La niña del faro de Jeanette Winterson

miércoles, 27 de agosto de 2014





Érase una vez un farero ciego y una niña huérfana... Así podría empezar uno de los muchos cuentos del señor Pew, el hombre encargado de cuidar del faro de un remoto pueblo de Escocia. Quien le escucha es la pequeña Silver, una chiquilla lista que acaba de perder a su madre y de ganar a un nuevo amigo, un hombre enamorado de las palabras y dispuesto a contar historias insólitas, que se enlazan unas con otras en una trenza sin fin.  Sentada al lado del señor Pew, Silver llegará a saber cómo y cuándo se construyó el faro, y descubrirá a personas tan fascinantes como Stevenson, Darwin y el reverendo Babel, un libertino lleno de ira y de amor por una hermosa mujer. Cuando Silver crezca, los cuentos del señor Pew la acompañarán y harán de ella una lectora voraz, fascinada por los libros y por los cuerpos misteriosos que va encontrando en su camino.




Qué rabia me da. Y eso que iba avisada, y que he sido obediente. Tan sólo tenía que dejarme llevar. Y eso hice. Dejé que me mecieran suavemente las palabras de La niña del faro, que me llevara en volandas la maravillosa forma de escribir de la autora, sus deliciosos símiles y metáforas... Me lancé sin titubear a las historias encadenadas que hacen de este pequeño libro un puzzle de matrioskas literarias y disfruté de la ternura que despide la relación de Silver y Pew, de lo inspirador de sus frases, del guiño positivo al Carpe Diem, de las referencias a personajes tan dispares como Stevenson o Darwin...


 
Jeanette Winterson, (Manchester, 1959) es una escritora inglesa de acusada personalidad narrativa, cuya autobiografía se refleja en sus obras, encuadradas dentro del ámbito posmodernista. Colaboradora habitual de algunas publicaciones inglesas, es autora de más de una veintena de obras, siendo sus libros más famosos La pasion, Futa prohibida, o La niña del faro . Recientemente, en el año 2006, ha sido condecorada con la Orden del Imperio Britanico






Me sedujo el estilo personal y lírico de la autora, su maestría para saber llevarme del mundo real al imaginario, para reunir en el mismo plano lo surrealista y lo verídico con tal fluidez que al lector no le importa. A mi no me importó. Caí rendida a sus encantos.
Sin duda, el mayor impacto que recibí fue la idea que permanece en segundo plano durante la narración, pero que está presente durante toda la obra y va calando poco a poco. Algo sencillo pero realmente inspirador. Que no somos más que un compendio de historias.A veces reales, otras imaginadas, retocadas en algunos casos, a merced de la memoria en otros, pero vivas y reales en tanto las contamos (a otras personas o a nosotros mismos). Y cada pequeño objeto es susceptible de tener su propia leyenda...


  
 “ Es cierto que las palabras se desvanecen y a menudo las cosas realmente importantes no se dicen. Las cosas importantes se aprenden en los rostros, en los gestos, no en nuestras lenguas encarceladas. Las cosas auténticas son demasiado pequeñas o demasiado grandes, o en cualquier caso, no tienen el tamaño adecuado para encajar en el templo llamado lenguaje.”
 



Me dejé llevar, ya digo, de la mano de Jeannete, sabiendo desde el inicio que no era un libro que se ajustara a las normas clásicas.... y de pronto, casi en el último tercio de la novela me encontré desorientada, sin faro y a la deriva. A pesar de que seguía siendo una narración sensible y exquisita me quedé sola, a merced de las letras que ahora surgían desprovistas del espíritu que me había acompañado hasta entonces.

Qué rabia me da. ¿Será cosa mía? ¿Deposité en el libro demasiadas expectativas?¿Me venció la presión de haberlo recomendado encarecidamente sin tener mi propia opinión previa? ¿O realmente en el último tercio del libro hay un cambio de tempo que descoloca? Lo que es cierto es que me resisto a quedarme con esta impresión extraña, y creo que la novela merece una segunda lectura. Eso sí, dejaré pasar un poco de tiempo para que se diluya esta sensación incómoda que me ha dejado.

Pero me quedan dudas. Creo que es una obra llena de cosas buenas, es una delicia narrativa con sus simbolismos y sus metáforas, es tierna y original, pero no sé si es para todos los públicos. Y no se si recomendarla. No hasta que le haya dado otra lectura más pausada, con algo de distancia y más digestión. Quizás cuando llegue el otoño....


Qué rabia me da.

Y vosotr@s, ¿Lo habéis leído? ¿Os ha pasado algo similar?
Feliz día.

8 comentarios :

  1. Jo, pues si a ti te da rabia no veas a mí. Es verdad que en el último tercio hay un cambio, quizás a mí me ayudó la relectura inmediata y darme cuenta como ese tercio envuelve todo lo anterior, como si lo abrazara. Relee, quita esa incomodidad!!

    Besos

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    1. ¿Verdad que hay un cambio de "tempo"? Ay, más vale, por lo menos.... tengo la relectura casi programada, Ana, a ver si me quito esa sensación ¡jo! Con lo que me estaba gustando...
      Besotes

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    2. Si relees, fíjate en la descripción de las manos de la chica... y acuérdate de las manos de Pew. El círculo se cierra y es redondo ;)

      Besos!

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    3. Gracias Ana! Lo releeré ahora con más cuidado y me fijaré en ello.
      Muacsss!

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  2. Pues yo soy de la opinión de que a todo el mundo no le encandila este tipo de lectura, así que en eso te doy la razón, bueno y en el resto también, incluida la segunda lectura. De todas formas, puestos a perderse, mejor que haya un faro como este.
    Besos

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    1. Reconozco que si me ha molestado tanto es porque me había encantado "perderme" en el sinfin de historias, y seguir la luz intermitente de ese faro estaba siendo algo mágico.
      Besos

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  3. Le daré una oportunidad. A ver qué tal, gracias por la reseña. Un beso

    S.

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    1. ¡Bienvenidos! Gracias a vosotros por la visita y el comentario.
      Besicos

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