Cuando ambas llegan a Shangai, descubren que Rémy en este tiempo se ha dedicado a comprar bellísimas y carísimas antigüedades chinas, y a disfrutar (no siempre saludablemente) de su ocio, por lo que Elvira se encuentra en una situación, a todas luces, diferente a la que esperaba. No sólo no recibirá patrimonio alguno por parte de su marido, sino que deberá hacerse cargo de las elevadas deudas que le ha dejado en herencia.
Sin embargo, no acaban aquí las sorpresas, ya que también se desenmascara la falsedad de la muerte de su marido, asesinado por la peligrosa Banda Verde, quienes perseguían el mapa del mausoleo de Shi Huang Ti , que al parecer guardaba (quizás sin saberlo) su malogrado Rémy.
Con esta situación, (sumergida en deudas y con la mafia china pisándoles los talones), y tras haber encontrado el cofre con el mapa, aceptan la única salida que a pesar de parecer arriesgada creen que es posible: usar el mapa, e ir en busca de la tumba del Primer Emperador.
Me gustan las novelas de aventuras. No serán el súmmum de la literatura, no son escrituras “sesudas” pero me gustan porque por lo general, nunca te decepcionan. Sabes aproximadamente qué vas a leer. Una texto entretenido, de fácil lectura, que anima la imaginación, que te lleva a lugares desconocidos y te hace disfrutar de estimulantes lances. Obras con mucho ritmo, que te mantienen pendiente de cada letra, y pegadita al sillón, página a página. Una lectura para disfrutar, en definitiva.
De entre sus páginas:
“Sólo con la moderación se puede estar preparado para afrontar los acontecimientos. Estar preparado para afrontar los acontecimientos es poseer una acrecentada reserva de virtud. Con una acrecentada reserva de virtud, nada hay que no se pueda superar; cuando todo se puede superar, nadie hay que conozca los límites de su fuerza”.
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