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«En ese momento, reparé en que podía escuchar una respiración cercana, justo detrás de mí. Me giré, veloz, a punto de dar un brinco, y lo vi sentado junto a la mesa, escudriñándome tras una máscara negra. Incluso, desde la distancia, pude distinguir el gélido azul de sus ojos, que emergían por la abertura del pasamontañas. Eran de un azul grisáceo y parecían petrificar los objetos allá donde los posara.»
El hombre se acercó y se descubrió la cara. Sin mediar palabra, sacó una pistola y me encañonó al tiempo que yo agitaba mis manos esposadas. Cerré los ojos ante el inevitable final, pero unas risas ahogadas y los primeros acordes de
You Can Leave Your Hat On invadieron el lugar. Desconcertada, abrí los ojos y las vi, ridículamente ataviadas, junto al joven que comenzaba a desvestirse al ritmo de la música.
Feliz día.
Buenísimo!!! Me parto! Bienvenida y por aquí me quedo!
ResponderEliminarGracias, Ana, me alegra haberte sacado una sonrisa y bienvenida, esta es tu casa.
EliminarBesotes
jajaj otra vez caí, y van dos en un solo día!
ResponderEliminar¿De verdad? No sabes la ilusión que me hace...eso es todo un éxito.
EliminarMil besos
Jajajaja, quién lo iba a decir? ese giro me ha gustado, oye, nada que objetar.
ResponderEliminarBesos
Es que es una regla básica, Marilú. No todo es lo que parece, jajaj.
EliminarBesotes
Me ha hecho muchísima gracia, lo tendré muy en cuenta cuando me toque votar. Biquiños!
ResponderEliminarMuchas gracias a tí por avisar, Cris (ya si eso hablamos de lo del jamón virtual para los jueces, jajaja).
EliminarMontones de besos
jajaja...el jamón virtual es el I-Jam?
ResponderEliminarmolaa!! enhorabuena!!
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