- La guardería es Dios.
Así de rotundo fue O. cuando le comenté que llevaríamos al nene a una guardería. Ni qué decir tiene que de primeras pensé: “madre mía, se ha vuelto loco, le ha dado un aire y hace siglos que no exagera…”. Sin embargo, con el pasar de los días, fueron otras muchas personas de mi alrededor quienes concedieron a la guarde numerosos prodigios, casi milagros que reproduzco a continuación.
-Mi niño no paraba quieto. Y ahora lo llevo a la guardería, y lo cansan tanto, que es una gozada cuando llega a casa. Cariñoso, tranquilito y reventado de jugar. Una delicia.
- Pues el mío era bastante arisco, no se relacionaba demasiado con otros niños. Y en la guardería, chica, no sé que les hacen, pero oye, ahora es un niño totalmente social.
- Mi D. es un amor, pero no dormía apenas durante el día. Y no digamos por la noche. Ahora lo llevo a la guardería, y durante el día, en la hora de siesta, me dicen que duerme. Y debe ser verdad, porque pasé por allí a la una y media o dos que es la hora de dormir y hay un silencio impresionante. Yo, no me lo explico. ¿Cómo consiguen que duerman todos a la vez? Para mí que los gasean o algo.
Ante tal cúmulo de maravillas, si tenía alguna duda, la deseché. Seguro que mi angelito iba a estar de cine. Ahora tocaba elegir guardería. La verdad es que lo tuve bastante claro. Quería una que quedase junto a casa, y que me diera buenas vibraciones. Así que el Sr. Filias y yo nos acercamos a la guarde de aquí al lado.
La visita estuvo bien. Al menos para mí. Tienen todo lo que se necesita para estos pequeños de ojos grandes, y creo que son el personal adecuado tanto en cantidad como en experiencia para tratar con estos chiquitines. Para el Sr. Filias fue como comerse un merengue con cinco kilos de azúcar.
- ¿No te parece que aquí hay demasiado dulce?¿ En serio son así de felices toooodo el rato?
Hombrevamosaver! Que si te van a presentar un sitio en el que vas a dejar lo más preciado que tienes, no te van a recibir con cara de paniquesa trasnochada, digo yo. Y luego, que todo se pega. No se sabe porqué, pero a los niños les hablamos diferente. Como cantando, sonriendo continuamente. (como dice T. vaya, que son niños, son pequeños, pero les hablamos como si fueran tontos!). Y claro, eso durante ocho horas al día, cinco dias a la semana, mes a mes, pues cala hondo.
Parece que se convenció. Así que ya tenemos guardería.
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