Intemperie de Jesús Carrasco

miércoles, 12 de junio de 2013








Un niño escapado de casa, escucha, agazapado en el fondo de su escondrijo, los gritos de los hombres que le buscan. Cuando la partida pasa, lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente de aquello que le ha hecho huir. 
Una noche, sus pasos se cruzan con los de un viejo cabrero y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos.Intemperie narra la huida de un niño a través de un país castigado por la sequía y gobernado por la violencia. Un mundo cerrado, sin nombres ni fechas, en el que la moral ha escapado por el mismo sumidero por el que se ha ido el agua. 
A través de arquetipos como el niño, el cabrero o el alguacil, Jesús Carrasco construye un relato duro, salpicado de momentos de gran lirismo. Intemperie es una novela tallada palabra a palabra, donde la presencia de una naturaleza inclemente hilvana toda la historia hasta confundirse con la trama y en la que la dignidad del ser humano brota entre las grietas secas de la tierra con una fuerza inusitada.






El autor: 
Jesús Carrasco (Badajoz 1972), publicista y escritor, ha debutado en este 2013 con su obra Intemperie, que ya ha sido traducida a más de siete idiomas y que le ha dado a conocer internacionalmente ya que se editará en trece países.








Ante todo una advertencia: no os dejéis engañar por la bucólica portada de la novela porque es una historia dura, conmovedora y con una fuerza brutal. El primer contacto con el libro para mí fue ese, la imagen de su portada, luego vinieron las críticas que en general fueron bastante positivas, pero me quedé con esa fotografía, que mi inconsciente relacionó con una historia más inocente y menos dramática.



El título también llamó mi atención, pero no ha sido hasta terminar la lectura que he podido darle el significado completo. Parece difícil que tan sólo una palabra de tanta redondez al resumen de una historia, pero es así. Este comienzo del libro nos transmite un ambiente adecuado y nos indica soledad e indefensión.



La trama se centra en el medio rural, en una época pasada que el autor no determina; quizás en los años cincuenta o sesenta, y se centra en un niño y un anciano que tampoco tienen nombre ni edad concreta. El nombre del lugar en el que se desarrolla la acción es también ignorado, aunque bien pudiera ser cualquier pueblo de los que salpican nuestra geografía. Tanto desconocimiento podría dar lugar a que la historia resultara ajena, pero nada más lejos de la realidad. El autor sabe acercarnos el miedo del niño, la ternura del anciano y su curioso sentido de la justicia, el calor abrasador del campo en verano y la inalterabilidad del temperamento humano.



Es curioso que los únicos personajes que tienen nombre (o sobrenombre) sean aquellos que están cuajados de maldad tanto para el niño como para el anciano. Supongo que de esa manera el autor ha conseguido concretar nuestras antipatías en alguien más corpóreo desde un primer momento.



De la historia, no voy a contar más que lo que dice la sinopsis. Extenderme sobre eso sería “destripar” el trasfondo de una novelita corta, que casi se lee del tirón. Y digo casi porque pese a que me ha gustado mucho y no me ha dejado indiferente, he tenido mis más y mis menos con ella. ¿Por qué? Porque el estilo del autor no facilita demasiado el acercamiento al un lector promedio, y no se trata del ritmo, que me ha parecido ágil y fluído pese a no contar con demasiados diálogos, sino al elaborado lenguaje que utiliza Carrasco.




En un primer momento, esta forma tan pomposa de escribir me produjo rechazo porque la entendí pretenciosa y además no ayudaba a la lectura, ya que cada pocas líneas tenía que detenerme para buscar (bendito sea el diccionario del e-book, al menos así no he perdido tanto tiempo) cada término desconocido. Finalmente llegué a una conclusión: no iba a interrumpir la lectura excepto que la palabra en cuestión llamara poderosamente mi atención o que fuera necesario para entender la acción de la novela.




Reconciliada así con el libro, he podido disfrutar de la expresividad de la narración que me recuerda un poquito a Delibes, las metáforas deliciosas y las imágenes de gran belleza que trasmite el texto.



"El niño se palpó el pómulo y notó los dedos resbalar contra un hueso que no sentía. Se los miró y los vio coloreados de rojo brillante. Manzanas de feria bañadas en caramelo."

La novela me ha dejado sobrecogida, lo tengo que reconocer. Y es curioso, porque después de leer varios ejemplares del género negro, te crees impasible ante las bajezas humanas. Pero no es así. Esta historia llega, permanece en la retina, en la mente y en el corazón. Es plástica, efectiva, y dura. Mucho. Y sin embargo, también es muy recomendable.



Eso sí, tened a mano un buen diccionario.


Feliz día.

6 comentarios :

  1. Qué buenas críticas está teniendo esta novela!!
    La tengo apuntada! =)

    Besotes

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    1. A ver si te animas pronto y nos das tu opinión. A mi pese a lo rebuscado del lenguaje en algunas ocasiones me ha parecido muy buena.
      Besos

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  2. Es cierto que el lenguaje puede hacerla, inicialmente, algo inaccesible. Pero no estoy del todo de acuerdo con tu crítica cuando lo mentas de "pomposo" creo que emplea la palabra precisa para cada objeto y situación concreta, palabras tan precisas y de un ambiente rural que yo también me encontré con muchas desconocidas. Creo que nos hemos acostumbrado, como lectores, a que los libros utilicen un subconjunto de palabras limitado y que esté en nuestra "zona de confort". Creo que lo que cuenta esta novela bien vale la pena superar ese escollo y además, por el camino, aprender palabras nuevas siempre es algo positivo :)

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    1. Probablemente tengas razón, Ignacio, yo sólo doy mi opinión, y creo sinceramente que a pesar del riquísimo vocabulario que tiene esta novela, el autor podría haberla hecho más accesible usando palabras algo más cercanas. De todas formas coincido contigo en que me gusta mucho aprender palabras nuevas, y esta es una obra que está repleta de ellas.

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    2. Yo también emitía una opinión, puedo tener razón o no tenerla :) y en cualquier caso mi motivación era simplemente compartir y confrontar opiniones distintas sobre un libro que ambos hemos leído.

      Pero igual siendo más accesible perdía parte de ese encanto "añejo" que para mí tiene, ese retorno a la escritura de otras generaciones. No sé, a mi me gustó incluso ese detalle del vocabulario preciso porque para mí consiguió darle mayor verosimilitud y credibilidad a la historia. El escenario es un páramo yermo perdido vete a saber dónde, para mí le encaja ese vocabulario también "perdido".

      He estado indagando un poco acerca de vocabulario de campo perdido y he encontrado esto. Lo comparto por si te resulta interesante: http://arribalon.com/blog/vocabulario-del-campo/#more-310

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    3. ¡Muchas gracias por el enlace, Ignacio! Reconozco que soy fan incondicional de las palabras un poco curiosas; especialmente las antiguas o de aldea (apuntaba todas las que conseguía "robar" a mi abuela, jaja). Me ha traído muchos recuerdos... En cuanto a lo del encanto "añejo", no lo había visto de ese modo, pero creo que tienes razón ;).
      Un abrazo.

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