Este libro no es una ficción. Es la historia real de una familia.
Corren los años cuarenta, y Holanda está invadida por los nazis. Así las cosas, la familia judía Van der Hoeden integrada por Jaap, Lien y sus cuatro hijos: Hannie, Bart, Raquel y Jaqueline deben separarse, e incluso cambiar su identidad por su propia seguridad.
Afortunadamente, Jaap es un veterinario con algunos contactos y consigue ocultar a sus hijos de diferentes maneras (en distintas familias, en un monasterio de monjas…). Jaqueline (ahora Lieneke), fingirá ser la sobrina de un médico rural, y a través de sus ojos viviremos los momentos más importantes de su vida en aquella convulsa Europa nazi.
Estos años también se reflejarán en la correspondencia que mantendrá Jaap con ella gracias al doctor Kohly, en la que no faltarán referencias a la dureza de los años de ocupación, y la esperanza de que la guerra finalice para poder reunirse todos de nuevo. De manera que, aún separados, Lieneke y su padre continuarán teniendo una sutil y preciosa relación en la que la sensibilidad y optimismo de un padre nos llenará de ternura.
Esta novela me ha recordado a la película “La vida es bella”, de Roberto Benigni. Aunque sin ser tan dramática, esta historia también habla de la relación de un padre y su hija en los tiempos de ocupación nazi, y de cómo Jaap de manera muy inteligente trata de animar a Lieneke desde la distancia mediante cartas escritas de manera muy especial.
Las cartas son la base de este libro, y por ello están escaneadas y traducidas con mucho cuidado y detalle. No en vano, las originales están en el Museo en Memoria de los Niños, de la Casa de los Combatientes de los Guetos para que todo el que quiera pueda deleitarse en su lectura.
Otro punto interesante de este libro es que incluye algunas fotos de la familia en aquella época, por lo que puedes ponerle cara a las personas más importantes de la narración, e incluso ver cómo era el contexto socio-cultural fijándonos en el vestuario y el entorno que reflejan las imágenes.
Es un libro de fácil lectura, sencillo, sin artificios. Y real. Un libro que te pone el genio muy encendido porque hace tan solo unas décadas de esta barbarie, y el corazón blandito al pensar que una niña de tan sólo nueve años ha pasado (como tantos otros niños) por esta espeluznante vivencia cuando a su edad sólo debería haberse preocupado de disfrutar de su infancia y de su familia.
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