Desde que supo que Luna
había cancelado las tres últimas citas por su indumentaria desaliñada, buscaba
venganza. Últimamente la había tomado con los grafiteros y las peluqueras; los
perseguía dia y noche como la mala conciencia. Los miraba a los ojos y, sin
mediar palabra, les descerrajaba noticias e imágenes descarnadas— ciclogénesis
explosivas, terremotos y maremotos... — justo antes de que fueran a dormir.
Echó un vistazo a su
reloj de pulsera. Las diez y media de la noche. Hora de actuar. Se acomodó el
antifaz y, con dificultad, tratando de ocultar el agujero que se expandía
rotundo, ajustó sobre los hombros, con mucho cuidado, su capa de ozono.
Mi aportación al certamen CFE.
Y, ¡hala! A asustar sin compasión...
ResponderEliminarBesines,
Hombre! Es que estaba bastante molesto por el abandono de Luna... Pobriño, tan enamorado y con la capa agujereada...:)
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Qué original y qué ingenioso, me gusta este justiciero.
ResponderEliminarBesos
Muchas gracias, Marilú. Eres un amor.
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Justicieros del siglo XX!...Pobres peluqueras, luego harían unos peinados asustados..
ResponderEliminarBesos
Jajajaja! Ana, qué ocurrencias tienes ;)
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Hola, Filias.
ResponderEliminarNo me extraña que la tomara con las peluqueras... que hay veces que nos dejan como les sale del moño.
Me encanta este justiciero que no utiliza armas para sus fines.
Oléeeee
Un besazo, guapa.
Gracias, Towi. No estoy muy satisfecha con el resultado del micro, pero aún así me parece que la idea merecía la pena...
EliminarUn besote, preciosa