En noviembre de 1918, tan sólo unos días antes del armisticio, el
teniente d’Aulnay-Pradelle ordena una absurda ofensiva que culminará con los
soldados Albert Maillard y Édouard Péricourt gravemente heridos, en un confuso
y dramático incidente que ligará sus destinos inexorablemente. Édouard, de
familia adinerada y con un talento excepcional para el dibujo, ha sufrido una
horrible mutilación y se niega a reencontrarse con su padre y su hermana.
Albert, de origen humilde y carácter pusilánime, concilia el sueño abrazado a
una cabeza de caballo de cartón y está dispuesto a lo indecible con tal de
compensar a Édouard, a quien debe la vida. Y Pradelle, aristócrata venido a
menos, cínico y mujeriego, está obsesionado con recuperar su estatus social. De
regreso en París, los tres excombatientes se rebelarán contra una realidad que
los condena a la miseria y al olvido. Así, Édouard pergeña una ingeniosísima
estafa con el fin de vengarse de su progenitor, que siempre lo repudió por su
sensibilidad y sus habilidades artísticas. De paso quiere ayudar al fiel
Albert, cuyo prurito es huir a las antípodas para olvidar a Cécile, su amor
perdido. Aunque tal vez el más ambicioso sea Pradelle, que sacudirá la
conciencia de Francia entera mediante una monumental operación delictiva
concebida para amasar una rápida fortuna. Los escollos son considerables, pero
la voluntad de los tres parece infinita.
No es que el militar sea uno de
mis temas favoritos, como tampoco lo es la guerra, pero esta recomendación por
el entusiasmo que le puso M. no cayó en saco roto, ¡y no sabéis cómo me alegro!
La novela viene avalada por el último Goncourt, lo que ya de por sí le otorga
al libro unos apellidos de cierta calidad literaria, pero además, el tema está
de rabiosa actualidad puesto que la trama gira en torno al final de la Primera
Guerra Mundial y la época de posguerra posterior.
Pierre Lemaitre (Paris, 1951) escritor y guionista, se ha
dedicado a la enseñanza literaria y a la
psicología. Ha tratado el género policíaco en varias de sus novelas y ha
obtenido varios premios a lo largo de su carrera como el Cognac con Travail
soigné (2006), o el CWA Internacional Dagger por Alex en 2013. En el
mismo año, además, ganó el Goncourt de novela por Nos vemos allá arriba,
una novela ambientada en la Primera Guerra Mundial.
En mi opinión esta novela tiene
varios puntos muy positivos, que la hacen merecedora de ser uno de los libros
más leídos de este año. Los hilos argumentales de la novela son interesantes,
con fundamento y carácter cada uno de ellos. La línea principal del libro es la
relación amistoso-dependiente de Édouard y Albert tan rica en sus dualismos como sorprendente y
tierna. Ambos personajes están tan ricamente descritos, son tan verosímiles y
el ambiente de la posguerra tan duro y salvaje (y ellos están tan desvalidos)
que empatizamos sin darnos cuenta, perdonándoles cualquier treta que se les
ocurra para poder salir adelante. Es curioso cómo Lemaitre nos describe a cada
uno de ellos; a uno de la manera clásica, mediante sus acciones, pero Albert lo
presenta de forma diferente pues conoceremos los matices que le otorgan
corporeidad gracias a un recurso indirecto, gracias a los pensamientos de la
madre del personaje con respecto a su hijo. Así —como lo pincela ella— es como,
el calado psicológico del hombre, su forma de ser.
Y si Albert y Édouard son los
personajes buenos, ahí está también el antagonista. El malo de manual, porque
es un malo malísimo, es el teniente Pradelle: un hombre miserable, egoísta,
arrogante, repugnante en sus actos aunque con una fachada pulcra y elegante,
que le allana el camino para conseguir sus objetivos sean estos cuales sean sin
importarle el precio (material o humano) que haya que pagar por ello. Y junto a
un personaje así, se alinean figuras de poder corruptas —como en la vida real—;
marionetas que se mueven según sus antojos, aunque alguno le sorprenderá por el
camino.
Punto aparte merece el
personaje de Merlín, y su historia, que aunque aparece hacia la mitad de la
novela, es el que más nos llega por sorprendente, por consecuente, y por lo
inesperado de sus acciones. Es una figura con la que el lector se sentirá en
deuda ya que —gracias a los ardides del autor— se le prejuzga erróneamente
desde un primer momento. Es, os lo digo desde ahora, uno de los personajes
imprescindibles; de esos que se quedan prendidos en la retina, en la mente,
acaso un poquito en el corazón.
Pero la grandeza de esta novela
no reside tan sólo en la extraordinaria construcción de sus personajes, sino
que cuenta además con un estilo ágil y sobre todo muy visual además de
sensitivo. Y es que gracias a las palabras de Lemaitre podemos sentir cuanto
nos narra el escritor porque nuestros cinco sentidos están metidos de lleno en
la narración; olemos la pólvora, vemos el campo de batalla, recorremos con
nuestros dedos las cicatrices que ha dejado la guerra, saboreamos la amargura y
el fracaso humano de la contienda y escuchamos el sufrimiento de las familias,
de los habitantes de un mundo lleno de heridas.
Destaco por impresionantes dos
escenas: una al comienzo de la novela, el momento en el que Albert está a punto
de morir (realmente es un momento tan angustioso que impresiona) y el pasaje en
que Merlín se cruza con un perro en uno de los cementerios que visita. Pura
delicia narrativa.
Intensa, dura, adictiva,
crítica y social, angustiosa en ocasiones, cruel en otras,...estamos ante una
novela redonda, donde Lemaitre no deja un hilo suelto y remata cada una de las
situaciones que ha ido creando a lo largo del libro con soltura y para mi gusto
cierta generosidad (yo esperaba un giro más dramático en la vida de algunos
personajes). Muy recomendable.
¿Os animáis? Feliz día.
Me había fijado en ella pero no lo tenía claro por lo que preferí a ir leyendo opiniones y teniendo en cuenta la tuya me tendré que hacer con ella
ResponderEliminarBesos
Creo que es una buena opción Tatty, y que no te defraudará.
EliminarBesotes
Aunque en principio no me llamó la atención luego los comentarios que voy viendo me están haciendo cambiar de opinión. La verdad es que la editorial Slamandra suele seleccionar bien las historias que cuentan sus libros y no suelen defraudarme.
ResponderEliminarBesos!
Su lectura ha sido una agradable sorpresa (a pesar de que la tildan de oportunista), e incluso me ha llevado a leer otro título del autor: Alex. Pero sin duda, me quedo con "Nos vemos...". Espero que te animes y te deje un buen sabor de boca.
EliminarBesos mil.