Desde que mis sobrinos tuvieron la edad de escuchar las conversaciones de
los adultos (sin entender nada), y la capacidad de ponernos colorados con sus
interpretaciones de aquello que oían, decidimos —con mayor o menor fortuna (al
Señor Filias se le da fatal fatal)— jugar al Juego de los Nombres, que no es
otra cosa más que hablar del objeto o a la persona en cuestión mediante
referencias, sin nombrarlo directamente.
Y ahora, con el peque, de nuevo ha llegado el momento de poner en marcha el
Juego. Pero a pesar de que tiene dos añitos y medio, está hecho todo un genio,
el tipo, y me deja día sí, día también alucinada. Para muestra un botón:
Hace unos días, en casa de los abuelos, comiendo el segundo plato y
tratando de no mencionar la palabra prohibida para que termine la carne...
Abuela: ¡Abueloooo! Ya puedes traer lo que tú sabes...
Abuelo desde la cocina: ¿Qué?
Yo: ¡Que traigas eso que está frito y es amarillo!
El niño: ¡Patatas!
Os imagináis ¿no? Padres y abuelos llorando de risa. Un artista. El peque
es un artista.
Los niños nunca dejan de sorprender, a veces hasta los subestimamos, qué hambre, habrá de eso frito y amarillo ;-)
ResponderEliminarUn beso
Jajajaaj. Cada día tengo más claro que debo mirar como él, de esa forma la vida tiene un color mucho más interesante.
EliminarBesotes