Filias: Nuclear

domingo, 20 de marzo de 2011

Hace un par de días, comentando el asunto de Japón con un amigo, me quedé sobrecogida. No sólo por lo que ha pasado, que es mucho, sino por la grandiosa capacidad de obviar el peligro que tiene el ser Capturahumano.

A raíz del seísmo y de la alarma nuclear, todos nos hemos puesto a temblar. Parece que finalmente el “que viene el lobo” nos despierta de una modorra sempiterna. Pues bien. Entono el “mea culpa” por no haberme preocupado en informarme acerca de este tema años atrás. Soy consciente de que aunque mires para otro lado, el problema sigue ahí.

Sin embargo, la gota que colma el vaso, no son las noticias para revisar la seguridad en las centrales. Sino que, en un informativo cualquiera (esto me pasa por zapear), veas las centrales en pequeñito, en unos iconos monísimos e inofensivos ellos, inundando el mapamundi mundial. Y, ¿dónde se encuentran dos de ellas? Sí, en plena falla de San Andrés.

No doy crédito. ¿Qué habían fumado el día que decidieron construirlas allí? ¿No son suficien-temente peligrosas per se, que las ponen sobre una falla que se empeña en moverse varias veces al año?¿Las mentes pensantes que eligieron el proyecto sacaron la carrera juntando tapas de yogures?

Tengo un amigo al que le encantan los rollos apocalípticos (siempre que le pillen lejos, claro), y ya antes de lo de Japón me comentaba que gracias a la falla de San Andrés, el mapa de los EEUU iba a cambiar. Que ya faltaba poco, aunque no se sabía todavía cuanto.

Fenomenal. Me encanta. Una vez más no hacemos nada.

Y mientras tanto, en Japón, nos dan un ejemplo enorme de capacidad de aguante, de sufrimiento y de solidaridad.

Oriente “1” – Occidente “0”

2 comentarios :

  1. ¿Sabes que me sorprendió a mí? El estoicismo de los japoneses -de que forma guardan las colas, que orden- y frente a ellos, el histerismo de una señora en no se que pueblo americano que salía del super cargada de agua, comida y pastillas de yodo.

    ¡Ah! También se me encogió el corazón cuando vi como le pasaban el detector de radioacividad a un niñin de apenas dos años.

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  2. Creo que es un momento importante para reflexionar y aprender de este pueblo. A mi me tiene alucinada y admirada completamente. Como dices, el estoicismo en estos tiempos que corren no es nada habitual.
    A mí también se me parte el alma cuando veo a los pequeñines entregando grullas, o con la mirada perdida mientras les hacen pruebas. Qué pena, por Dios. Espero que sepamos capaces de aprender de esta situación y conseguir que no se vuelva a repetir.

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