Y conforme te haces mayor, y eres capaz de descubrir algunos de estos regalitos envenenados, te emocionas, te auto-aplaudes, y no te besas porque no te llegas. Pero, ¿Y cuando tienes un bebé? En el momento que tu bebé nace, debes empezar a ser cauto y a prepararte porque en cuanto comienza a interactuar con otros seres, ¡Cuidado! Es el momento de los regalitos envenenados. Principalmente, por parte de la familia. Ejemplo real: El pasado sábado fuimos a comer a casa de mis suegros, y al Abuelo Filias no se le ocurrió mejor cosa que comprarle al pequeñín un piano azul ;lo que
Mundobebé 9: Regalitos envenenados
martes, 4 de septiembre de 2012
Desde nuestra más tierna infancia, nos educan para no fiarnos de los desconocidos, y mucho menos de aquello que nos puedan ofrecer. Una forma de instruirnos de una manera sencilla y eficaz, son los cuentos. Veamos el que ahora está más de moda, Blancanieves (Camcamieves según la pequeña Nahia: hay que verla contándolo, es mundial). Ahí ya se establecen los principios básicos para fiarse o no del personal. A saber: si van de oscuro o tienen una verruga en la nariz, malo. Si van de azul, son guapérrimos y sonríen con sonrisa Profident, fíate, que seguro que son buenos. Craso error. Pero así es el mundo de la infancia; desprovisto de medias tintas, y tremendamente depurado y nítido (que si fuera todo así, algo mejor nos iría...). A ver, a lo que iba, que me despisto. ¿Quién no recuerda a la bruja ofreciéndole a la cándida de Blanca una manzana con una pinta riquísima, pero que guardaba en su interior veneno?
Y conforme te haces mayor, y eres capaz de descubrir algunos de estos regalitos envenenados, te emocionas, te auto-aplaudes, y no te besas porque no te llegas. Pero, ¿Y cuando tienes un bebé? En el momento que tu bebé nace, debes empezar a ser cauto y a prepararte porque en cuanto comienza a interactuar con otros seres, ¡Cuidado! Es el momento de los regalitos envenenados. Principalmente, por parte de la familia. Ejemplo real: El pasado sábado fuimos a comer a casa de mis suegros, y al Abuelo Filias no se le ocurrió mejor cosa que comprarle al pequeñín un piano azul ;lo queen mis tiempos antes, se llamaba organillo, vaya. Pero con alguna salvedad. Este especímen de instrumento musical no tiene botoncito de “on” y “off”, y además siempre suena al mismo volumen (los vecinos de al lado seguro que no oían la televisión, para que os hagáis una idea). En fin, el Abuelo Filias estaba feliz como una perdiz, sonriendo embobado ante los ataques (porque no se podía llamar de otra manera) y aporreos que le estaba infringiendo nuestro pequeñín al perverso instrumento revienta tímpanos. Yo creo que ya lo veía de la guisa del chavalín de la imagen y todo… Pero no contento con la tabarra de la sobremesa, que ya me hacía difícil el asunto de la digestión, el buen hombre insiste en que nos llevemos el infernal artefacto. Más vale que Mr. Filias y yo estuvimos de acuerdo en que el divertidísimo organillo se quedaba en casa de los abuelos. Hoy he tenido noticias de nuevo. El abuelo Filias además de enseñar el video con las habilidades musicales del pequeñín a todo el que se le pone por delante, ya está pensando en comprarle un tambor. Señor, dame paciencia.
Y conforme te haces mayor, y eres capaz de descubrir algunos de estos regalitos envenenados, te emocionas, te auto-aplaudes, y no te besas porque no te llegas. Pero, ¿Y cuando tienes un bebé? En el momento que tu bebé nace, debes empezar a ser cauto y a prepararte porque en cuanto comienza a interactuar con otros seres, ¡Cuidado! Es el momento de los regalitos envenenados. Principalmente, por parte de la familia. Ejemplo real: El pasado sábado fuimos a comer a casa de mis suegros, y al Abuelo Filias no se le ocurrió mejor cosa que comprarle al pequeñín un piano azul ;lo que
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