Subíamos con cautela y la mirada circunspecta. Casi de puntillas, susurrando. Nos acompañaba el transistor plateado que encendíamos con sumo cuidado. El volumen prácticamente al cero.
Allanah Miles. Black velvet.
Con los primeros acordes desenfundamos el envoltorio de unos cigarrillos disfrazados con papel aluminio.
- ¿Y si nos pillan?
- Pero ¡quién va a venir aquí!¡Y a estas horas!El sol de mediodía horneaba los guijarros del estrecho camino.
Irrepetible. Aunque decidí allí mismo que fumar no era para mí, aquel instante me pareció fascinante. Sabía a independencia, a libre albedrío y a libertad.
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