Microfilias: Ley de Leyes

martes, 21 de enero de 2014




Debió darse cuenta de que aquel no iba a ser un día cualquiera. Probablemente lo hubiera descubierto rápidamente de haberse parado un poco a fijarse en lo que los indicios parecían indicarle. Sin embargo, estaba tan inmerso en su propia felicidad, que se escudó en una especie de placidez  que casaba mucho mejor con el día que quería tener.
Porque después de tantos años vacíos al servicio de la ley redactando en su despacho gris cientos y cientos de decretos, bandos y disposiciones, y de algunos intentos fallidos para acabar con su soledad, parecía que la fortuna finamente le había sonreído. Y la suerte tenía un nombre; Marie.

Aquel día plomizo era su primer aniversario, y por eso estaba exultante. Aunque la temperatura distase mucho de ser la ideal y en el cielo los oscuros nubarrones presagiaran una indudable tormenta.
Él, ajeno a todo, se había vestido con su mejor sonrisa y presa de un optimismo extraordinario no había cedido al desánimo en ningún momento a pesar de que nada parecía salir como debiera. Y es que el buqué de rosas rojas que pretendía regalarle a Marie se transformó, por culpa de la huelga de transportes, en un arreglado pero no demasiado convincente ramo de los ocho últimos tulipanes que quedaban en el jarrón de la floristería.  Además al pasar por caja, bloqueó la tarjeta de crédito marcando por tercera vez el pin incorrecto. A punto estuvo de perder su confianza, pero afortunadamente encontró en sus bolsillos la cantidad necesaria para poder llevarse las flores.

Cuando ella apareció a la hora convenida, él la esperaba con el ramo a la espalda y la emoción prendida al pecho.  Al asomarse a aquellos ojos azules que comenzaban a lagrimear, sintió la certeza de que ambos estaban hechos el uno para el otro.
Pero todo cambió cuando ella recibió los tulipanes. Marie, aterrada, huyó de su lado sin una palabra, entre millones de estornudos que sacudían su cuerpo dejándolo en la incómoda compañía de una voluta de humo que ella había dejado en su huída. 

Irremediablemente,  las gotas de lluvia que resbalaban por sus manos desnudas y anegaban la calzada fueron las destinatarias de la tarjeta y su mensaje:

“Feliz aniversario, Marie.
Te quiero
Murphy”.

Fotografía de Caras Ionut 
Microrrelato para Viernes Creativo

3 comentarios :

  1. Jajajajja Filias, genial, si algo tiene que pasar va a pasar pobre destino del personaje jaja.Muy divertido ocurrente y original , me ha encantado.
    Saludos

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  2. Por tu casa me quedo y te invito a que pases por montesinadas.

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  3. Muchas gracias por comentar y bienvenido a mi casa. Por supuesto estaré encantada de visitarte. Un abrazo

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