga... Todo sugiere que es una delicia, algo muy necesario en estos tiempos

    Un abrazo

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    1. Desde luego a mi me lo ha parecido Ildefonso. Es de esos libros sobre los que uno puede (y debe) volver.
      Abrazos

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