Y allí sigue, en silencio, acumulando polvo, junto al proyector de cine, el barco pirata y la nave espacial, el estuche que había permanecido en el olvido durante los meses en que habían conseguido ocultarse. El pequeño, aterrorizado, escucha una vez más los gritos ensordecedores, y decidido, abre la caja para hacer el recuento: está todo. Su cuaderno azul, y el bolígrafo mágico con el que le aseguraron se haría realidad todo cuanto pintase. Quiere dibujar la sonrisa de mamá, pero cuando intenta trazar la primera línea, descubre angustiado que no escribe. Se acerca a la cocina para que ella le ayude y allí, en el suelo,descubre el motivo por el que su bolígrafo mágico ya no funciona.
Mi aportación al Rec del 19/2.
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