Hoy es un día especial. Lamentablemente no es un día de celebraciones, sino de recuerdos y de concienciación. Por eso quisiera aportar mi granito de arena con el siguiente microrrelato que escribí para ENTC este mes.
La cárcel no era necesariamente el edificio que todos conocían como El Penal, ella lo sabía bien. Vivía en un lugar apacible, lleno de comodidades y, sin embargo, la libertad le estaba vedada. Las puertas de su hogar vestían una tapia invisible y el mundo a su alrededor se había tornado gris a excepción de un arcoíris rojo, morado, verde y amarillo que semana tras semana anidaba en el mapa mudo de su piel.
Fantaseó con la idea de huir, evaporarse, desaparecer de cualquier modo, pero también la fortuna le fue esquiva entonces. Por eso, cuando él le mostró dos pasajes para un crucero, a ella se le antojó que, quizás ese gesto podría modificar las rígidas fronteras de su relación. Sin embargo, pronto descubrió que el camarote ciento quince tan sólo era un compartimento más de la extensa celda en la que se había convertido su vida.
Finalmente sucumbió al delirio mientras escuchaba el aullido metálico del alma del trasatlántico. Observó impertérrita cómo el agua helada lamía sus pies y, con un leve alborozo, dio la bienvenida a la dama que tendía hacia ella su mano descarnada alcanzando al fin, sosiego y libertad donde otros abrazaron una desesperada finitud.
La preciosa ilustración es de Rosa Iglesias
¿Cómo se puede condensar tanto horror en tan pocas líneas? El día de hoy como mundial o internacional no debería existir, pero desgraciadamente creo que es una lacra que no se va a erradicar nunca.
ResponderEliminarUn besote y felicidades por un microrrelato que parece una novela.
Felicidades por tu aportación. Ojala que no tuviéramos que escribir sobre este día, o mejor que este día no existiera porque todos conviviéramos en armonía.
ResponderEliminarYa te dije en ENTC que me había encantado el relato.
Besos.
Felicidades, Izaskun
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