«No dudéis, hijos míos», repetía el padre Curiel con determinación desde su púlpito dorado. «El Infierno y el Paraíso existen, y nos esperan. La morada final depende únicamente de cada cual. No temáis. Nuestra fe nos salvará», afirmaba con una convicción que, según mostraban sus ojos, estaba muy lejos de sentir.
Obvió —intencionadamente o no, quién sabe— este tercer lugar al que, curiosamente, ambos hemos llegado. Un páramo gélido, a caballo entre lo demoníaco y lo divino, donde, a pesar de compartir un mínimo espacio con una colección infinita de almas, el silencio hostil es el único habitante censado.
Mi aportación para la propuesta semanal de Viernes Creativos.
Vídeo: http://www.dvein.com/
El vídeo es genial. Me ha gustado el texto pero sobre todo esa última y potente frase final. El silencio hostil es el único habitante censado...
ResponderEliminarBesos
¡Gracias Marilú! Es la historia que me sugirió el vídeo; pese a tanto personaje y tanta garganta en carne viva allá no se oye a nadie... Desolador.
EliminarBesos
Genial el texto, me ha gustado mucho. 1beso!
ResponderEliminar¡Muchisimas gracias, Tizire!
EliminarUn besote
Pues yo sólo puedo decir que el texto es, efectivamente, genial y potente... pero es que es lo único que puedo ver, que desde este ordenador el vídeo es como si no existiera (volveré a verlo).
ResponderEliminarBesos
Te confieso que a mí me cuesta ver los vídeos que cuelgan en la página (no sé si será el formato o yo que soy muy torpe...), pero este es bastante llamativo. Muchísimas gracias por tu comentario ¡eres un solete!
EliminarBesotes