Movimiento Perpetuo de Augusto Monterroso

La vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso es, un movimiento perpetuo.

Con estas palabras da comienzo este pequeño libro compuesto de reflexiones y relatos conectados por un vínculo común la mar de peculiar; citas dedicadas a las moscas (si, si has leído bien) de autores consagrados. Y lo tremendo de este pequeño ejemplar es la dificultad para reseñarlo porque no obedece a ningún tipo de regla establecida. Es un texto inclasificable compuesto de treinta y dos narraciones breves donde pueden sorprenderte apuntes sobre literatura (“Fecundidad”), sobre metaficción (“Beneficios y maleficios de Jorge Luis Borges”) o reflexiones interesantes sobre el lenguaje en su vertiente más lúdica (“Onís es asesino”).

Pero no todo son sesudas cavilaciones hiladas de manera breve, al estilo de Monterroso, sino que también encontrarás aquí relatos (“Bajo otros escombros”), atinadas críticas (“Dejar de ser mono”) y también alguna crónica (“Estatura y poesía”), todas ellas salpicadas de un humor sutil, de una capa de ironía fina que caracteriza la prosa concisa de este autor.

Monterroso acerca al lector en esta obra, de manera engañosa, hacia el autor en estilo homo ludens, (el escritor al que únicamente le divierte su escritura, sin más objetivos). Ya digo que esta idea es engañosa puesto que detrás de cada texto se esconden muchas reflexiones, mucho trabajo de escritura y mucha enjundia. Desde el comienzo, el autor juega con el lector y lo lleva por un Movimiento perpetuo durante todo el libro: desde el propio título, pasando por el relato que también lo lleva y finalizando con el texto que transcribo a continuación y que, una vez más deja el poso de ese movimiento perpetuo (quizás haciendo también un guiño/homenaje a la estructura de Rayuela) en el lector.

“Salvo por el índice que debido a razones desconocidas viene después, el libro termina en esta página,…sin que eso impida que también pueda comenzar de nuevo en ella un movimiento de regreso tan vano e irracional como el emprendido por el lector para llegar hasta aquí.”

Pero si algo queda claro tras la lectura de esta obra breve es que Monterroso ya en 1972 era un auténtico transgresor. Un adelantado a su tiempo y un creador de deliciosas brevedades a las que temo que no he llegado a comprender en toda su extensión. No obstante, es de los libros a los que me gustará volver de vez en cuando; de esos que son amables y te acogen con afecto y en los que, con el paso del tiempo, descubres nuevos matices que engrandecen sus páginas.

Os dejo aquí un lo que hoy llamamos un hiperbreve:

“Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea.”

Te gustará si:

• Te motivan los textos reflexivos.
• Te interesa la narrativa breve.
• Lo tuyo son las lecturas sorprendentes.  

Y vosotros, ¿Lo conocíais?
Feliz día.