La ilusión por el despunte del primer diente del chiquillo ha llegado. Pero ha sido directamente proporcional a la preocupación (lo sé, lo sé, soy primeriza) por el “efecto relojito”. ¿Qué es? Os cuento. Hace unos días estuve de charla con una feliz y orgullosa mamá de dos niños. Me preguntó por el nene e invariablemente le conté con alegría que ya comenzaban a salirle los primeros dientes. -Uy!, - dijo – Ahora empieza “lo mejor”. Comenzará a ser cada vez más autónomo, y como tenga carácter (que lo tiene), y le de por descubrir el mundo a mordiscos, prepárate para el relojito. -¿El relojito?- Pregunté con suspicacia y un pelín de miedete. - Si, verás, en el fondo el símil tiene su chispa. En la guarde lo llaman así cuando aparece algún niño al que le ha mordido algún otro compañero. Como generalmente las mordeduras son en los brazos, parece que llevasen un relojito. Ni chispa ni ná. Qué poca gracia me ha hecho. Sobre todo cuando en esa semana fui a recogerle un día a la guardería y una mamá estaba quejándose amargamente a la cuidadora porque era la tercera vez que su peque lucía todos los incisivos y caninos de una niña que muerde con bastante furia y sin ningún miramiento a sus compañeros. La susodicha mami llevaba a su hijo en brazos, y el pobre, en su rojo e hinchado carrillo exhibía cada uno de los dientes de la “delincuente” en cuestión. Y van a la misma clase que A. Ay, Señor, Señor. A ver si tarda mucho en traerme a casa semejante souvenir!!
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