Curiosamente, cada cierto tiempo y sin ser algo proyectado de antemano, suele caer en mis manos alguna novela que desgrana el mundo desde la perspectiva infantil.
En concreto los últimos libros que recuerdo son: Una semana en la nieve, Mi planta de naranja lima, o No tengo miedo, en los que los escritores, en general, han volcado su sensibilidad con muy buenos resultados, cosa que es bastante difícil en el género ya que muchos autores tienden a los extremos en este estilo de narraciones. En ocasiones caen en la sensiblería, otras en la excesiva sencillez de los planteamientos bajo la excusa de la edad del protagonista, y también en algunos casos una madurez que chirría por inverosímil.
Afortunadamente, este Los peces no cierran los ojos de Erri De Luca es un buen ejemplo de una novela breve, adecuada a la visión de un niño de diez años y sin embargo, con un trasfondo profundo (y quizás algo nostálgico) que, inevitablemente, cala de manera firme en el lector.
La historia transcurre en Nápoles, unos años después de la Segunda Guerra Mundial, en plena posguerra. El protagonista de la novela tiene diez años en el momento de la narración y se presenta como un niño especial, diferente. Es un niño que busca entre las líneas de los libros de su padre las reglas no escritas para entender el mundo adulto. Y aunque llega a reconocer algunas normas e intuye a su manera cierto orden establecido en las relaciones familiares, en el sentido de la justicia o en el proceso de madurez, etc, las palabras que devora en los libros y que luego vuelca en sus crucigramas no le preparan para vivir un concepto cuyo significado se le escapa: el amor.
Y será éste quien aparezca por sorpresa durante el verano. De la mano de una chica del norte algo mayor que él con la que compartirá pensamientos y junto a la que descubrirá ese sentimiento nuevo y extraño.
Escrita desde una aparente sencillez, la historia está plagada de metáforas muy cuidadas y deliciosas junto con una prosa que resulta a la par creíble y rica en emociones de esas que traspasan el papel y llegan directas al corazón del lector. Pero centrarme en la arquitectura y fontanería de esta novela no sería de justicia, porque creo que hay obras que es mejor leerlas y sentirlas. Esta es una de ellas.
¿Recuerdas cuando tenías diez años? La vida era algo desconocido presto a ser conquistado. El mundo adulto era algo intenso, enorme, al alcance únicamente de aquellos que ya habían superado la frontera del único dígito en su edad. ¿Recuerdas tu primer amor?¿Y tu primer beso? Te animo a revivir aquel momento junto al protagonista de esta novela que cuando besa, lo hace como los peces, sin cerrar los ojos.
“En septiembre ocurren dias de cielo descendido a la tierra.”
“Seguía leyendo algunos tebeos, pero más los libros que me llenaban el cráneo y me ensanchaban la frente. Leerlos se parecía a adentrarse en el mar con la barca, la nariz era la proa, las líneas, olas. Iba despacio, a golpes de remo, ciertas palabras que no entendía las dejaba correr, sin rebuscar en el diccionario”.
Podría gustarte si:
- Disfrutas con novelas con cierto regusto nostálgico.
- Sientes debilidad por las obras escritas desde el prisma infantil.
- Eres fan de las metáforas.
¿Qué os parece?¿Os animáis?¿Conocíais a De Luca?
Feliz día.
Parece que cumplo los tres requisitos necesarios para que el libro me guste :) Y además este libro está en la lista desde hace tiempo...
ResponderEliminarMil abrazos
Entonces ya solo te queda decidirte, guapetona.
ResponderEliminarMil besos.