Suspendida entre las manos rudas del cantero, esperé
impaciente. Llegaron para reforzar el Puente Viejo, y uno de ellos me tomó
entre sus dedos.
Mientras giraba bajo sus ojos expertos creí conseguir mi sueño: ser un ariete protector poniendo al servicio de sus crecidas mi pecho empedrado, disfrutar del rubor rosado de su superficie al atardecer inserta en las púas de piedra que peinan sus líquidas guedejas…
Mientras giraba bajo sus ojos expertos creí conseguir mi sueño: ser un ariete protector poniendo al servicio de sus crecidas mi pecho empedrado, disfrutar del rubor rosado de su superficie al atardecer inserta en las púas de piedra que peinan sus líquidas guedejas…
Un
giro brusco de muñeca me devolvió a la realidad. Sólo soy una roca rechazada.
Una piedra común enamorada del caudal sereno del Rio.
Le has dado vida y amores a una piedra, un texto corto pero muy evocador :)
ResponderEliminarUn beso
Hola Marilú:
EliminarGracias por tu comentario, guapa! El amor, ya sabes, no entiende de seres animados o inanimados...
Besotes