La teoría del embudo al revés.
No, no me imagineis con un embudo en la cabeza, ni tampoco penseis me he vuelto zen de repente. Es más sencillo que todo eso. Este es mi terror particular; la teoría del embudo al revés. Pasad y acomodaos, que os lo explico.
Imaginad que tratais de trasvasar agua de una garrafa a una botella. Necesitamos un embudo ¿cierto?, y su colocación lógica es la que todos conocemos. La parte superior del embudo será la más ancha, mientras que la parte inferior se introduce en el cuello de la botella facilitando de este modo el paso del agua. Bueno, pues trasladémos este sencillo asunto a mi pesadilla en términos literarios: el embudo al revés. Es decir, que el cono está situado justo al revés, con lo que, aunque mi garrafa de agua esté llena (mi mente completa de ideas), a la botella (blog, cuaderno, ordenador...) no llega ni por asomo una mínima parte del líquido elemento. La mayor parte se derrama, se pierde por el camino y además deja todo perdido. Un horror, vaya. Tener más frentes abiertos de los que soy capaz de enfrentar me bloquea, y lejos de cundir más, la consecuencia es que tengo miles de textos sin terminar sobre la mesa. ¿Os ha pasado alguna vez?
Del focusing o mindfullness.
Pero, algo habrá que se pueda hacer ¿no? ¡Efectivamente, no hay que desesperarse! Desde mi experiencia os puedo contar que he investigado un poquito y estoy poniendo a prueba la solución en mis propias carnes con bastante buen resultado, debo decir. La solución a este asunto es el focusing o mindfullness. Lo que viene siendo en mi interpretación personal y sencilla (estas disciplinas son mucho más profundas) el “céntrate mi chica” de toda la vida.
De la reactividad a la proactividad.
Estos métodos sirven en primer lugar, para examinarse y descubrir si estamos en un momento reactivo (a estas alturas de la película y si te reconoces en lo que llevamos hablado, va a ser que si), reaccionando por pulsiones y siendo influidos por las circunstancias. ¿Y esto con qué fin? Para darnos cuenta y salir del bucle introduciendo algunos cambios proactivos (asumiendo el control y generando acciones creativas para mejorar la situación). De esta manera, con un poquito de sinceridad y perspectiva, podemos poner en marcha algunos cambios que nos ayudarán a salir del atolladero.
Pasito a pasito.
En algún otro momento ya os he comentado mi pequeña obsesión por las listas. En esta ocasión es inevitable; también las haremos. Toma una libreta y un bolígrafo. Dedicaremos ahora unos minutos a recoger en unos apuntes las circunstancias que nos rodean.
- Anota cual es la situación y reconoce tus fortalezas y debilidades. En mi caso, todo se resume en no llegar a realizar muchas de las actividades que me propongo, dando como consecuencia una acumulación cada vez mayor de tareas,nervios y estrés por no poder hacer frente a todo. Una fortaleza podría ser la fuerza de voluntad, y la debilidad está clara: mi forma de ser inquieta y la necesidad que tengo de encauzar mi creatividad (igual puedo estar pintando camisetas que haciendo bricolaje o escribiendo). Mi debilidad es que esta situación se va a repetir contínuamente.
- Apunta todas las tareas que tengas pendientes. Da igual cuales sean. Enlístalas una detrás de otra conforme vengan a tu cabeza, las ordenaremos después.
- Organizalas por una categoría. Puede que decidas ordenarlas por el tiempo que llevan esperando a ser atendidas, por la urgencia que reviste su finalización o bien por la simpatía que les tengas. Tú decides. En mi caso, he organizado todos los textos pendientes por el tiempo que llevan esperando a que los termine. De esta forma, iré atendiendo y terminando los antiguos primero, y los más recientes al final.
- Pasa a la acción: ve terminando una a una todas tus tareas. No comiences una nueva hasta que no hayas terminado en la que estás enfocada. No os voy a engañar. Esta parte es la más complicada, porque hay millones de estímulos alrededor, cientos de propuestas que surgen y que te deslumbran con su atractiva indumentaria. Es complicado mantenerse orientada y poder realizarlo día a día. No importa, mantente ahí. Continúa. Se un junco; flexible pero firme. “Uno dos y tres, cuatro cinco y seis, yo me calmaré todos lo veréis”. Inspira profundamente y recoge en tu cuaderno todas las ideas que te surjan respecto a las iniciativas que NO vas a realizar hasta que no hayas terminado con la tarea que te has propuesto. Posteriormente te sorprenderán los resultados, porque estos bosquejos que has anotado te servirán de guia para llevar a término fácilmente la actividad a realizar. La cuestión es dividir en parcelas las tareas y llevar a término tareas que se han quedado enquistadas (yo sigo escribiendo microrrelatos por ejemplo, pero guardo una parte importante de mi tiempo para terminar los textos más largos que son los que se me han quedado pendientes durante meses).
- Persevera. Se positiva y mantente firme. No es fácil al principio, pero poco a poco, cuando veas que la lista de los “to do” va bajando y te sientas satisfecha con el trabajo realizado, eso mismo te dará alas para continuar y descubrirás que es mucho más sencillo cumplir con este apartado.
Soy una victima más de ese embudo al revés. Puede que hasta lo inventara yo. Soy de listas, de ideas, pero también creo que las ideas sólo son buenas cuando estás lista para realizarlas, y no siempre lo estás. Vamos, que del dicho al hecho hay un trecho, y a mí la teoría no se me da mal, pero me precipito siempre en la ejecución ;)
ResponderEliminarUn abrazo
Cumplo todos los pasos hasta Pasara a al acción, ahí depende de lo que sea y lo malo de todo es que me paso el tiempo dando vueltas todo lo que tengo que hacer. Vamos, que el embudo me embuda.
ResponderEliminarBesos